La 'semana horribilis' de Torra

La 'semana horribilis' de Torra

El president de la Generalitat, con un liderazgo cada vez más en entredicho, ha sido desautorizado por los suyos en varias ocasiones durante los últimos días.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra. EFE/ArchivoAgencia EFE

¿Está el president de la Generalitat, Quim Torra, cada día más sólo? La pregunta recorre las tertulias y análisis en Cataluña después de una de las peores semanas que se le recuerdan desde el inicio de su mandato. El diagnóstico es compartido en menor o mayor medida: Torra proyecta ahora mismo la imagen de un presidente solitario, errático, incluso descontento con una responsabilidad que le impide desplegar su perfil activista, más pendiente de realizar ayunos en el monasterio de Montserrat que de gestionar una Comunidad Autónoma de 7,4 millones de habitantes.

En poco más de seis días, el president ha constatado cómo sus mensajes eran contradichos o ignorados por miembros de su Gabinete y de los partidos que lo sustentan en la Generalitat. También el mensaje del PDeCAT en el Congreso durante el debate monográfico sobre Cataluña de este miércoles ha guardado distancias con el del Torra y su aval a la vía eslovena para conseguir la independencia.

El primer paso en falso fue el jueves. Los Mossos cargaron en Girona y Terrasa contra independentistas que trataban de boicotear sendos actos de Vox por el día de la Constitución. El saldo fue de una veintena de heridos y tres detenidos en las filas de los CDR, un colectivo jaleado en ocasiones tanto por el president como por el conseller de Interior, Miquel Buch.

Ante la incomodidad de la situación, Torra lanzó unas declaraciones muy atrevidas que han quedado finalmente en saco roto. Estableció un ultimátum de cuatro días al conseller de Interior para que realizara cambios en el cuerpo y depurara responsabilidades tras las cargas. El mensaje de Torra, cuestionando una actuación policial que horas antes había sido defendida por el director de los Mossos, Andreu Martínez, encendió a los agentes de un cuerpo cuyo descontento aumenta desde el pasado octubre.

También el expresident Artur Mas se desmarcó de Torra en una entrevista en Catalunya Ràdio. Defendió a los Mossos, descartó realizar ayuno alguno y, en clara alusión al actual president, afirmó que no correspondía a los políticos pedir a los CDR que apretaran.

Cuatro días después se constató que lo de Torra había sido un simple aspaviento. Buch y Torra se reunieron para abordar una purga en el cuerpo policial que quedó en nada. El día siguiente Buch se reunió con los mandos policiales, les aseguró que no habría cambios y les pidió disculpas por lo sucedido.

Los reveses a la 'vía eslovena'

"Los catalanes hemos perdido el miedo. No nos dan miedo. No hay marcha atrás en el camino hacia la libertad. Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para vivir libres". Esta frase, pronunciada el sábado por el president durante su visita a Eslovenia, generaría la segunda tormenta política de la semana.

A Torra se le acusó de avalar una vía para conseguir la independencia que incluyó una guerra de 10 días con más de 60 muertos. El mismo día que el president lanzaba estos mensajes, el exconseller Toni Comín aseguraba, durante la presentación del Consell de la República, que el tramo final para la independencia sería "dramático" y con consecuencias "altas e injustas".

Los desmarques de ERC y de otros actores independentistas no tardaron en llegar. El presidente del Parlament, Roger Torrent, se distanció de Torra y afirmó que su camino era la "vía escocesa". También se desmarcó de la actuación de los CDR al asegurar que la "República catalana" no se construiría con "capuchas y la cara tapada". También desde ERC hicieron malabarismos para desmarcarse de la llamada vía eslovena sin menoscabar la autoridad de Torra: "Rechazamos estos procesos negativos y que han comportado acciones com la violencia", defendió la portavoz de los republicanos Marta Vilalta el lunes.

Los desmarques iban acumulándose mientras Torra no aparecía para matizar sus palabras. El president seguía con su ayuno de 48 horas en apoyo a los cuatro políticos presos que están en huelga de hambre.

El president, cada día más cuestionado

Las críticas a Torra le llegan desde todos los flancos. La oposición ha encontrado en las declaraciones sobre Eslovenia material pesado para atacarle y reforzar la imagen, poco ajustada a la realidad, de un clima prebélico en Cataluña. PP y C's siguen pidiendo la aplicación del artículo 155 y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha subido el tono este miércoles en el Congreso al avisar que será contundente si se vulnera la ley.

Desde las filas independentistas —sobre todo desde ERC– critican la falta de fineza y una política de gestos y declaraciones que pone en peligro la autonomía y aleja el foco de cuestiones más relevantes para los intereses independentistas. "Entre lo de los Mossos, los CDR y Eslovenia, nadie ha hablado estos días ni de la huelga de hambre ni de la presentación del Consell de la República ni del juicio que empezará en el Supremo", argumentaba este miércoles un diputado de las filas republicanas, que no escondía su descontento con la situación actual.

La falta de rumbo de la legislatura —ni una ley aprobada en vigor a día de hoy— junto a los vaivenes retóricos de los últimos días han contribuido a consolidar la imagen de un president cada vez más cuestionado, cuya acción —o inacción— al frente del Govern sigue condicionada por la alargada sombra de su antecesor, Carles Puigdemont, desde Bruselas. "No se está gobernando, los problemas se acumulan y sólo se insiste en lo mismo", añadía este diputado.