Soria, aplastado por Soria

Soria, aplastado por Soria

Soria tiende al furor, que no controla, porque es íntimo, como la naturaleza del escorpión que picó a la rana que le transportaba para cruzar el río. "Es mi naturaleza, dijo el bicho. Porque los escorpiones no saben nadar. Su reacción habitual era anunciar querellas, demandas, pleitos... Exigía sumisión absoluta; y así y todo liquidaba a los propios cuando creía ver la más nimia discrepancia o la más mínima posibilidad de competencia en el futuro. A sus subordinados-siervos, les exigía una lealtad absoluta de pensamiento, palabra y obra, que no era tal: era servilismo.

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Foto: EFE

Hace cinco años, cuando José Luis Rodríguez Zapatero estaba en caída libre, en Canarias se daba por hecho que José Manuel Soria sería uno de los barones que acompañarían a Mariano Rajoy en el Consejo de Ministros. Ambos tenían una fuerte, decían, amistad personal trabada en los frecuentes viajes del presidente del PP a un bungaló que el padre de Rajoy tenía en la urbanización turística de Puerto Rico, en Gran Canaria. Soria es encantador con los de arriba, igual que puede llegar a ser un irascible déspota con los de abajo. Los conservadores de toda la vida lo han ido abandonando. Discretamente. Por si acaso. De los caimanes uno no se puede fiar aunque estén dormidos.

Cuando se celebraron las elecciones y el gallego conquistó la nube, el rumor se hizo noticia, como todos los rumores serios. Varios periodistas que teníamos en común haber sufrido el carácter autoritario del ex alcalde, ex presidente del Cabildo de Gran Canaria, ex consejero de Hacienda y ex vicepresidente regional, coincidíamos en que acabaría mal en Madrid.

He llamado a dos compañeros, con quienes compartí las arremetidas de este personaje que gustaba de presumir de su talante british. Incluso esa sincera y a la vez brutal frase de Palmerston que decía que "Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Tiene intereses permanentes". En Panamá o en Jersey, o ya sabremos. Pero eso era como ponerle a un Cristo dos pistolas. Los dos colegas recordaban mi pronóstico. "Madrid no es como Canarias. Mientras más suba, más duro será el toletazo. Solo hay que esperar".

Escribo desde Ortigueira, en La Coruña, y tengo a mano unos versos de Rosalía de Castro: "No subas tan alto, pensamiento loco, que el que más alto sube, más hondo cae". Casi fuera de cuentas, la culpa es de Sánchez por no formar Gobierno, su destino se ha cumplido. Por lo que pasará a la historia desde su condición de "en funciones" es por los 'papeles de Panamá', por no haber dicho la verdad, a sabiendas, por haber inventado un impuesto al sol, por haber dejado una Biblioteca del Estado con orden de derribo por sentencia del Supremo, porque puso su mayoría absoluta por encima de la Ley, como si los votos borraran las ilegalidades y los delitos, y por un reguero de sospechas y, como decían Juan Fernando López Aguilar y Jerónimo Saavedra, de pufos. Recuerdo a Herbert Hoover, presidente USA en la Gran Depresión: "Bienaventurados los jóvenes porque ellos heredarán la deuda nacional". Frase que es de aplicación también a la herencia del PP que ha conseguido igualar PIB y deuda nacional, aunque de ese récord no se habla.

Y encima, como político ha sido un incompetente en todos sus cargos. Atildado y teatrero, endiosado por la falta de consecuencias de sus actos, pero sencillamente un trampantojo.

Soria tiende al furor, que no controla, porque es íntimo, como la naturaleza del escorpión que picó a la rana que le transportaba para cruzar el río. "Es mi naturaleza, dijo el bicho. Porque los escorpiones no saben nadar. Su reacción habitual era anunciar querellas, demandas, pleitos... Tanto abusó de esta técnica que un juez, Francisco Javier García García-Sotoca, en su sentencia 255/09 de 23 de septiembre de 2009, del juzgado de lo Penal número 2, no se contentó con echarle abajo su intento de empapelar al periodista Carlos Sosa, director de CanariasAhora, que había revelado que mientras se construía su chalé estaba alojado gratis en uno prestado por un empresario del puerto, sino que consideró que de lo que trataba era de amedrentar, y que el trabajo periodístico era veraz. El Fallo conclusivo decía así: "... este tipo de acciones penales pueden hacer que los ciudadanos se desanimen -en el sentido del TEDH (Tribunal Europeo de derechos Humanos)- al momento del ejercicio de la libertad de expresión o el derecho a la información, en definitiva, es necesario evitar que la acción penal se pudiera convertir en una suerte de instrumento para amordazar dichas libertades".

Llegaba a extremos delirantes, en las varias acepciones de la palabra. Durante unos años entendió que LA PROVINCIA - de la que fui subdirector y director-, la SER y CanariasAhora eran medios desafectos. Cortó la publicidad, y hasta dejó de invitarlos a actos institucionales, incluidas las comidas de Navidad. Se lo agradecí, porque en esas fechas siempre es conveniente guardar dieta. Estas historias están escritas, y en audio. Forman parte de una verídica historia de la corrupción, que es poliédrica, y que asomó la patita, como el lobo de Caperucita, hace muchos años. Exigía sumisión absoluta; y así y todo liquidaba a los propios cuando creía ver la más nimia discrepancia o la más mínima posibilidad de competencia en el futuro. A sus subordinados-siervos, les exigía una lealtad absoluta de pensamiento, palabra y obra, que no era tal: era servilismo. Presumía en público, incluso -por ejemplo, en la inauguración de una industria de alimentación en el sur de Tenerife-, de haber conseguido el relevo de dos directivos de un periódico que mantuvieron su santa independencia.

Una de las fichas bibliográficas más manoseadas de mi archivo es una de Vaclav Havel: "La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarían el seguro camino del fin".

Y encima, como político ha sido un incompetente en todos sus cargos. Miren que la ocurrencia de ponerle un impuesto al Sol... Manda carallo. Atildado y teatrero, endiosado por la falta de consecuencias de sus actos, pero sencillamente un trampantojo. Desde Hong Kong, el cónsul general Santiago Martínez Caro, ex director de Casa África, acosado por un Soria engreído, ha escrito un revelador epitafio en Twiter: "Como dijo el sobrino-nieto de Confucio: a todo cerdo le llega su San Martín".