Atascos

Atascos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A diferencia de posts anteriores en los que, inspirada por una situación, primero pienso, luego escribo y por último fotografío; en esta ocasión vuelvo a mis raíces, primero fotografiar y luego escribir.

Mientras los aburridos atascos de Madrid y las grandes urbes contaminan, y son motivo, casi siempre causa de bullicio y disputas; quedan otros atascos por descubrir.

Uno de ellos es la marcha de más de mil bueyes canarios- algunos de más de 800 kilos de peso- arrastrando las tradicionales carretas de madera, cuyas ruedas parecen a punto de romperse por el peso en cualquier momento, llenas de gente de todas las edades, asando carne en la parte trasera y sirviendo vino a cuantos pasan a su lado.

No me atrevería a dar una cifra de cuántas fiestas patronales se celebran cada año en todas las ciudades, pueblos, villas, aldeas y vecindarios de España, pero sí puedo afirmar que se pueden obtener muy buenas fotografías en todas y cada una de ellos. Cuando comencé mis estudios de fotografía en la Escuela de Arte y Diseño de Savannah, mi profesor de entonces me recomendó que hiciera fotografías de España durante mis vacaciones estivales.

Recién descubierta Cristina García Rodero -aún hoy mi fotógrafa española favorita-, y después de pasar todo aquel verano en el pueblo de mi madre, comencé con la idea de una colección de fotografías de fiestas. Y hoy, 22 años después, todavía me emociona tener la oportunidad de participar y fotografiar una fiesta.

Invitada por BlueRoom y la Oficina de Turismo de Tenerife, este verano he tenido la oportunidad de asistir junto a otros periodistas a las Fiestas de la Orotava.

La Orotava es una colorista ciudad colonial ubicada en una de las laderas del Teide, el gran volcán que se eleva por encima de las islas Canarias como un halcón. Como invitados oficiales, nos invitaron a vestirnos como "Magos", con los trajes regionales para poder disfrutar plenamente de la fiesta junto a los vecinos. Completamente de incógnito, excepto por mi cámara que destacaba allá donde fuese.

 

El último domingo de fiestas tiene lugar la Romería, que comienza en un alto del pueblo y va descendiendo por la montaña. Vestida de Maga, cogí mi cámara y me fui haciendo un hueco hasta llegar a La Casa de Los Balcones.

Era impresionante ver a los bueyes encarando la pendiente casi en diagonal con el suelo, utilizando sus pezuñas como frenos. Lo lógico sería que los carros los condujeran hombres hechos y derechos acostumbrados a trabajar con los bueyes en el campo y manejarlos en situaciones delicadas, pero en vez de eso muchos de los carros iban guiados por niños, orquestando y asegurando el flujo del tráfico como si fueran guardias urbanos. Huelga decir que los bueyes son criaturas pasivas y tranquilas que parecen estar, a su vez, orgullosos de participar en la romería.

Éstas son las imágenes que capté y tengo la sensación de que la única forma de presentarlas era contando una historia. Mi favorita es la del niño y su buey, la yuxtaposición y la composición gráfica hablan por sí mismas. El cuerno que parece prolongarse para proteger al niño, la admiración en la mirada del animal, tan intensa y obediente. El silbato en la boca del pequeño y la vara perfectamente alineada con la cruz. Sin comentarios!

Fotografías tomadas con mi cámara Haselblad 501, lente Carl Zeiss de 50mm y ligeramente retocadas para optimizar el tono y el color.