No salgas con una chica que viaja

No salgas con una chica que viaja

Nunca te necesita. Sabe cómo montar una tienda de campaña y cómo poner un tornillo sin tu ayuda. Cocina bien y no necesita que tú le pagues la cena. Es demasiado independiente y no le preocupará que viajes o no con ella. Se olvidará de esperarte en el aeropuerto para hacer el check-in juntos.

5c8b63963b000054066d765eAdi Zarsadias

Es esa que va despeinada y que tiene el pelo un poco quemado por el sol. Su piel no está como al principio. Pero tampoco bronceada. Su piel tiene marcas de quemaduras, de heridas y picaduras. Pero cada una de esas cicatrices tiene detrás una interesante historia que contar.

No salgas con una chica que viaja. No es fácil tenerla contenta. Las típicas noches de cena y peli en un centro comercial la ponen de los nervios. Lo que busca su alma son nuevas experiencias y aventuras. No le impresionará tu coche nuevo ni tu reloj caro. Preferiría estar escalando o saltando de un paracaídas antes que escuchar cómo presumes de tus nuevas adquisiciones.

No salgas con una chica que viaje porque no te dejará tranquilo hasta que no reservéis ese vuelo que está en oferta. No se irá de fiesta a las mejores discotecas. Y nunca pagará más de 100 euros por un concierto de Avicii, porque sabe que un fin de semana de fiesta equivale a una semana mucho más emocionante en cualquier lugar lejano.

Existe la posibilidad de que no consiga un trabajo estable. O puede que esté todo el día pensando en dejarlo. No quiere seguir matándose por algo que no es su sueño, sino el de otra persona. Ella tiene el suyo propio, y ya está trabajando en ello. Es autónoma. Gana dinero dibujando, escribiendo, haciendo fotos o cualquier otra cosa que requiera creatividad e imaginación. No pierde el tiempo quejándose de su aburrido trabajo.

No salgas con una chica que viaja. Probablemente haya malgastado su tiempo en la universidad y haya probado diferentes carreras. Ahora trabaja de monitora de submarinismo o de yoga. No está segura de cuándo volverá a cobrar, pero al menos no trabaja como un robot cada día, sino que va y viene, aprovecha lo que la vida le ofrece, y te reta a que tú hagas lo mismo.

No salgas con una chica que viaje, porque ha elegido una vida de incertidumbre. No tiene un plan seguro ni una dirección permanente. Se deja llevar, y sigue el instinto de su corazón. Baila al ritmo de su propia música. No lleva reloj. Sus días los marca el sol y la luna. Cuando hay olas, la vida se detiene y ella deja todo lo demás para otro momento. Pero sabe que lo más importante en la vida no es el surf.

No salgas con una chica que viaje, porque suele decir lo que piensa. Nunca intentará impresionar a sus padres ni a sus amigos. Sabe lo que es el respeto, pero no tiene miedo a lanzar un debate sobre cuestiones globales o responsabilidad social.

Nunca te necesita. Sabe cómo montar una tienda de campaña y cómo poner un tornillo sin tu ayuda. Cocina bien y no necesita que tú le pagues la cena. Es demasiado independiente y no le preocupará que viajes o no con ella. Se olvidará de esperarte en el aeropuerto para hacer el check-in juntos. Vive el presente con ajetreo. Habla con desconocidos. Va a conocer a mucha gente interesante de todo el mundo, gente que piensa igual que ella y que comparte su pasión y sus sueños. Contigo se aburrirá.

Por tanto, nunca salgas con una chica que viaje a menos que puedas seguirle el ritmo. Y si, involuntariamente, te enamoras de una de ellas, no intentes retenerla. Déjala ir.

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Traducción de Marina Velasco Serrano