Ante la trata y la prostitución no caben escalas de grises

Ante la trata y la prostitución no caben escalas de grises

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La lucha contra la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y la abolición de la prostitución llegó al Pleno del Congreso de los Diputados este martes. Si queremos que el feminismo sea transversal en toda la acción política llevar el debate a la tribuna, implicando a todos los diputados y diputadas, es algo muy positivo porque la conciencia feminista debe ser intrínseca en toda la labor parlamentaria. Ahora bien, el feminismo no puede ser acromático como el gris y quedarse en la simple recepción de una luz de intensidad moderada. Ante la prostitución y la trata de mujeres y niñas, hay que posicionarse. Por eso rompí eso que llaman "la disciplina de voto" de Podemos y voté a favor de acentuar la lucha contra la trata y promover la abolición de la prostitución. El feminismo está por encima de partidos. Ante la prostitución y la trata de mujeres y niñas no caben escalas de grises.

La violencia machista se manifiesta de formas muy diversas, una de ellas, como la propia Organización de las Naciones Unidas señala, es la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. Aproximadamente 40 millones de personas en el mundo se ven forzadas a prostituirse; la inmensa mayoría son niñas y mujeres menores de 25 años. En España la cifra asciende a más de 45,000. No podemos obviar la estrecha relación que existe entre la prostitución y la trata con fines de explotación sexual; es más, el negocio de la trata es uno de los grandes beneficiados de las actuales dinámicas de migraciones forzadas. Estamos ante un tema serio, donde no hay lugar para medias tintas y donde mirar para otro lado es una irresponsabilidad.

Avanzar hacia el país feminista que queremos implica decir alto y claro que urge abolir la prostitución.

Es imposible separar la libertad individual de las estructuras y relaciones de poder imperantes en nuestra sociedad. Las elecciones personales están siempre ligadas a unos condicionantes preexistentes que muchas veces, son ajenos a nosotras y vienen determinados por la propia sociedad. De ahí que la batalla sea cultural. La prostitución no levita sobre el entramado en el que están tejidos los patrones sociales, económicos y culturales de nuestra vida, no es indiferente a esas relaciones. La prostitución, por su propia naturaleza, retroalimenta ese heteropatriarcado, reproduciendo las relaciones de poder que operan en él y nos oprimen como mujeres.

El 25 de noviembre llenamos las calles contra la violencia de género y el próximo 8 de marzo volveremos a llenarlas de feminismo en una nueva jornada de huelga feminista que volverá a ser histórica. No caben grises, avanzar hacia el país feminista que queremos implica decir alto y claro que urge luchar de manera integral y multidisciplinar contra la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y abolir la prostitución como elemento reproductor de la desigualdad y las violencias machistas.

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