Guía para conocer a los líderes de extrema derecha que están rompiendo Europa

Guía para conocer a los líderes de extrema derecha que están rompiendo Europa

Los partidos de ultraderecha están explotando con éxito la ansiedad por la inmigración, la identidad nacional y los fracasos del sistema.

De izquierda a derecha, Viktor Orbán (Hungría), Matteo Salvini (Italia), Jaroslaw Kaczynski (Polonia), Heinz-Christian Strache (Austria), Jussi Halla-aho (Finlandia), Jimmie Akesson (Suecia) y Alexander Gauland (Alemania).Ji Sub Jeong/HuffPost

Las elecciones que se han celebrado este año por toda Europa confirman la creciente popularidad de los líderes de extrema derecha.

Al tiempo que sus homólogos liberales y conservadores se encuentran en caída libre, los partidos de extrema derecha están explotando con éxito la ansiedad que siente la gente por la inmigración, la identidad nacional y los fracasos del sistema. Después de varias décadas apartados del panorama político, ahora están logrando formar gobiernos, por sí solos o en coalición.

"Estamos siendo testigos de una postura política y simbólica que dice 'ya basta'. Los que creen que el sistema ya no funciona están encontrando aliados a lo largo y ancho de toda Europa", comenta Natalia Banulescu-Bogdan, líder del programa internacional del Instituto de Políticas Migratorias, con sede en Washington, D. C.

A continuación podrás conocer más sobre los principales líderes y partidos que están tratando de volver a moldear Europa a su imagen y semejanza desde la extrema derecha.

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Resucitando la extrema derecha

Matteo Salvini y el partido Liga Norte de Italia

El partido italiano Liga Norte ha formado parte de varias coaliciones de gobierno desde su fundación en 1989, pero jamás ha tenido tanto poder como ahora. Este partido de extrema derecha fue el tercero más votado en las elecciones italianas de 2018 y se ha convertido en la pieza clave del gobierno de coalición con el partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas, pese a tener un menor número de escaños.

El resultado obtenido por Liga Norte habría sido impensable hace unos pocos años. El partido solo obtuvo un 4% de los votos en 2012 después de que su líder fuera forzado a dimitir por un escandaloso caso de fraude. Sin embargo, Liga Norte resurgió desde que Matteo Salvini, de 45 años, alcanzó el liderazgo del partido a finales de 2013.

El auge de Salvini y sus menosprecios hacia las minorías comenzaron durante una ola de violencia en Italia en contra de la inmigración. Mientras los partidos conservadores alertaban del creciente racismo y del sentimiento fascista, Salvini llegó a publicar una cita del dictador Benito Mussolini: "Muchos enemigos, mucho honor".

"A finales de 2013, Salvini se hizo cargo de un partido que la mayoría de la gente pensaba que agonizaba. Estaba destruido. Perdía afiliados a un ritmo alarmante. Salvini le dio la vuelta a la situación en un periodo muy corto y con muy poco presupuesto", explica Duncan McDonnell, profesor de la Universidad Griffith de Australia.

Muchos enemigos, mucho honor.Salvini, citando a Mussolini

Bajo el liderazgo de Salvini, Liga Norte ha abandonado su propuesta política original, que buscaba la prosperidad del norte de Italia escindido de la parte sur, y ha optado por el nacionalismo italiano. Mientras que antes Salvini se burlaba de los italianos del sur, a los que denominaba fétidos parásitos, su objetivo actual es el influjo de inmigrantes y refugiados, a quienes vilipendia, acusándolos de ser "violadores" y "traficantes de drogas". En sus mítines decía que quería cerrar mezquitas y deportar a 150.000 inmigrantes en su primer año al cargo.

En la nueva coalición de gobierno de Italia, Salvini asumió el doble cargo de ministro del Interior y vicepresidente italiano y ha utilizado su poder para convertirse rápidamente en uno de los políticos de extrema derecha más destacados de Europa. Impidió el desembarco de naves con migrantes y refugiados, propuso realizar un censo de gitanos y presionó por levantar las sanciones de la UE contra Rusia. Su discurso enfatiza la necesidad de proteger la Italia cristiana y propuso la instalación obligatoria de un crucifijo en todos los espacios públicos.

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Un veterano autócrata se afianza en el poder

Viktor Orbán y el partido Fidesz de Hungría

Han cambiado muchas cosas desde que el primer ministro húngaro Viktor Orbán y el Fidesz emergieron como una fuerza pro-democracia a finales de los 80. Aunque Orbán fue un activista liberal que estudió Derecho en el Reino Unido gracias a una beca del multimillonario George Soros, ahora demoniza a su benefactor al tiempo que encabeza restricciones severas a las libertades democráticas y alimenta la histeria contra la inmigración.

