El recuerdo de Almudena Grandes que pone los pelos de punta sobre lo que Arabia hace con los homosexuales

El recuerdo de Almudena Grandes que pone los pelos de punta sobre lo que Arabia hace con los homosexuales

"Celebro con la razón, y con el corazón, la condena internacional provocada por el atroz asesinato de Khashoggi, pero..."

EFEEFE

La escritora Almudena Grandes ha relatado —en su comentario Escándalo, en la Cadena Ser— la cruda realidad que sufren muchos "hombres homosexuales", "mujeres homosexuales, adúlteras, solteras con actividad sexual o insumisas a los designios de su familia" que, en aplicación de la sharía islámica que rige en Arabia Saudí, mueren a pedradas. "A ellos los entierran hasta la cintura, a ellas hasta el cuello, y luego los lapidan hasta la muerte", ha recordado Grandes.

"Celebro con la razón, y con el corazón, la condena internacional provocada por el atroz asesinato de Khashoggi, pero eso no me alivia del dolor por tantas y tantas mujeres lapidadas en una enloquecida espiral de crímenes de estado, que nunca ha provocado la menor respuesta en las potencias que ahora se han decidido a actuar", ha argumentado la escritora, antes de sentenciar: "El respeto a los derechos humanos también impide matarnos a pedradas. No hay peor escándalo que tener que recordarlo".

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El presidente turco, Erdogan, que ha encarcelado a más periodistas que ningún otro gobernante para suprimir todas las opiniones críticas con su persona, ha hecho una declaración solemne. Jamal Khashoggi era saudí pero además un periodista internacionalmente reconocido, ha dicho, y eso nos confiere una responsabilidad internacional. Esas palabras me han devuelto el recuerdo de estas otras: "las piedras no deben ser demasiado grandes para que el condenado no muera de una o dos pedradas, tampoco tan pequeñas que no se puedan llamar piedras". Es un extracto de la ley saudí contra los delitos sexuales, que se aplica de vez en cuando a hombres homosexuales y, continuamente, a mujeres homosexuales, adúlteras, solteras con actividad sexual o insumisas a los designios de su familia. A ellos los entierran hasta la cintura, a ellas hasta el cuello, y luego los lapidan hasta la muerte. Esto ocurre en Arabia Saudí, y en otros países donde rige la sharía islámica, como Pakistán, Irán o Afganistán. Como ustedes son muy inteligentes, me van a entender.

Celebro con la razón, y con el corazón, la condena internacional provocada por el atroz asesinato de Khashoggi, pero eso no me alivia del dolor por tantas y tantas mujeres lapidadas en una enloquecida espiral de crímenes de estado, que nunca ha provocado la menor respuesta en las potencias que ahora se han decidido a actuar. Y eso sin contar con la canonización de un dictador como Erdogan. Las mujeres también somos humanas. El respeto a los derechos humanos también impide matarnos a pedradas. No hay peor escándalo que tener que recordarlo.