Por qué a veces siento tantas ganas de comer dulce

Por qué a veces siento tantas ganas de comer dulce

Los expertos explican por qué en ciertos momentos el cuerpo te pide más azúcar de 'lo normal'.

Elizabeth Fernandez via Getty Images

Todos hemos experimentado esas ganas de comer algo dulce a media tarde. Son las 4 (o las 5, o las 6) de la tarde y el cuerpo te pide algo de azúcar. ¿Es eso normal? ¿O el cuerpo está intentando decirte algo? A continuación, dos expertos explican qué significa en realidad esta necesidad de dulce.

En primer lugar debe quedar claro que todo el mundo las siente en algún momento (y no pasa nada).

"No es un motivo por el que sentirse culpable; es algo completamente normal", asegura la dietista Liz Powell, de Yaletown Nutrition, al HuffPost Canadá. "Los carbohidratos, que se descomponen en azúcares, son una fuente de energía para las células de nuestro cuerpo. Es totalmente natural que nuestro cuerpo sienta necesidad de azúcares, sobre todo en periodos en los que nos falta energía o combustible para seguir con el día".

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Andy De Santis, dietista de Toronto, añade que aunque tengas una alimentación sana y hagas ejercicio para hacer frente a tus antojos dulces, seguirás sintiendo esas ganas como todo el mundo.

"Veo razonable que, en un momento dado, alguien desee algo dulce independientemente de si sigue a rajatabla una dieta sana o una rutina de ejercicio", explica al HuffPost Canadá. "Para muchas personas, el sabor dulce es una característica muy atractiva de la comida, así que, ¿por qué no íbamos a buscarlo?".

No duermes lo suficiente: "La falta de sueño puede alterar el funcionamiento del cuerpo y la mente a nivel fisiológico", afirma De Santis. Cuando no duermes lo suficiente, el cuerpo produce más ghrelina, una hormona que avisa al organismo cuando necesita comer. Como consecuencia, el cuerpo piensa que tiene hambre y las ansias aumentan.

Cuando estás cansado, es posible que el cuerpo pida azúcar como una forma de mantenerte despierto y obtener más energía, lo cual explica por qué es tan común que la gente necesite una dosis extra de azúcar a media tarde.

  5c8a5b862500001304c8f26bBrigitte Sporrer via Getty Images

Estás estresado: algunas personas consumen alimentos dulces como una forma de calmarse en momentos de estrés, apunta Powell. Aunque esto puede proporcionar un alivio rápido, también puede dar lugar a malos hábitos alimentarios o a unos patrones irregulares de alimentación.

"Estos comportamientos pueden provocar un estado de ánimo bajo, agotamiento e irritabilidad por falta de energía o por una mala alimentación a lo largo del día", explica. "Desarrollar estrategias individuales para manejar el estrés, como dedicar tiempo a uno mismo, contribuye a reducir la tentación de lanzarse a la comida como un recurso para hacernos sentir mejor de forma habitual".

Acabas de hacer ejercicio: según WebMD, el ejercicio puede ayudarte a combatir tus ansias de postres, porque te hace sentir mejor y te da ganas de comer sano. Pero si después de una buena sesión de sudar te apetece azúcar, también es normal. Simplemente, el cuerpo te está diciendo que necesita recuperar calorías.

Estás deshidratado: aunque el cuerpo te pida azúcar después de hacer deporte no quiere decir que se lo debas dar, porque quizá lo que necesitas es beber agua. La deshidratación puede hacerte sentir hambriento, según Health.com.

"A menos que entrenes dos veces al día, o que el ejercicio sea demasiado intenso, no hay una necesidad real de comer un snack u otra cosa para recuperarse", señala Kate Comeau, portavoz de Dietitians of Canada.

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Has limitado demasiado el consumo de azúcar: "Reprimirte demasiado puede hacer que quieras aún más esos alimentos", advierte Powell. "Cuando te repites una y otra vez que no puedes tomar un alimento en concreto porque lo has etiquetado como 'insano', puede producirte una sensación de restricción u obsesión que seguirás sintiendo hasta que se lo des al cuerpo".

Tu dieta no es buena: "No siempre tenemos deseos de comer sólo por hambre, pero si después de una comida no te sientes satisfecho, es evidente que querrás comer más al poco tiempo", avisa De Santis. Si te alimentas bien a lo largo del día con comidas equilibradas, tendrás menos ansias, añade Powell.

Utilizas edulcorantes artificiales: sentimos quitarte esa ilusión, pero sustituir el azúcar por edulcorantes puede hacerte querer aún más dulce. "En proporción, son mucho más dulces que el azúcar de mesa habitual. La ventaja de los edulcorantes es que se pueden consumir en menor cantidad para conseguir el mismo nivel de dulzor", aclara Powell. "El inconveniente es que las papilas gustativas siguen estando sobreestimuladas con ese nivel de dulce, lo cual puede quitarle atractivo a otros alimentos más nutritivos y menos dulces, como la fruta".