El Fidesz y Orban, de 55 años, se desplazaron a la derecha a mediados de los 90. Empezaron a socavar las instituciones democráticas de Hungría tras ganar con una mayoría de dos tercios en las elecciones de 2010. El Fidesz reescribió la legislación del país y, en última instancia, toda su Constitución, aprobando leyes electorales que, según expertos internacionales, fueron concebidas para su propio beneficio y para poner más trabas a la oposición liberal fracturada de Hungría. Los aliados de Orbán fueron poco a poco tomando el control de los medios de comunicación del país y limitando la libertad de prensa mientras los incondicionales al Fidesz acaparaban el poder en las instituciones culturales, judiciales y financieras.

"Nadie considera que Hungría sea una democracia liberal y la mayoría de la gente ni siquiera considera que sea una democracia", asevera Sheri Berman, profesora en la universidad Barnard College de Nueva York.

Sin embargo, el ascenso de Orbán a la fama internacional se produjo durante la crisis de refugiados, cuando se posicionó como un cruzado contra la inmigración y defensor de la cristiandad en Europa. Pese a que Hungría apenas ha acogido a refugiados y a que su población musulmana solo supone el 0,4% del total, ha seguido hablando de los inmigrantes en términos de "invasores musulmanes" que quieren destruir la cultura y la homogeneidad étnica de Hungría.

Durante las elecciones celebradas en abril de este año, Orbán y el Fidesz empapelaron el país con carteles contra la inmigración y contra George Soros, recurrieron a tópicos antisemitas y acusaron al magnate de tratar de derrocar al gobierno. El Fidesz logró una victoria arrolladora en unas elecciones que los observadores consideraron libres, pero no justas. Desde entonces, Orbán ha impulsado mano dura contra distintos grupos de la sociedad civil y ha aprobado leyes que criminalizan las ayudas a inmigrantes.

Asentado dentro de sus fronteras, Orbán también planea exportar su política por toda Europa. Ya ha apoyado a sus aliados nacionalistas de otros países y prometió el mes pasado que las elecciones de 2019 al Parlamento Europeo traerían una ola de "democracia cristiana" a todo el continente.

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Un giro caótico hacia el autoritarismo

Jaroslaw Kaczynski y el partido Ley y Justicia de Polonia

La democracia polaca ha ido dando pasos hacia atrás desde que el partido nacionalista de derechas Ley y Justicia se ganó el derecho a formar un gobierno en mayoría en 2015.

Ley y Justicia ha recurrido a medios cada vez más autoritarios para atacar a las sociedades civiles y socavar la independencia de los medios de comunicación públicos. En la actualidad, está tratando de reformar los juzgados del país para ocuparlos con los fieles al partido. También aprobó una controvertida ley este año que ilegalizaba cualquier crítica vertida hacia Polonia por los crímenes cometidos durante el Holocausto.

El líder de Ley y Justicia es Jaroslaw Kaczynski, que no es ni el primer ministro ni el presidente de Polonia, pero es sin duda la persona más poderosa del país. Aunque este político de 69 años no ocupa ningún cargo en el Gobierno, es el presidente del partido dirigente.

"Esto le permite contar con una enorme autoridad y ninguna responsabilidad", afirma Anna Grzymala-Busse, profesora de Estudios Internacionales en la Universidad Stanford de California.

Kaczynski siempre ha tenido una visión particular del nacionalismo. La gran diferencia es que ahora cuenta con la mayoría parlamentaria y, básicamente, puede llevar a la práctica todo lo que ha estado planeando.

Kaczynski fundó Ley y Justicia en 2001 con su hermano gemelo Lech, que fue el presidente del país de 2005 hasta su muerte en 2010 en un accidente de avión. La tragedia se cierne sobre la política de Polonia, ya que Kaczynski acusa a importantes figuras de Rusia y de la oposición polaca de haber asesinado a su hermano, una acusación que ya han refutado dos investigaciones independientes.

Kaczynski viene apoyando desde hace mucho tiempo el nacionalismo polaco y posiciona a Ley y Justicia como un partido que quiere preservar la identidad cristiana homogénea del país. Ha utilizado un discurso nativista y la creciente economía del país para retener el apoyo público al tiempo que las reformas legales de Ley y Justicia han ido eliminando barreras al poder del gobierno.

"[Kaczynski] siempre ha tenido una visión particular del nacionalismo. La gran diferencia es que ahora cuenta con la mayoría parlamentaria y, básicamente, puede llevar a la práctica todo lo que ha estado planeando", explica Anna Grzymala-Busse.

