Luz Casal: "El cáncer no es más amenaza que subir a un coche, a un tren o a un avión"

Luz Casal: "El cáncer no es más amenaza que subir a un coche, a un tren o a un avión"

La cantante habla sobre su experiencia por el Día Contra el Cáncer de Mama.

Luz Casal, en un concierto benéfico en el Teatro Real de Madrid, el 5 de enero de 2018.GTRES

Además de una pionera en la música española, Luz Casal también fue una de las primeras artistas españolas en hablar abiertamente del cáncer de mama cuando se lo diagnosticaron en 2007. Estaba de gira, tuvo que suspender su agenda y explicar el motivo de la cancelación de los conciertos. Sin embargo, y a pesar de que tuvo que apartarse de los escenarios, no se vino abajo y se refugió precisamente en la música. En cuanto se recuperó de ese primer diagnóstico retomó las actuaciones hasta que un nuevo un tumor, esta vez en la otra mama, hizo que en 2010 volviese a vivir la historia.

La cantante no quiere que su nombre vaya ligado al de la enfermedad, pero afirma que siente una responsabilidad con la gente a la que inspira para seguir adelante y hacer frente a lo que venga, por lo que no duda en hacer hueco en su apretada agenda para participar en eventos de apoyo a la ciencia y la investigación, que considera fundamental.

El 24 de septiembre hizo una parada en su gira, en la que estará inmersa hasta el próximo 16 de diciembre y que la llevará próximamente a Estrasburgo, México y varias ciudades españolas, para asistir a un acto en Madrid con motivo del Día Mundial de la Investigación del Cáncer. Junto a ella, que habló como superviviente, la Premio Nobel Elisabeth Blackburne, la científica española María Blasco (CNIO), la oncóloga Laura García Estévez (MD Anderson Cancer Center) y la farmacóloga María José Alonso Fernández (Universidad de Santiago de Compostela).

Pero Luz Casal no solo graba discos, actúa y asiste a eventos, también saca tiempo para dar entrevistas si con ello consigue ayudar a alguien a pasar mejor los largos días de la enfermedad y tratamiento.

En 2007 te diagnosticaron por primera vez cáncer de mama. ¿Cómo fue aquel momento?

La primera noticia alarmante me llegó estando de gira en Francia. Antes de irme, el ginecólogo me había aconsejado que me hiciese una serie de pruebas, incluida una mamografía, y estando allí me llamó para decirme que no le gustaba lo que había visto. Al cabo de un tiempo, en un viaje de unos días a Madrid, me hice otras pruebas y la conclusión fue que aquello que en un principio eran pequeños bultitos se había convertido en algo peligroso y había que tomar medidas.

Lo peor del cáncer fue sentir que iba a provocar un dolor inmenso a la gente que quería.

¿Qué es lo peor que recuerdas de la noticia?

Lo peor del cáncer fue sentir que iba a provocar un dolor inmenso a la gente que quería. A las dos personas que me estaban esperando en el coche, sobre todo a mi madre... Pero reaccionaron muy bien. En el caso de mi madre, al ser hija única y tener ese vínculo tan poderoso que teníamos, creía que le iba a destrozar la vida. Pero al revés. Salió muy airosa y me dijo: "Bueno esto que te está pasando a ti le pasa a fulanita, menganita..." y empezó a darme la relación de todas las personas que conocía que lo habían sufrido. En realidad, no me hundí. No eché ninguna lágrima. Mi pensamiento fue para las dos personas más importantes de mi vida.

Pero tuviste que suspender la gira y contar lo que le pasaba...

Había venido a Madrid solo para tres o cuatro días a cambiar maletas y hacer algunas gestiones de trabajo menores, pero la gira continuaba y tuve que hacer un comunicado para explicar por qué cancelaba todo. Igual si no hubiese estado en activo no hubiese hecho el comunicado, pero en aquel momento no tuve ningún reparo en decirlo. No me parece que sea un estigma tener una enfermedad de esas características como no me lo parecieron en su día otras enfermedades con una carga social más intensa como el sida. A toda la gente con sida de mi entorno la animé para que no ocultaran su estado ni su enfermedad porque, en muchos casos, tener la complicidad de la gente que aprecias, de tus amigos y de tu familia es importante para ayudarte emocionalmente.

