Nueve razones por las que 'Merlí' no es una serie de instituto más
Para empezar: ¿filosofía en televisión?
¿Te dice algo la palabra peripatéticos? Si eres de los que ha visto Merlí, seguramente te despierte una sonrisa. Son muchos los que se han rendido a los encantos del peculiar profesor de Filosofía que protagoniza las tres temporadas que componen la serie, rodada íntegramente en catalán y que es todo un éxito internacional —nació en el seno de TV3, poco después dio el salto a laSexta y ahora arrasa en muchos países, especialmente en Latinoamérica, gracias a Netflix—.
Entre sus fieles se encuentran el cantante Pablo Alborán o los actores Dani Rovira y Clara Lago, que a través de sus redes sociales han felicitado públicamente al elenco y a sus creadores —el guión corre a cargo de Héctor Lozano, Mercè Sàrrias y Laia Aguilar y la dirección recayó en Eduard Cortés—.
¿Qué tiene Merlí para haber llegado al corazón de tantas personas? ¿Qué diferencia a esta serie de instituto de otras tipo Compañeros o Física y química? Estas nueve razones intentan dar respuesta a estas preguntas:
1. Por el propio Merlí
La serie debe su nombre al protagonista, Merlí Bergeron Calduch (interpretado por Francesc Orella), un profesor de Filosofía de instituto con una manera muy personal de dar clase. Se le podrían aplicar multitud de calificativos, desde mordaz hasta manipulador, pasando por inteligente, contestatario, ligón, ácido o provocador.
Los alumnos están encantados con él por su manera de romper con lo establecido, por decir lo que piensa sin cortapisas, por sus merlinadas... y por tratarlos como adultos y contagiarles el espíritu crítico.
2. Porque habla de grandes temas sin que parezcan metidos con calzador
A lo largo de las tres temporadas las tramas van tocando asuntos tan importantes —y más teniendo en cuenta que es una serie para un público mayoritariamente joven— como la depresión, la homosexualidad, el suidicio, el consumo de drogas y alcohol, el sexo, la privacidad en redes sociales, la transexualidad, la muerte, la autoestima, el bullying o los embarazos adolescentes. Lo mejor es que lo hacen sin que parezca que se quiera lanzar una moraleja, ni de manera frívola ni sensacionalista.
3. Porque despierta ganas de aprender Filosofía
Los peripatéticos, Platón, Maquiavelo, Aristóteles, Sócrates, Schopenhauer... todos los capítulos se titulan en honor a un filósofo o escuela de pensamiento, sin dejar fuera —y éste es un buen detalle— a mujeres pensadoras como Hiparquía o Judith Butler. Hacen referencia también a qué explicará Merlí en cada clase, dejando muchas veces boquiabiertos a sus alumnos.
La serie consigue transmitir una idea general del pensamiento de los filósofos más relevantes a través de ejemplos cotidianos y mucho humor. Así, no sólo hace valorar la importancia de la asignatura, sino que el propio espectador termina planteándose cuestiones filosóficas.
4. Por el toque político
El humor está también muy presente en cómo la serie trata la cuestión catalana. La ficción no se mete en harina pero sí da ciertas pinceladas con algún soliloquio de la madre de Merlí, Carmina Calduch, o con el personaje de Elisenda, una profesora de inglés cuyo motor vital es conseguir la independencia.
De hecho, este personaje levantó críticas por parte de Societat Civil Catalana. Jaume Peral, el director de TV3, lo justificó como una "necesidad dramática" y recalcó que "la serie no se posiciona ni a a favor ni en contra del proceso".
5. Por unos personajes con dimensión
Es una serie coral pero se nota que cada uno de los personajes está construido con mimo, empezando por los adolescentes. Tienen personalidad propia y conflictos que van más allá de los amoríos propios de la edad. Están en la edad de madurar y esa metamorfosis se refleja en su evolución a lo largo de las temporadas.
Los guionistas también han clavado otros personajes, como retorcidos profesores o... ¿hemos hablado ya de la estupenda madre de Merlí?
6. Por el mosaico de relaciones entre padres e hijos
Las vidas de los chavales no terminan en el instituto. Merlí es también un reflejo de la diversidad de familias, desde la madre soltera o un matrimonio conservador, hasta el padre que pasa de sus hijos.
Las tramas que incumben a los padres salpimentan la historia, al igual que las de los docentes. La sala de profesores es un buen reflejo de las relaciones laborales que se pueden encontrar en cualquier trabajo: alianzas, envidias, trepas, buenos compañeros...
7. Por las críticas al sistema educativo
Otras series de instituto han plasmado injusticias o han tocado temas sociales pero quizá ninguna ha denunciado de manera tan directa y clara el sistema educativo. El momento en el que el director del instituto esconde a los alumnos conflictivos para que no molesten durante una inspección —que Merlí aprovecha para hacer de las suyas— o esta escena sobre la universidad pública son ejemplo de ello:
8. Por la gran hornada de jóvenes actores
El rostro de Carlos Cuevas (Pol Rubio) es quizá el más conocido fuera de Cataluña por la participación del actor en Cuéntame cómo pasó, pero Merlí también ha dado a conocer a una decena de jóvenes intérpretes. Todo un soplo de aire fresco en el panorama televisivo, dentro y fuera: los alumnos del Àngel Guimerà son casi celebridades en países como Argentina.
Algunos han dado el salto a otros proyectos nacionales, como Albert Baró (Joan Capdevila), que fichó por Servir y proteger (TVE), o Iñaki Mur (Oliver Grau), que lo hizo por Centro médico, también en TVE. Por su parte, Oriol Pla (Óscar Rubio), ha protagonizado El día de mañana y el anuncio de Estrella Damm de este verano.
9. Por la nostalgia que produce
Al seguir las andanzas de los chavales es inevitable que el espectador se ponga a recordar el paso por el instituto, toda esa época de cambios, descubrimientos, amistad e incertidumbre por el futuro, y que se pregunte: ¿quién fue el Merlí de mi vida?