Algunas manifestaciones masivas y las presiones de la Unión Europea han hecho retroceder a Ley y Justicia con algunos de sus planes, incluida la prohibición total del aborto y una ley que reconstruiría el Tribunal Supremo de Polonia. Sin embargo, con una oposición fracturada y con Kaczynski bien afianzado en el poder, los expertos internacionales advierten que las instituciones democráticas polacas se encuentran bajo amenaza perpetua.

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Los rivales de Merkel se hacen 'mainstream'

Alexander Gauland y Alternativa por Alemania

El partido Alternativa por Alemania (AfD) está enraizado en su desprecio por la postura aperturista de la canciller Angela Merkel hacia migrantes y refugiados. Su plataforma pide el cierre de las fronteras de Alemania a los migrantes, se opone al espacio Schengen (la zona de libre movimiento dentro de la UE), aboga por la prohibición de los burkas y pide un referéndum para salir de la UE.

Fundada en 2013, la AfD se convirtió el año pasado en el tercer partido más votado, con un 12,6% de los votos, y en el primer partido ultraderechista en tener representación en el Bundestag desde la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de su apoyo electoral procede de zonas de Alemania del este, donde la población inmigrante ha aumentado significativamente desde 2015, cuando el país aceptó a más de un millón de inmigrantes y refugiados. Desde entonces, Alemania se esfuerza por procesar peticiones de asilo de manera oportuna e integrar a los recién llegados, dejando que se enquiste el sentimiento anti-migrante.

"Merkel tuvo mucho éxito a la hora de reunir apoyos en el punto álgido de la crisis de refugiados y de apelar al sentido de generosidad y hospitalidad de Alemania, recordando que era parte de su cultura acoger a la gente", explica Banulescu-Bogdan. "Pero, ahora que la crisis se alarga, la generosidad va agotándose. Es muy difícil mantener ese nivel de apoyo cuando Europa no ha encontrado ninguna solución para ello".

Frauke Petry, que dirigió la AfD hasta 2017, sugirió una vez que la Policía alemana debería disparar a migrantes que intentaran cruzar al país. Alexander Gauland, que ahora lidera el partido, también ahoga a sus facciones más moderadas. Gauland, de 77 años, es conocido por hacer declaraciones racistas sin reparos, como cuando, en alusión a la comisaria de integración del Gobierno, alemana de nacimiento de ascendencia turca, dijo que los alemanes podían "deshacerse de ella en Anatolia".

Aunque la AfD no tiene representación en el Gobierno de coalición de Merkel, su retórica anti-inmigración se ha expandido entre la gente e infiltrado en la política al más alto nivel. Horst Seehofer, ministro del Interior y cabeza del partido socio de Merkel, la conservadora Unión Social Cristiana, no es en absoluto una figura de extrema derecha. Pero, a medida que se va notando el hartazgo de la política de puertas abiertas de Merkel, Seehofer también presiona por cerrar las fronteras de Alemania.

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Bajo el lema trumpiano 'Finland First'

Jussi Halla-aho y los Verdaderos Finlandeses

El partido ultraconservador y populista Finns Party defiende una Finlandia sin inmigración de países de fuera de la Unión Europea, excepto si son individuos que puedan aportar beneficios económicos añadidos al país.

Anteriormente conocido como los Verdaderos Finlandeses, este partido euroescéptico aumentó su popularidad durante la crisis de la Eurozona a finales de los 2000. En 2011 se convirtió en el tercer bloque político de Finlandia, con 39 de los 200 escaños parlamentarios, y casi formó coalición con el mayoritario Centre Party.

El Finns Party eligió a la diputada Laura Huhtasaari como candidata para las elecciones presidenciales de este año. Aunque no muestra posibilidades de ganar, ha utilizado la plataforma para transmitir el mensaje del partido, incluso vinculándose al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al acuñar el eslogan "Finland First" y criticar el "retroceso musulmán".

"Finlandia va un poco atrasada si lo comparas con otros países europeos", sostiene Huhtasaari. "Los partidos anti-inmigración están ganando en todas partes y la gente está empezando a despertar. Aquí también se están despertando ahora".

El líder del partido, Jussi Halla-aho, de 47 años, sigue una línea aún más dura. En 2012, la Corte Suprema de Finlandia lo multó por unos comentarios que dejó en un blog en los que relacionaba el Islam con la pedofilia y a los somalís con robos.

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'Un poco confusos', pero con ADN racista

Jimmie Akesson y los Demócratas de Suecia

Convencidos de que los suecos nativos están siendo expulsados de su propio país, el partido de los Demócratas de Suecia quiere cerrar las puertas a los solicitantes de asilo y refugiados, excepto a quienes vengan de naciones vecinas.

