Por qué siempre te pones malo cuando estás de vacaciones

Por qué siempre te pones malo cuando estás de vacaciones

Justo cuando tienes unos días libres, tu cuerpo se rebela (y hay una explicación).

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No me suelo coger vacaciones de más de unos pocos días, así que los días de descanso son un sueño. ¡Sin responsabilidades! ¡Sin mails! ¡Sin sentimiento de culpa por darme atracones de series!

Pero también es el momento en el que invariablemente cojo un monstruoso resfriado y acabo varios días en cama. O con un virus que me acompaña hasta el nuevo año.

Y no sólo ocurre en invierno: las miles de anécdotas de compañeros, y las quejas de internet, sugieren que nuestro cuerpo sucumbe a la enfermedad justo en el momento en el que nos cogemos días libres.

¿Y eso? ¿Estamos malditos por el tiempo, o es algo que va más allá? Esto es lo que opinan los expertos:

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Cuando estás de vacaciones, es probable que te invada una sensación de dicha y felicidad, pero también puede que los días anteriores sean justo lo contrario. Que si horas de más en el trabajo en previsión de los días que no vas a estar, que si dejas de ir al gimnasio porque estás muy liada y no quieres irte de vacaciones con una maleta de ropa sucia... En fin, ¿sólo me pasa a mí?

Estos comportamientos pueden descontrolar tu organismo —y tu sistema inmune—, según el doctor Edo Paz. "Es posible que estés más estresado o agotado en los días previos a tus vacaciones mientras haces todas las gestiones necesarias antes de irte", afirma.

Es importante llevar una rutina equilibrada, aunque tengas una lista interminable de cosas que hacer antes de coger la carretera, apunta Paz.

"Haz todo lo que puedas por mantener el sistema inmune lo más fuerte posible durante este periodo vulnerable", dice. "Esto significa comer sano, hacer ejercicio, dormir lo suficiente, mantener el peso a raya y no fumar ni beber en exceso".

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En vacaciones hay gente que no sólo experimenta resfriados y gripe. Muchas personas notan un aumento en síntomas relacionados con la salud mental, problemas crónicos u otras dolencias en el momento en que se relajan. Esto se conoce como efecto relajación ["let-down effect", en inglés] y suele producirse después de un intenso periodo de estrés. Como señala la revista U.S. News & World Report:

"Las investigaciones asocian la relajación del estrés percibido con un aumento de picos de dolor y otras afecciones. Un estudio descubrió que la gente experimenta más ataques de pánico los fines de semana, y un estudio de 2015 de Taiwán reveló que en vacaciones y los domingos atienden más úlceras pépticas de urgencia que los días laborables".

La mejor forma de evitar esto es controlar el estrés lo máximo posible: haciendo ejercicio, quedando con amigos, hablando con un psicólogo o siguiendo cualquier otra rutina que te funcione (véanse yoga, meditación, gatitos...).

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Esta es un poco obvia: cuando viajas (ya sea en avión o en tren) entras en contacto con un montón de gente y, por tanto, con un montón de gérmenes. Esto te puede hacer más susceptible a ponerte enfermo.

"Muchas infecciones se propagan por gotitas diminutas generadas por las personas enfermas, lo cual puede quedarse en el aire o en superficies comunes", señala Paz. "Este problema es especialmente destacable en aviones, donde viaja mucha gente en un espacio pequeño, con poca circulación de aire y frecuente movimiento de viajeros".

Para protegerte, asegúrate de lavarte las manos a menudo y mantén hábitos saludables cuando estés de viaje. Ah, y ten cuidado con tocar ciertas cosas.

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Además de los consejos mencionados anteriormente, Paz hace hincapié en la importancia de la prevención.

La vacunación es una de las formas más importantes de prevenir enfermedades. Para la campaña de gripe, cada año se recomienda a los grupos más vulnerables (mayores de 60 años y personas con enfermedades crónicas) que se vacunen.

"Aparte de eso, lleva a cabo una buena higiene", recuerda Paz. "Lávate las manos con frecuencia y limpia y desinfecta las superficies más manoseadas".

Si ya estás enfermo, mira cómo te sientes antes de viajar. Si te vas de viaje estando malo, puedes empeorar o poner en riesgo a las personas que te rodean. Si decides hacer el viaje, "asegúrate de la taparte la boca cada vez que estornudes o tosas con un pañuelo o con el brazo, y tira todos los pañuelos usados", advierte Paz.

Si no, la única aventura que vivirás será de tu cama a la farmacia.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano