Cómo criar a niños "creativos, curiosos y más sanos"

Cómo criar a niños "creativos, curiosos y más sanos"

El último informe de la Academia Estadounidense de Pediatría te hará repensar las cosas.

Little boy and little girl play on a swing set at a public park on a sunny spring evening.Annie Otzen via Getty Images

La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) recomienda que los doctores receten a los niños algo un poco fuera de lo común.

En un nuevo informe clínico, la AAP destaca la importancia de una "receta para jugar". El informe, que es una actualización de uno de 2007, explica muchos de los beneficios que el juego puede tener en la vida de un niño, incluido el fomento de "habilidades socioemocionales, cognitivas, lingüísticas y de autorregulación", así como su capacidad para controlar el estrés y formar relaciones enriquecedoras entre los niños y los cuidadores.

Según el informe, "ni los padres, ni los colegios deben restarle importancia a jugar con los niños".

El comunicado de prensa sobre el informe, que se publicó el lunes 20 de agosto, indica que jugar diariamente puede hacer que "los niños sean creativos, curiosos y más sanos, con habilidades del siglo XXI". Sin embargo, muchos niños no tienen acceso a esas beneficiosas horas de juego.

En sus hallazgos, la Academia Estadounidense de Pediatría cita un sondeo estadounidense de 2012 realizado a casi 9.000 niños y padres de preescolar que demostró que solo la mitad de los menores "salían a caminar o a jugar una vez al día con cualquiera de los padres". Esto podría deberse a preocupaciones de seguridad y falta de accesibilidad a parques y otros entornos. La Academia también hace referencia a un aumento en la presión escolar y una disminución en los colegios con recreo, lo que ha provocado un debate nacional junto con nuevos proyectos de ley que intentan mostrar el valor del tiempo de juego.

Algunas aplicaciones pueden ser útiles para enseñar a los niños y aumentar su curiosidad, pero lo esencial para el desarrollo infantil sigue siendo el contacto físico.

"Muchos colegios han reducido el recreo, la educación física, las artes y la música para centrarse en preparar a los niños para los exámenes", señala el informe. "Los barrios y parques poco seguros han hecho que muchos niños padezcan trastorno por déficit de naturaleza".

Como era de esperar, la Academia señala que el uso de la tecnología y las redes también puede ser un duro competidor contra el tipo de juego que recomiendan los médicos. Algunas aplicaciones pueden ser útiles para enseñar a los niños y aumentar su curiosidad, pero lo esencial para el desarrollo infantil sigue siendo el contacto físico.

"Aunque el uso activo de aplicaciones o videojuegos apropiados para su edad (especialmente si lo ven o juegan con sus compañeros o con sus padres) puede tener ciertos beneficios, las interacciones sociales en tiempo real siguen siendo superiores a los medios digitales para el aprendizaje en el hogar", dice el informe.

Jugar es importante tanto para los niños como para sus padres, ya que compartir momentos felices juntos solo puede mejorar su relación.

Entonces, ¿qué pueden hacer las familias para fomentar este tipo de juegos?

Para los profesores, la Academia recomienda un aprendizaje más lúdico, o "dejar que los niños tomen la iniciativa y sigan su propia curiosidad". Durante los primeros meses, sugiere jugar a esconderse tras las manos para hacer reír al niño, y anima a los padres a reaccionar al comportamiento no verbal de su bebé, como devolverle la sonrisa si sonríe. Y si tu hijo te pide que juegues, hazlo.

"Es una de las mejores partes de ser padre y una de las mejores cosas que puedes hacer por tu hijo", comenta el doctor Michael Yogman, pediatra y autor principal del informe. "Jugar ayuda a los niños a aprender el lenguaje, las matemáticas, las habilidades sociales, y reduce el estrés. Jugar es importante tanto para los niños como para sus padres, ya que compartir momentos felices juntos solo puede mejorar su relación".

Este artículofue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón Mora