Cuando la lactancia materna no es una opción

Cuando la lactancia materna no es una opción

No todas las madres quieren o pueden dar el pecho.

Ridofranz via Getty Images

Jewels M. siempre quiso dar de mamar a sus hijos pero, al llegar a casa con sus gemelos, descubrió que eso no estaba hecho para ella.

"Pensé que sería una experiencia maravillosa que me uniría a mis hijos", comenta Jewels al HuffPost Canadá, quien pidió que no utilizaran su nombre completo. "Pero desde el primer momento sentí que eso no me uniría a ellos. Lo odiaba. No me parecía natural. En verdad, me hacía sentir asquerosa".

Al principio, Jewels se sintió culpable por no dar el pecho a sus hijos, como si no estuviera cumpliendo con el "código de la mujer", dice. Pero rápidamente se dio cuenta de que era decisión suya qué hacer con su cuerpo: "Son mis hijos y vi que el biberón iba bien; así mi marido podía cogerse el turno de tarde y yo podía dormir ¡ocho horas!".

No todo el mundo quiere o puede dar el pecho

Según un estudio del Best Start Resource Centre realizado en 2014, en Ontario (Canadá), el 90% de las madres empieza a dar el pecho, pero solo el 60% lo hace sin combinarlo con el biberón cuando se van del hospital. Y al medio año, la tasa de familias que solo da de mamar cae al 30%, muy por debajo de la recomendación de la OMS, que dice que los niños deberían tomar el pecho hasta los seis meses.

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"Las mujeres sienten mucha presión por dar el pecho y cuando una mujer no lo hace, ya sea porque es muy difícil, no funciona o simplemente no quiere, sienten mucha culpa. En realidad, se debería felicitar a las familias que deciden que la lactancia materna no se adecúa a ellas, por su valentía y honestidad", comenta al HuffPost Canadá Liana Salvador-Watts, enfermera y Consultora Certificada en Lactancia Materna.

"En última instancia, no dar el pecho es una elección individual. Nuestra sociedad tiende a culpar a las familias por esas elecciones sin entender las complejas circunstancias que las llevan a ello. Peor aún, las familias a menudo se culpan a sí mismas", señala Salvador-Watts. "En cambio, tenemos que respetar y apoyar las decisiones de los demás, pero creemos que es posible crear un sistema de atención médica que apoye mejor a las familias para cumplir sus objetivos de alimentación (cualesquiera que sean) y exijan más".

Dar el pecho no siempre es fácil

Según Salvador-Watts, las dificultades relativas a la alimentación pertenecen a diferentes categorías y muchas de ellas se pueden resolver con ayuda profesional.

Incluyen:

  • Un bebé enfermo o prematuro
  • Dificultad con el enganche y las posiciones
  • Problemas con la anatomía oral del bebé
  • Problemas con el suministro
  • Problemas con la eliminación de la leche que conduce a la congestión, la obstrucción de conductos o la mastitis.

"Cuando la lactancia materna va bien, la vida normal con un recién nacido es agotadora", recuerda Liana Salvador-Watts. "Si optas por la lactancia materna, tienes que ir al médico varias veces, a especialistas, asesores de lactancia, clínicas y terapias alternativas. Todo esto consume mucho tiempo y es emocionalmente agotador y estresante para las familias".

Y este estrés puede repercutir en el bebé: "Los bebés sienten lo que sentimos. Si dar el pecho les pasa factura a los padres, también puede generar estrés y tensión en el bebé, lo que hace que la lactancia sea aún más difícil".

Para las madres que quieren amamantar pero no pueden, es muy doloroso

Jordana Nativ tuvo la suerte de contar con el apoyo de la clínica de lactancia de su hospital cuando tuvo dificultades de alimentación tras el nacimiento de su hija, debido a una cirugía de reducción de pecho a los 16 años.

"Mi médico dijo que dar el pecho podría ser difícil, imposible o completamente normal, pero no lo sabría hasta que lo intentara. En ese momento no pensé que sería un reto", explica Nativ al HuffPost Canadá. "Por desgracia, al producir leche, la conexión con mi pezón no era lo suficientemente estable como para permitir que fluyera para alimentar a mi hija. Tuve algo de calostro, pero después de una semana, mi hija seguía perdiendo peso".

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Nativ tuvo mastitis al intentar dar de mamar y tuvo que dejarlo para que su cuerpo se recuperara. En vez de eso, empezó a darle el biberón a su hija.

"Mi hija creció y nunca nos arrepentimos", señala.

La mujer afirma haberse sentido desconsolada por no poder dar el pecho, ya que llevaba toda su vida esperándolo.

"Las madres hacen que esto parezca muy fácil. Los médicos, las enfermeras y los medios de comunicación hacen que parezca natural", comenta. "Me sentí un fracaso. Estaba frustrada y triste porque mi cuerpo no podía alimentar a mi propio bebé. Me llevó tiempo, pero traté de ver lo positivo de darle el biberón".

La salud y las desigualdades juegan un papel

Liana Salvador-Watts señala que hay muchas desigualdades sanitarias y sistémicas que pueden afectar a la capacidad de una familia para cumplir sus objetivos de alimentación, y que el porcentaje de lactancia podría aumentar enormemente si hubiera más fondos dedicados al apoyo de alimentación en el hospital y el posparto.

"Por ejemplo, las tasas de intervenciones en el parto son muy altas y estas interfieren en la capacidad del bebé para mamar. Muchos hospitales no tienen suficientes asesores de lactancia para apoyar adecuadamente a todas las familias en su preparación para el parto", lamenta la experta.

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Salvador-Watts añade que las familias con acceso a más ayudas también tienen más probabilidades de alcanzar sus objetivos de lactancia materna.

"Las investigaciones confirman que las madres que amamantan en general son mayores, tienen mejor educación e ingresos más altos. Mientras que los padres más jóvenes, de bajos ingresos, discriminados e inmigrantes tienen menos probabilidades de dar el pecho", apunta.

Hay que respetar la decisión de las familias

Hay formas de alimentar al bebé más allá de dar el pecho: está la extracción de leche, la leche en polvo... Si la lactancia no funciona, no pasa nada, recalca Salvador-Watts. Lo que importa es que las familias sepan qué opciones tienen y que respeten su decisión.

A Jewels le habría gustado que hace 10 años los servicios sanitarios le hubieran tranquilizando, asegurándole que lo que ella decidió estaba bien cuando tuvo a sus hijos. "Si prefieres el biberón, dáselo. Que no te guste darles el pecho no te convierte en una mala madre o en una mala mujer. Haz lo que más os convenga a tu familia y a ti", recomienda.

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Nativ coincide con ella: "Ojalá hubiera sabido que la mayoría de las madres tienen el mismo problema y que dar el pecho no surge siempre de forma natural. La mayoría de las madres necesitan tiempo y práctica. Al fin y al cabo, lo único que importa es que el bebé esté sano, feliz, y bien alimentado".

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón Mora