Fuiste, si no la primera, de las primeras artistas españolas en decir públicamente que padecías un cáncer.

Puede que sí, pero no hago carreritas para ser la primera, no es algo que me preocupe, no tengo ese afán de protagonismo ni ese tipo de veleidad. Dentro de este mundo puede que haya sido de las primeras en decirlo, pero esa no es una medalla que me interese ponerme. Ni esa ni otras muchas.

¿Cómo viviste aquella exposición pública en aquel momento?

Intenté no frivolizar con el tema, no provocar pena ni nada. Quería tomármelo como me he tomado siempre cualquier episodio fuerte de mi vida, con naturalidad y quería entenderlo como una enfermedad que hay que atajar. Hay que buscar a los mejores profesionales y el apoyo emocional de la gente que te rodea y no quería convertirlo en algo que se extralimitara. Está bien recibir apoyo de gente desconocida pero no quería exponerme demasiado.

En más de una ocasión has dicho que durante la enfermedad la música fue tu refugio, pero ¿cómo viviste aquella retirada forzosa de los escenarios?

Desde el principio asumí que había que tomar las medidas oportunas, consultar con los profesionales, hacer cada cosa que me decían de la manera más decidida, pero con el propósito de no dejar de trabajar. No podía actuar porque no estaba en buen estado y además, iba progresivamente perdiendo fuerzas pero eso no me impedía escribir no me impedía componer, no me impedía pensar en un nuevo disco. Y en los dos episodios hice dos discos. Preparé dos discos y grabé dos discos. Yo digo que la enfermedad, los dos episodios, los he superado gracias a los cuidados y a la farmacología empleada pero también en un alto porcentaje, gracias a la ayuda y el soporte de la música. El seguir trabajando... Tenía una agenda, no tan llena como habitualmente pero sí trabajaba. La música era y es parte de mi vida y lo fue en ese tiempo.

Tengo cierta responsabilidad con todas aquellas personas que me ven como un ejemplo de que se puede vencer al cáncer

¿Cómo llevas haberte convertido en un referente para las mujeres que padecen esta enfermedad?

No quiero que el cáncer sea protagonista de mi vida profesional, pero tengo cierta responsabilidad con todas aquellas personas que me ven como un ejemplo de que se puede vencer al cáncer. Pero no me gusta considerarme nada. Hago las cosas porque sí. No quiero ser abanderada de nada. Para mí es chulísimo sentir que hago algo por la gente. Es una recompensa maravillosa, pero no quiero figurar. Quiero hacer las cosas porque sí, sin esperar medallas. Que luego cuando me las dan, no veas como me pongo, pero no quiero verme con la banderita.

¿Y cómo recuerdas la segunda vez que te dieron la noticia de que tenía cáncer, en la otra mama?

Pensé un poco lo mismo. Que hay que agarrar el toro por los cuernos, hay que pararse otra vez... Pero las cosas nunca son iguales. Tú ya tienes un conocimiento, ya sabes por lo que vas a pasar. Por eso, para mí es muy importante la información y el conocimiento sobre las cosas, para no dejarse influenciar por lo que le pasó a no sé quién, sino por tu propia experiencia, por el propio conocimiento de tu cuerpo y de tu fortaleza. Y todo ese tipo de cosas. Una cosa es que nos convirtamos en seres frágiles, pero no necesariamente débiles.

Y habiendo pasado dos episodios, ¿no tienes miedo a una nueva recaída?

No, no vivo con miedo, no quiero ese tipo de miedos. No me dejarían vivir y no dejaría vivir a los que me rodean. No estoy temiendo cada revisión. Voy de la forma más tranquila posible. Y, desde luego, huyo de todo lo que me pueda provocar ansiedad de algo que no sé, que para eso están las pruebas y las revisiones. Pero no, no tengo esa actitud. No me la consiento.

