Desmontando a Teodoro García Egea: el árbol de Navidad es una tradición pagana que vino de Rusia

Desmontando a Teodoro García Egea: el árbol de Navidad es una tradición pagana que vino de Rusia

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"Porque nosotros celebramos la Navidad. Y ponemos el Belén. Y ponemos el árbol. Y celebramos nuestras tradiciones, nuestra..."

¿¿¿¿¿El árbol????? ¿Cómo es eso, Teodoro? ¿El árbol, una tradición española? ¿Estás seguro?

Teodoro García Egea, secretario general de Partido Popular, se cubrió de gloria este sábado cuando en un acto celebrado en Murcia defendió las tradiciones españoas y, entre ellas, incluyó la Navidad. Y, dentro de esta, mencionó la costumbre de poner el árbol.

No se equivocó el bueno de Teodoro con lo de que en España ponemos el árbol —7 de cada 10 españoles decoran su casa, según la encuesta de YouGov para El HuffPost—, pero de ahí a que sea una costumbre patria hay un buen trecho. Un trecho de miles de kilómetros.

El árbol que vino de Moscú

Porque lo de poner el árbol de Navidad es una costumbre pagana que procede del norte de Europa y que llegó a España directa desde Rusia. La trajo la aristócrata moscovita Sofía Troubetzkoy en el siglo XIX.

Se instaló en Madrid en la década de los 70 y, con ella vino también el árbol. En las Navidades de 1870 adornó con sus hijos uno que, por su gran altura, colocaron en la entrada del desaparecido Palacio de Alcañices, el edificio de la calle Alcalá en el que se instaló con su marido José Osorio y Silva, duque de Sesto.

El suyo fue el primer abeto adornado que se vio en España y muchos ciudadanos quisieron verlo. "Por ello, abrió su palacio un sábado. Bastaba ser alfonsino para ser presentado en aquella casa, manantial de política y conspiraciones", según contaba la historiadora Ana de Sagrera.

Pero el árbol que llegó a Madrid llevaba años poniéndose en países como Alemania y Suecia, donde los protestantes potenciaron esta costumbre (extendida por el misionero inglés San Bonifacio, cuya misión era combatir la idolatría) en contra del Belén. Incluso hay una leyenda que relaciona este elemento decorativo con Martín Lutero.

Sea o no real esta leyenda, lo cierto es que los primeros documentos escritos con referencias al árbol datan de los siglos XVI y XVII en Alsacia, según el historiador español Néstor Luján. Fue en el siglo XVIII cuando se consolidó la tradición por Estrasburgo y cuando llegó al palacio de Buckingham de la mano de la reina Carlota, esposa del rey Jorge III. A París llegaría años después, en el siglo XIX, y fue de la mano de una española. La emperatriz Eugenia de Montijo y su esposo Napoleón III se encargaron de ponerlo de moda.