Camino del planeta de los simios

Camino del planeta de los simios

Ahora hay una nueva tribu caníbal en la red, valiente en el anonimato, cruel en la impunidad, que se suma a las existentes: el sector fanático de los animalistas. Una facción que, en realidad, no son animalistas, sino animales: son irracionales. Es esa gentuza que se alegra por la muerte del torero Víctor Barrio, corneado en Teruel el 9 de julio, como otros se han alegrado por la de un policía, o un militar.

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Hace unos años, cuando las web empezaron la guerra por la audiencia, los foros de usuarios se convirtieron en el milagrito del niño Jesús. Los gurús del universo digital, y en general los conversos a la nueva fe, no querían ni oír hablar de poner límites a la libertad de expresión, ante la aparición de los primeros casos de utilización de la red como desahogo de psicópatas, resentidos, sinvergüenzas, militantes del odio y practicantes de la injuria, la calumnia y la mentira. Por odio o para ver si cuela y gozar de solitaria fama aunque solo fuera unos segundos. Un flash.

En una reunión con expertos nativos digitales, o indígenas, en Madrid, a principios de 2006, alguien rebatió el repentino asamblearismo nihilista, todo gratis, ninguna restricción, hago lo que me da la gana, argumentando que, por mucho que hubiera repasado la Constitución, las leyes y las sentencias del TS y TC, en ningún sitio había encontrado que la protección constitucional se limitara solamente a los medios tradicionales, prensa en papel, radio o televisiones. Todo esto tiene unos filtros, su estructura orgánica, jefes de sección, redactores jefe, subdirectores, directores, todos profesionales, que como cernideros dejan fuera de la malla la piedra y solo dejan pasar el grano, salvo excepciones. La Constitución de 1978 protege los derechos fundamentales de los españoles en los periódicos, las revistas, la radio, la televisión... y también en internet. Que el medio de transmisión sea nuevo no le exime de estar sujeto a las leyes generales. El seguro de los pasajeros vale tanto en un avión de hélice como en un jet. "Un día llegará, y pronto, en que los tribunales empiecen a perseguir a los delincuentes que se valen del anonimato para ejercer lo que puede degenerar en un terrorismo social ejercido desde la impunidad y enfocado a destruir la imagen de las personas o el valor de los bienes".

"Pero eso - contestó uno que convirtió el todo por la patria en todo por la audiencia-disminuirá las visitas..." Naturalmente, lo mismo que la Policía o la Guardia Civil ahuyentan a los ladrones en los centros comerciales. Poco a poco se fue imponiendo la lógica; los más responsables, los que pueden definirse como nuevos medios periodísticos, empezaron a injertar discriminadores (como si fueran cribas o cernideros) de ciertas palabras clave.

En todas las sociedades hay tarados mentales; pero nadie tiene una 'patente de corso' que le proteja de las leyes.

El 10 de octubre de 2013 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictó una primera sentencia relacionada (Caso Delfi AS vs. Estonia) que estableció que si un portal de noticias tiene la consideración de editor, tiene culpa in vigilando por los contenidos. Cierto es que el mundo digital tiene una expansión y una velocidad similar a la del universo: cada vez mayor. Sin embargo el derecho también se adapta a través de novedosas sentencias que se centran en el contenido con independencia del soporte. Por ejemplo, la del TS de julio 2016 que se pronuncia sobre el enaltecimiento del terrorismo a través de las redes sociales: condena a un año de cárcel a una joven que utilizó twiter para burlarse de víctima de ETA. La decisión de la Sala de lo Penal actualiza las opiniones sostenidas por el TEDH en casos relacionados con los mismos aspectos en los medios tradicionales.

Pero la enfermedad no ha hecho sino avanzar, porque no se ha aplicado con rigor el criterio elemental de que no puede haber zonas de sombra para la protección constitucional, sobre todo de los derechos fundamentales. La democracia de opinión pública ha funcionado porque los tribunales han ido delimitando la posición de los distintos derechos en el orden social. Es de dominio público, en el orbe de las leyes, que el TC y el TS han situado en lugar preeminente el derecho a la información y a la opinión sobre otros derechos del mismo rango constitucional como los del honor y la intimidad; pero la jurisprudencia es explícita, y deja fuera de esa posición de privilegio aquello que desborda los límites de la libertad de expresión. En la estela del juez de la Corte Suprema de EEUU, Oliver Wendell, que sentenció ¡en 1919! que "gritar fuego, fuego" para sembrar el pánico en un teatro repleto no es libertad de expresión, los jueces españoles han puesto el semáforo en rojo a las noticias y opiniones no veraces, falsas fuera de toda duda, y al malévolo y criminal ánimo de injuriar por injuriar para hacer daño.

Ahora hay una nueva tribu caníbal en la red, valiente en el anonimato, cruel en la impunidad, que se suma a las existentes: el sector fanático de los animalistas. Una facción que, en realidad, no son animalistas, sino animales: son irracionales. Es esa gentuza que se alegra por la muerte del torero Víctor Barrio, corneado en Teruel el 9 de julio, como otros se han alegrado por la de un policía, o un militar, o un jugador de un equipo contrario. En todas las sociedades hay tarados mentales; pero nadie tiene una 'patente de corso' que le proteja de las leyes.

La defensa de los animales - del longorón y la ballena, del león y el zorro, del tiburón y la hiena, de la vaca y el toro- bajo ningún concepto puede degenerar en un fanatismo que le socave los derechos a los humanos. Porque en ese caso sí que vamos directamente al planeta de los simios. Y de las cabras, incluidas las de dos patas.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.