Últimamente el partido de extrema derecha se ha disparado en los sondeos, siendo el principal aspirante a convertirse en el segundo mayor partido de Suecia en las elecciones generales de septiembre.

A finales de los 80, cuando se creó, el partido estaba vinculado al movimiento neonazi, pero su líder actual, Jimmie Akesson, de 39 años, afirma que se ha deshecho de cualquier vestigio de la antigua identidad del partido. En 2010 logró por primera vez escaños en el Parlamento y desde entonces su popularidad no ha dejado de subir.

No tienen problema con gente que viene de Estados Unidos o de Nueva Zelanda; es con Oriente Medio y África.

"Son un poco confusos, pero su objetivo es la migración de fuera de Europa, los inmigrantes musulmanes y de África", afirma Anders Sannerstedt, conferenciante de ciencia política en la Universidad sueca de Lund. "No tienen problema con gente que viene de Estados Unidos o de Nueva Zelanda; es con Oriente Medio y África".

Sannerstedt explica que han cambiado la retórica que solían usar para justificar su oposición a la inmigración.

"En 1988, los Demócratas de Suecia estaban en contra de la inmigración por motivos de sangre, ADN y genes, utilizando explícitamente argumentos racistas", dice. "Pero ahora han eliminado todo eso. Ahora es cuestión de que la inmigración cuesta mucho dinero y de que los inmigrantes tienen dificultades para adaptarse a la sociedad sueca".

El aumento de la popularidad del partido en los últimos años puede estar relacionada con su afán (y de otros) por sembrar el miedo por las crecientes tasas de criminalidad y violencia de bandas. Las pandillas de zonas con mucha población inmigrante han sido responsables de varias muertes en los últimos años, poniéndoselo en bandeja a la retórica de los Demócratas de Suecia.

El partido reconoce que "la mayoría de la gente que vive en esas áreas problemáticas está harta de los crímenes de bandas", señala Sannerstedt. Pero sostienen que estas comunidades inmigrantes tienden a alimentar este tipo de anarquía.

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Fundado por ex nazis

Heinz-Christian Strache y el Partido de la Libertad de Austria

El éxito actual del Partido de la Libertad de Austria (FPO) y la reacción silenciosa de Europa ante ello refleja tanto la forma en que los partidos radicales suelen ganar aceptación como la forma en que el FPO ha rehecho específicamente su imagen.

Cuando el FPO entró en la coalición de Gobierno en el año 2000, surgió una oleada de indignación internacional. Que un partido de extrema derecha fundado por ex oficiales nazis en los 50 fuera acogido en un Gobierno europeo se veía como algo peligroso. La UE impuso sanciones a Austria, Israel retiró a su embajador como protesta, y miles de personas se manifestaron en Viena.

El pasado diciembre, 17 años más tarde, el FPO entró en el Gobierno por segunda vez tras obtener el 26% de los votos. El líder del partido, Heinz-Christian Strache, llegó a un acuerdo con Sebastian Kurz, del conservador Partido del Pueblo, para formar coalición. Pero esta vez Austria no tuvo que hacer frente a sanciones, ni a diplomáticos despedidos, solo a unas pocas protestas.

En los últimos años, el FPO ha tratado de distanciarse del antisemitismo —Strache, de 49 años, pidió disculpas por su propio pasado como joven activista neonazi— y de centrarse en la respuesta pública negativa ante la migración, especialmente si es musulmana. Austria dejó pasar a decenas de miles de solicitantes de asilo durante el punto álgido de la crisis de refugiados en 2015. Los líderes del FPO señalan con el dedo a estas personas para azuzar el miedo a una potencial islamización de Austria y hacer campaña por reforzar las fronteras. Desde las elecciones del año pasado, uno de los representantes del partido ya ha pedido un registro de judíos y musulmanes que quieran comprar kosher o carne halal, y el partido se ha visto en medio de un escándalo por sus conexiones con una asociación antisemita.

Aunque el FPO sigue siendo solo un socio menor de la coalición con el Partido del Pueblo austríaco, se las ha arreglado para arrastrar a sus socios conservadores aún más hacia la derecha y centrar la agenda en la inmigración y el islam. El Gobierno de Kurz aboga por un "eje" con Italia y Alemania contra la inmigración y ha recortado su programa de prestaciones por hijos para austríacos que viven en el extranjero.

El Gobierno de Austria también anunció en junio sus planes de cerrar siete mezquitas y expulsar hasta a 60 imanes a los que acusa de recibir financiación extranjera de Turquía. Y atención: Strache proclamó que esto era "solo el principio".

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco y Marina Velasco Serrano