La "tormenta perfecta" se cierne sobre Idlib

La "tormenta perfecta" se cierne sobre Idlib

El Gobierno sirio ultima el ataque final al último bastión rebelde en manos de la oposición. La ONU alerta de que puede desatarse la peor crisis humanitaria en siete años de guerra.

Una familia siria, en su coche, yendo a zonas más seguras del norte de la provincia de Idlib, ante la inminencia del ataque.AFP / Getty Images

El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, la ha definido como la "tormenta perfecta": se dan todas las condiciones para que la ofensiva contra provincia de Idlib, el único bastión opositor que se le resiste al presidente Bachar el Assad, se inicie de forma inminente.

¿Por qué es tan importante una carga más, en una contienda que contabiliza ya unas 550.000 víctimas mortales? Porque puede convertirse en la peor batalla de esta guerra vieja de siete años: ya no hay otras zonas rebeldes en las que pelear y Damasco puede centralizar ahí sus esfuerzos, Rusia e Irán están de su parte en esta campaña que dicen "inevitable", y en la zona se concentran casi tres millones de personas, que se pueden ver masacradas, con el Ejército y sus ayudantes echando el resto.

Idlib, en el noroeste de Siria, se ha ido convirtiendo en estos años en un refugio para los críticos con Assad que residían en otras zonas del país que, poco a poco, cayeron en manos del Ejército nacional. Se calcula que, entre ellos, viven parapetados unos 70.000 combatientes de 50 organizaciones rebeldes diferentes. La más importante de ella es el Organismo de Liberación del Levante, los restos de la antigua rama local de Al Qaeda en Siria, el Frente Al Nusra. En la zona ya hay un millón y medio de personas que subsisten gracias a la ayuda humanitaria y se estima, según Naciones Unidas, que un ataque en la provincia podría generar unos 800.000 desplazados.

El cerco

En los últimos días, los movimientos para ir a por esta gobernación son claros. Al sur y este de Idlib se concentran tropas regulares sirias, con refuerzos. Hacia el oeste, ya en aguas del Mar Mediterráneo, patrullan diez buques de guerra y dos submarinos rusos, con armamento de media distancia de última generación. No hay escapatoria por la zona oeste, porque hace frontera con Turquía y ese país decretó un cerrojazo total tras acoger a tres millones de refugiados. Es una ratonera.

El primer ministro de Siria, Imad Khamis, ha asegurado que las milicias recuperarán la provincia "en las próximas horas" de manos de los "grupos terroristas" -que es como, desde 2011, cuando empezó todo, el régimen llama a todos sus detractores- y que el Gobierno no permitirá cualquier intento que busque atentar contra la estabilidad de la nación árabe. Para ellos, ganar esta batalla es determinante para acabar con la contienda de Siria.

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EFE informa de que, a la espera del inicio de la ofensiva terrestre contra la provincia, Siria y Rusia continuaron este domingo atacando por aire las zonas controladas por los rebeldes. Los helicópteros de la Fuerza Aérea Siria lanzaron decenas de barriles explosivos contra varios pueblos en el sur de Idleb y en la zona controlada por los rebeldes en la vecina región de Hama, según informaron activistas y grupos opositores.

¿Qué ocurre con los civiles?

Progresivamente, en estos años han ido cayendo todos los territorios comandados por fuerzas opositoras a Assad, incluyendo los que estaban en manos del Estado Islámico. Ahí están las batallas de Alepo, de Gouta y de Deraa. Siria, más Irán y Rusia, pactaron el pasado año cuatro zonas de actuación post-conflicto abierto, en las que trabajar sobre los restos que quedasen vivos, algo que llaman "reconciliación". Les falta Idlib, especialmente valiosa por su tamaño y el potencial agresor que aún guarda.

Los civiles son la mayor preocupación. Algunos están saliendo estos días de la zona, a áreas algo más seguras del norte, pero no hay mucho lugar donde esconderse y donde tener las mínimas condiciones de supervivencia. Con la frontera turca cerrada, se especula con la posibilidad de que escapen a zonas de Siria que hoy están bajo control de Ankara, pero aún no hay un ofrecimiento abierto de las autoridades turcas para hacerlo.

Desde la ONU plantean la necesidad de crear unos pasillos humanitarios que permitan sacar a la gente a zonas del país que ya no están bajo combates. En otras zonas donde esto se ha hecho cuando la claudicación era inminente, ha habido represalias posteriores por parte de las autoridades. De ahí que no haya especial confianza en lo que Damasco vaya a hacer con ellos una vez que los saque.

Negociaciones sin resultados

Los presidentes de Rusia, Turquía e Irán se reunieron el viernes en Teherán para analizar lo que está por venir en Idlib. Tras el encuentro de Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan y Hasan Rohaní no se dio a conocer acuerdo alguno. Ni un paso hacia la distensión o la paz. Sólo llamamientos poco concretos y amenazas, eso sí.

Los tres líderes coincidieron en llamar a los grupos armados de la provincia a deponer las armas para evitar un "derramamiento de sangre". Putin y Rohaní denunciaron que están usando a los civiles como "escudos humanos" para impedir la ofensiva, pero Erdgan no fue tan lejos ni usó la palabra "terroristas", como hicieron sus compañeros repetidamente. Y es que Turquía es aliada de algunos grupos contrarios a Assad. La complejidad de esta guerra, en cada detalle.

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El líder ruso fue el más arrojado y denunció que los "grupos terroristas", con el objetivo de dañar al Gobierno sirio, están planeando "actos provocativos como el uso de armas químicas". Es como ponerse la venda antes que la herida ya que en estos días se han producido reiteradas advertencias de varios miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -EEUU, Francia y el Reino Unido- avisando de que, si el régimen emplea armas químicas en su ofensiva por venir, plantearán una respuesta, incluso militar. Washington ya ha atacado en dos ocasiones intereses sirios por este motivo. Donald Trump, el presidente de EEUU, ha avisado de que supondría "un grave error" atacar.

Erdogan reclamó "un alto el fuego" y fue quien más habló de proteger a los civiles. "Cualquier paso erróneo que demos puede tener consecuencias negativas y dañar a los civiles (...) Turquía llama a evitar un derramamiento de sangre", subrayó. Por eso, reclamó "garantías" para que, si llega la ofensiva final, no acabe siendo "una masacre de civiles" ni provoque "una nueva tragedia humanitaria", informa EFE.

Cejas alzadas de sus interlocutores, nada más. Al otro lado, insistencia: acabar con los reductos de rebeldes es "inevitable para la estabilidad en Siria", aunque "esta campaña no debe dañar a los civiles ni conducir a una política de destrucción", dijo el iraní. El ruso, flemático, afirmó: "Siria tiene derecho a retomar el control de todo el país".

A eso, parece, se va a dedicar Assad en las próximas horas.