¿Por qué hay mujeres que se odian tanto?

¿Por qué hay mujeres que se odian tanto?

Después de una década como presidenta de una organización de mujeres, puedo afirmar con seguridad que las mujeres nunca conseguiremos la igualdad a no ser que empecemos a apoyarnos mutuamente. ¿Podemos empezar con el beneficio de la duda? Si no sois capaces de uniros, siempre estaréis relegadas a un segundo plano en el trabajo y en casa.

ANADOLU AGENCY VIA GETTY IMAGES

Por primera vez en los 50 años que llevo viva, he empezado a dudar si llegaré a ver a una mujer en el cargo de presidenta. Hala, ya lo he dicho. He tenido que luchar y aceptar el inexplicable hecho de que muchas mujeres tienen prejuicios contra otras mujeres. Incluso en estas históricas elecciones estadounidenses, después de 240 años de ser gobernados por hombres, las mujeres siguen sin apoyar a la primera mujer candidata de un partido importante. Más concretamente, las mujeres blancas siguen sin apoyarla. Creo que ha llegado la hora de hablar en serio de lo que está en juego.

Tenía la esperanza de que fuera algo generacional y de que, con la evolución de la cultura y con factores como las mujeres trabajadoras y estudiantes de universidad, podríamos considerarnos compañeras y no enemigas. Estas elecciones han revelado lo contrario: las mujeres más jóvenes son las que más rechazan a Hillary. Las millennials prefirieron a Bernie Sanders en las primarias y cuando Hillary las ganó -según una encuesta de USA TODAY/Rock the Vote-, la apoyaron muchos más hombres millennials (un 65%) que mujeres millennials (tan solo un 47%). ¡Y nos hemos preocupado más de si los hombres serían el problema! Mentiría si dijera que no me parte el corazón.

Vale, puede que no sea agradable y que no se confíe en ella en comparación con otros hombres, pero ¿comparada con Trump?

¿Qué ha pasado? Podemos descartar las repetitivas excusas que se dicen cada vez que una mujer se presenta a un cargo. La más popular suele ser: "Yo voto a la persona más cualificada" (con la que se insinúa que las mujeres están menos cualificadas). No es el caso de estas elecciones, por lo que la discrepancia parece que se debe a que no era de fiar (una excusa muy vieja y arraigada). Para otros, la excusa es que Hillary no es agradable. Vale, puede que no sea agradable y que no se confíe en ella en comparación con otros hombres, pero ¿comparada con Trump?

Sé cuál es la siguiente excusa: apoyo a las mujeres, pero a esta no. ¡Por favor! Al terminar su etapa como secretaria de Estado, Hillary era la figura política más popular del país, más popular que el presidente Barack Obama o que el vicepresidente Joe Biden. Pero, cuando presentó su candidatura, su popularidad cayó en picado. Según los estadounidenses, se había pasado de la raya. Entonces, empezamos a buscar algo de lo que acusarla: una cuenta de correo electrónico (¡horror!) se convirtió en una caza de brujas moderna. Y no os engañéis: si Michelle Obama, o la senadora Elizabeth Warren presentaran su candidatura, haríamos lo mismo (o al menos las mujeres blancas harían lo mismo). Por eso tenemos que entender qué es lo que pasa.

El instinto me ha llevado a rodearme de mujeres y a apoyarlas.

Me cuesta entender lo que les pasa a las mujeres. El instinto me ha llevado a rodearme de mujeres y a apoyarlas: desde jugar a deportes de equipo a unirme a una asociación universitaria de mujeres (siguen siendo mis amigas), pasando por enseñar a grupos de jóvenes mujeres cuando trabajaba en Wall Street y a otras muchas en mi puesto de directora de una organización para mujeres. Siempre he sido más proclive a ver lo mejor de las mujeres y a apoyarlas.

Por eso soy incapaz de entender este aspecto de las mujeres: ¿Por qué somos tan duras entre nosotras? Es como cuando las mujeres les decimos a los hombres que no pueden entender lo que es estar en un aparcamiento de noche y estar alerta, o cuando les decimos a los heterosexuales que necesitan vivir lo que es ser gay para entender las dificultades que conlleva, o cuando les decimos a los blancos que desde su posición de privilegio no pueden entender lo que sufren los negros. Soy una persona ajena a eso. Le he dado mil vueltas a las cosas para entender por qué las mujeres (las blancas) apoyan a un hombre peor cualificado que ha llegado a decir en voz alta que agarra a las mujeres por el coño y que en el fondo sabemos que ha agredido sexualmente, ha discriminado y ha cosificado a las mujeres durante toda su vida. ¿Y la mitad de las mujeres blancas han votado a Trump? Me quedo sin respuestas.

Hacer que nos enfrentemos es la mejor manera de reprimirnos y de mantenernos en un statu quo de ciudadanos de segunda clase.

Pero lo que sí que sé es que Donald Trump fue inteligente. Supo lo que tenía que hacer para que las mujeres se enfrentaran entre sí. No es el primero ni será el último. Hacer que nos enfrentemos es la mejor manera de reprimirnos y de mantenernos en un statu quo de ciudadanos de segunda clase.

Me da miedo el futuro. Estos próximos cuatro años no van a ser buenos para las mujeres. Los acosadores sexuales y los violadores se han envalentonado (hasta Bill Cosby quiere otra oportunidad). La discriminación en el lugar de trabajo se generalizará y probablemente no se castigará. Se menospreciará a las mujeres en el trabajo, en casa y en la universidad. Ya está pasando.

Después de una década como presidenta de una organización de mujeres y de ver dos campañas presidenciales de Hillary, puedo afirmar con seguridad que las mujeres nunca conseguiremos la igualdad a no ser que empecemos a apoyarnos mutuamente. ¿Podemos empezar con el beneficio de la duda? Pido a todas las mujeres que lean esto que reflexionen. Especialmente a las más jóvenes: sois el futuro y, si no sois capaces de uniros, siempre estaréis relegadas a un segundo plano en el trabajo y en casa.

Todo lo que se habría necesitado en estas elecciones es que unas cuantas mujeres le hubieran dado a Hillary el beneficio de la duda.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.