Lo que hay que entender es que la enfermedad es algo que forma parte de nuestra vida. Es una enfermedad más grave pero no significa el fin. Siempre le digo a la gente que la amenaza del fin está ahí desde que nacemos, no hay que darle otro dramatismo... Que saber que estamos aquí de paso, como digo en la canción Días prestados, es una obviedad y muchísima gente no la tiene presente.

Ha dicho que para usted es muy importante la información, pero hay gente que prefiere no saber nada, que confía en los médicos, que se deja hacer y ya está. ¿Qué opinas de eso?

Creo que ese tipo de pensamientos están obsoletos. Es importante saber por qué ocurren las cosas. No es lo mismo desarrollar una enfermedad porque tienes malos hábitos que porque tienes una predisposición genética. Aunque hay que tener cuidado con todo lo que lees. Recuerdo que en el primero de los cánceres recibía [por internet] todo tipo de consejos que eran hilarantes. Uno de ellos era que tomase unos polvos de la cola de una animal completamente desconocido para mí, al que le faltaba ser un dinosaurio. Ese tipo de cosas es una información falaz y cuando te pilla con escasa información puedes tomarlo como real.

Sé que genéticamente tengo una predisposición y sé que por mucho que me cuide, tengo un gen mutante que es el que ha provocado muchos fallecimientos a unas edades muy tempranas en algunos de mis familiares. Y hay que saberlo para que las nuevas generaciones de mi familia conozcan que tenemos esa posibilidad o esa amenaza. Que para mí no es más amenaza que las miles de veces que me subo a un coche, a un tren o a un avión.

Siempre has dado las gracias a los médicos y a los científicos. Y siempre has apostado mucho por la ciencia y la investigación...

Claro, porque una vez que conoces un poco, sabes la importancia que tiene que un fármaco con una determinada enzima pueda conseguir que vaya directamente al núcleo de la célula y que no se quede fuera, es importantísimo... Para mí, la investigación científica en esta enfermedad y en muchas otras es fundamental.

Soy completamente ignorante, no porque sea idiota sino porque nunca tuve tendencia a estudiar, pero el mundo científico me parece fascinante. Me encantaría que en lugar de haber tantos personajes populares que no me interesan y además considero que hacen daño, que la gente pudiese conocer a María Blasco [la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)] y que supieran la labor que hace o que supieran que existe un tipo que se llama Carlos López Otín que ha hecho por la humanidad mucho más de lo que yo haya podido hacer con mis pequeñitas canciones. Yo estoy a favor de la ciencia, sí, sí o sí.

Dices que después de cada concierto hay mucha gente que se acerca a ti para contarte sus historias con la enfermedad. ¿Cómo lo llevas?

Lo tengo asumido. Sé que después de cada concierto voy a tener que estar con gente que me van a abrazar y me van a decir una cantidad de cosas a cada cual más emotiva. Hay gente que se me acerca porque pasó lo mismo que yo al mismo tiempo y se identificaba conmigo cuando salía sin peluca. Y otra gente que me dice lo importante que ha sido tal canción... Me lo tomo de la misma manera que cuando viene una pareja y me dice: "¿Sabes que con esta canción nos conocimos o nos casamos?". Parte del trabajo de las canciones es emocionar. Y en esto, es sentirte parte de un colectivo que tenemos unas experiencias muy semejantes, es como una unión que se ha establecido de la manera más natural y más sencilla posible.

La actitud es importantísima. Eso no significa que no vayas a tener días malos porque los habrá, sobre todo durante el tratamiento. Pero ya está

¿Le darías algún consejo a las mujeres que estén luchando ahora contra la enfermedad?

No me gusta dar consejos porque cada persona es un mundo, con su situación personal, su educación, su conocimiento... Lo más a lo que puedo llegar es a que la actitud es importantísima. Eso no significa que no vayas a tener días malos porque los habrá, sobre todo durante el tratamiento. Pero ya está. La actitud es muy importante y hay que tomarse las cosas como vienen y ver qué soluciones son las que hay... Y sí, habrá algún día que te duela mucho el cuerpo, pero mañana ya no te dolerá. Y ese sería mi mensaje.