Feminismo mixto

Feminismo mixto

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Materialismo cultural aplicado a los temas de género.

Más allá del feminismo teórico

En temas de feminismo, sé que debería estar calladito, al igual que Matt Damon. Es mejor escuchar las voces históricamente silenciadas y luego opinar, pero no se me da bien estar sin hablar ni escribir. Y creo que he demostrado mi interés sincero por el feminismo. Me toca hacer de abogado del diablo y empatizar con mis colegas machirulos que ven una conspiración contra los hombres. Ellos, por cierto, también deberían empatizar y oír. Deberían haberme acompañado a la maravillosa conferencia de Máriam Martínez-Bascuñán sobre el futuro del feminismo. O al menos leer su artículo sobre la cuarta ola del feminismo.

Y ahora vamos al ejercicio de empatía con los machos alfa. Me cuenta un amigo cercano que fue reprendido duramente por ceder un sitio a una señora en un autobús. Le llamó machista. No sé si la historia está exagerada. En cualquier caso, me sirve para aceptar como ejercicio mental la falsa dicotomía entre feminismo teórico y feminismo práctico. ¿Hasta qué punto deberíamos resignificar las normas de cortesía? ¿Tendríamos que matizar el mujeres y niños primero? Entiendo que viejos conceptos como el de caballerosidad no tienen cabida en una sociedad feminista. ¿O sí? Más cuestiones capciosas que me han planteado homúnculos avinagrados: si se restituyera el servicio militar obligatorio (hombres y mujeres no lo quieran), ¿seguiría siendo solo para hombres?

Me interesa sobremanera el heteropatriarcado y no estoy entre aquellos que lo cuestionan. Partiendo de un reconocimiento explícito de esta dominación masculina, creo que hay que llevar el debate al terreno práctico. También me pasa con el nacionalismo y con muchas otras controversias. Disfruto de cualquier conversación teórica sobre lo nacional (me pone la ficción, así que disfruto hablando de nuestras comunidades imaginadas), pero si los sentimientos nacionalistas jamás se sustancian, entonces hablamos de metafísica y de entes inaprensibles (para entendernos, los culés tienen derecho a saber contra quién jugaría el Barcelona si se lograra la independencia, por insustancial que sea el fútbol).

El feminismo ha abierto vías teóricas tremendamente fructíferas (la performatividad, la sororidad, etcétera), y aun así, creo que el debate no aborda algunos aspectos prácticos o no lo hace con la claridad que un torpe materialista cultural como yo quisiera ver. Por materialista cultural me refiero a la manera de entender la cultura de Marvin Harris; está bien conocer la simbología de la vaca en India, pero si de verdad quieres entender su carácter sagrado, conviene estudiar los usos prácticos que pudo tener ese animal antes de que nos perdamos en una interpretación alegórica sin fin. El feminismo puede y debe seguir esforzándose en el plano teórico. No obstante, estaría bien que no desatendiera el práctico.

Feminismo práctico, feminismo mixto

Zizek nos recuerda que nos distinguimos de los animales por la manera que tenemos de esconder nuestros excrementos. ¿Qué pasa con los servicios, los retretes, los toilets, los excusados? ¿Queremos construir una sociedad rigurosamente igualitaria y cagamos en baños separados? Esto parece una cuestión trivial, pero si los juguetes no sexistas han cobrado cierta relevancia en el debate, ¿por qué no plantear la cuestión de los aseos? Se trata de lo más prosaico de la esfera privada y de la esfera pública. No digo que tenga que resolverse de ninguna forma concreta. Propongo que se discuta (me atrevería a decir que los baños para personas con discapacidad no entienden de género, por cierto). Me parece algo confuso leer Teoría King Kong o algún libro de Judith Butler mientras orino o defeco en un baño donde no pueden entrar las mujeres.

Otra cuestión que me inquieta es el deporte. ¿Por qué no se obliga a realizar pruebas mixtas? ¿Por qué hay relevos masculinos y femeninos en lugar de relevos mixtos? En natación ya se hacenrelevos combinados: dos hombres y dos mujeres. Metamos el dedo en la llaga: ¿qué pasa con el ajedrez? Es un deporte de destreza intelectual, no física. ¿Por qué no empezamos a reflexionar seriamente sobre estas deshonrosas salvedades? Puede que haya mejores mecanismos compensatorios que dividir por género. Y podríamos seguir con muchos otros casos. Insisto en que no abogo por cambiar las costumbres o las pruebas deportivas en ninguna dirección particular. Sí creo que hay que analizar estas bagatelas porque la elegancia de lateoría general dependerá de cómo se integren estos escollos más bien residuales.

Me gustaría leer alguna propuesta política que cartografíe los cambios que se han logrado y los que aún tienen que hacerse. Se necesita un feminismo que responda de frente no solo a las necesidades feministas, sino también a las alharacas machistas. Donde un machirulo vea una contradicción feminista, debería haber una respuesta contundente que diga: el feminismo se posiciona así o asá, no se esconde y no pretende ser oportunista en las escasísimas ocasiones donde algunos tíos (o tías) aprecian una ventaja respecto a los hombres.

Un feminismo mixto donde hombres y mujeres participen juntos parece viable y necesario (¿se justifican todas las carreras solidarias de mujeres? Puede que sí, pero pensémoslo). Como hombre rodeado de negacionistas (machonazis con discurso, que los hay), echo en falta un feminismo que tenga respuestas claras para los pequeños asuntos. Las teorizaciones de altos vuelos se pueden desplegar antes, durante y después. Urge un feminismo que no se olvide del lenguaje sexista y del plano simbólico, pero que tampoco desatienda la realidad material, pues todos los sesgos sexistas que he podido cometer se han llevado a cabo con un teclado real en un mundo lleno de obstáculos materiales para las mujeres (como recordaba Isabel Coixet al decir que si operas una cámara, el pecho es un hándicap).

Ya he dejado caer mi propuesta de un feminismo mixto. Abogo por un materialismo cultural feminista. Ahora me toca escuchar, una vez más, lo que opina el feminismo al respecto... y después corregir mis cagadas (las simbólicas y las materiales).

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).