Utilizas el azúcar como recompensa: cuando consumimos azúcar, en el cerebro se libera dopamina, un neurotransmisor que produce sensación de bienestar; de ahí que comer dulces parezca tan gratificante. Sin embargo, consumir dulces como una forma de recompensa no siempre es una buena idea.

"El consumo excesivo y frecuente de alimentos altamente azucarados puede insensibilizar, con el tiempo, la respuesta de recompensa que obtenemos de ellos, haciéndonos consumirlos en mayor cantidad para sentir el mismo nivel de recompensa que estimule nuestro estado anímico", explica Powell.

  5c8a5b862400005405a2fbf5Jose Luis Pelaez Inc via Getty Images

Tienes un mal hábito: un estudio de 2017 descubrió que el azúcar es más adictivo que la cocaína. Aunque entre la comunidad médica sigue habiendo debate en torno a esta afirmación, es posible que los humanos "desarrollen patrones de alimentación adictivos", señala Powell.

Tom Sanders, profesor jubilado de nutrición y dietética en el King's College de Londres, lo aclara. "Aunque es cierto que el gusto por los dulces puede generar dependencia, no es tan adictivo como los opiáceos o la cocaína", explica el experto a The Guardian. "Una persona no tiene síndrome de abstinencia cuando deja el azúcar".

Así que, si notas que tienes ganas de dulce constantemente, puede que sea hora de desechar ese vicio.

Si te apetece dulce especialmente por la noche o por la mañana, también es normal, apunta De Santis.

"Las variaciones naturales en el hambre y en los niveles hormonales entre el día y la noche son normales", afirma. "Por mi experiencia, en los hábitos también hay una variación individual. Algunas personas no controlan demasiado bien su hambre a lo largo del día y, como consecuencia, esas 'ansias' les vienen por la noche".

Cuando no eres capaz de contener la necesidad de dulce, intenta tomar alimentos naturalmente dulces para reducir las ansias, recomienda De Santis. La fruta (ya sea deshidratada, helada o al natural) es la mejor opción, así como "alimentos que aunque sean edulcorados también son ricos en nutrientes", como el yogur griego, propone.

  Prueba a tomar yogur griego con frutas del bosque en vez de un dulce ultraprocesado.George Doyle via Getty Images

Aquí se enumeran otros aperitivos recomendables ricos en nutrientes:

  • Láminas de plátano heladas con trocitos de chocolate negro
  • Granada
  • Macedonia de frutas con menta
  • Brownies de aguacate y judías pintas
  • Yogur con frutos rojos helados
  • Melocotones a la plancha con yogur
  • Dátiles y almendras

Una alimentación equilibrada y una buena hidratación son las formas más simples para combatir esas ansias.

"Trata de equilibrar tus comidas incluyendo proteína, carbohidratos complejos, verduras o frutas y, si es posible, grasas saludables", sugiere Powell. "Si te saltas comidas o llevas una dieta desequilibrada, el cuerpo te pedirá más comida (y energía) antes de acabar el día".

"Tomar comidas regulares a lo largo del día también te evitará llegar con un hambre sobrehumana a la siguiente comida", añade. "Cuando estamos muy hambrientos, es normal que recurramos a una fuente rápida de energía, como alimentos dulces".

Pero hay otras maneras de controlar las ansias de dulce:

Escucha a tu cuerpo: si conoces la causa de tu necesidad de dulce —estrés, falta de sueño o un mal hábito—, sabrás lo que realmente necesita tu cuerpo cuando sientes un fuerte antojo.

Controla tu entorno: presta atención a los alimentos que almacenas en tu cocina, advierte De Santis. "Eso influye mucho en las decisiones alimentarias que tomas, lo cual, en mi opinión, es lo más importante", dice.

Planifica tus snacks: llévate un plátano al trabajo, por ejemplo. Esto te ayudará a controlar tu necesidad de dulce a lo largo del día.

Ve reduciendo gradualmente tus caprichos: según WebMD, es posible entrenar las papilas gustativas reduciendo el consumo de azúcar poco a poco. Cuanto menos dulce consumas, menos necesidad sentirás.

No te prohíbas ningún alimento: "La comida es una enorme fuente de placer en nuestras vidas y tener una lista de alimentos que no podemos probar nos hará querer esas comidas 'malas' más a menudo", avisa Powell. "Al saber que no tenemos ningún alimento prohibido, les quitamos a esos alimentos el poder que les habíamos dado y ya no tenemos esas ansias tan a menudo".

Piensa que tener antojos no es malo de por sí: "En el contexto de una dieta equilibrada, no pasa casi nada (o nada) por disfrutar de tu dulce favorito cuando realmente te apetece", aegura De Santis.

Habla con tu médico o tu dietista si crees que tienes una relación poco sana con la comida, es decir, si continuamente te reprimes las ganas de comer o si cometes excesos aunque no tengas hambre, concluye Powell.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano