Ciencia y política, un binomio ganador

Ciencia y política, un binomio ganador

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Este 2018 ha arrancado con dos interesantes iniciativas que enlazan a científicos y políticos. Una es la Ponencia sobre Genómica en el Senado, en la que 60 especialistas en la materia se están subiendo al estrado para explicar a 'sus señorías' las bondades que ofrecen al Sistema Nacional de Salud (SNS) las nuevas herramientas basadas en esta disciplina.

En total se mantendrán entre 15 y 20 reuniones para recopilar información diversa que servirá para dar forma al Plan Estratégico Nacional sobre Genómica, en el que se va a tener en cuenta no sólo esas bondades que he comentado anteriormente, sino también las acciones que se tienen que desarrollar en nuestra sanidad para poder implementarlas: garantizar la sostenibilidad del sistema, gestionar de forma legal y eficiente la información genética de los pacientes, formar a los sanitarios....

Entre los temas que se han tratado ya está la oncología de precisión, un campo que está ofreciendo nuevas herramientas a los especialistas que día tras día tienen que lidiar contra el cáncer. Pero también nuevas esperanzas a quienes padecen esta terrible enfermedad de mil caras.

El profesor titular del Departamento de Medicina de la Universidad de Valencia, Carlos Camps, también presidente de la Asociación Española de Investigación sobre Cáncer (Aseica) ha sido uno de los encargados de poner sobre la mesa de los gestores una petición clara: incorporar a la cartera de servicios del SNS las técnicas de secuenciación masiva y la biopsia líquida. Dos 'armas' clave, menos invasivas, para mejorar el diagnóstico y el seguimiento del paciente, y con ello dar con un tratamiento mucho más personalizado y acertado.

La idea inicial de la iniciativa 'Ciencia en el Parlamento' es la de que el conocimiento científico esté cada vez más presente en la formulación de propuestas políticas.

Ciencia en el Parlamento

La segunda iniciativa se ha llamado Ciencia en el Parlamento y ha sido impulsada por un grupo de investigadores abanderados por Andreu Climent, que ejerce su labor en el hospital madrileño Gregorio Marañón. A ella se han adherido ya más de 2.000 personas a título individual y más de un centenar de organizaciones, empresas y medios de comunicación, como la Fundación Cotec, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y entidades íntimamente relacionadas con la industria biotecnológica, como su patronal, Asebio, o la Asociación de Comunicadores de Biotecnología (ComunicaBiotec), entre otros.

Su idea inicial es la de que el conocimiento científico esté cada vez más presente en la formulación de propuestas políticas. No se trata sólo de dar un impulso a este campo, sino que cualquier medida, normativa o ley que se debata en Congreso y Senado cuente con el apoyo y el asesoramiento de investigadores. Es decir, que la asesoría científica, tecnológica y sobre innovación en el ámbito político pase a ser una realidad cotidiana, reconocida como necesaria y oficial, como reza el manifiesto del movimiento.

Ojalá no nos equivoquemos y sea este el comienzo de un largo proceso en el que primen la prueba, el error, la evidencia, y que sus protagonistas no se 'desinflen' si se da algún fracaso

Lo mejor de todo es que ya han llamado la atención de la Cámara Baja que, con la intercesión de Cotec (entidad presidida por la que ha sido la única ministra de Ciencia e Innovación de la historia de España, Cristina Garmendia), ha accedido a celebrar un encuentro entre diputados y científicos para fomentar ese contacto. Algo que a nivel europeo lleva tiempo haciéndose bajo el lema Science meets Parlament, con el objetivo de oír las propuestas de los investigadores para promover una cultura política basada en la evidencia.

En concreto tendrá lugar en el cuarto trimestre de 2018 y se dividirá en dos jornadas: un primer día de debates públicos entre científicos y políticos que demuestre el potencial de esta iniciativa; y un segundo de reuniones bilaterales entre ambas partes para que puedan compartir sus puntos de vista mutuos con respecto al papel de la ciencia en el desarrollo legislativo.

Tras muchos años de sequía, ciencia y política han vuelto a cogerse de la mano, y esta vez parece que con más fuerza. Y ante una situación así hay que quitarse el sombrero y dar un sonoro aplauso a ambas partes, porque empieza a verse un interés real y constante que va más allá del 'hacerse la foto'. Ojalá no nos equivoquemos y sea este el comienzo de un largo proceso en el que primen la prueba, el error, la evidencia, y que sus protagonistas no se 'desinflen' si se da algún fracaso. Como en los grandes trabajos de investigación, sólo el tiempo nos lo dirá.

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