La legalización de la esclavitud: los hijos por encargo

La legalización de la esclavitud: los hijos por encargo

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El afán desmedido por la propiedad ha conducido a considerar la posibilidad de poder tener hijos por encargo. No puedo entender cómo es posible que no se consideren estas prácticas un crimen contra la humanidad, cuando con las mismas se están violando de forma sistemática los derechos humanos. Lo que se está haciendo es conceder un derecho de propiedad sobre una persona, la mujer madre, de la que, tras un embarazo, nace otra persona, adjudicándosela por derecho y, por tanto, legalizando la esclavitud.

Al hacer esta manifestación en el mundo en el que vivimos, en el que personas con poder y fama recurren a estas prácticas y asumiendo que el debate está en la calle, reconozco que puedo escandalizar a una parte de la sociedad. Sin embargo, creo necesario, analizar el siguiente contrato real y reflexionar sobre él:

"La madre sustituta que resulte seleccionada por el Cliente, se comprometerá a firmar los documentos que se le requieran antes de que la parte médica del programa se ponga en marcha, tales, como renuncia a la guarda y custodia y a la patria potestad, de conformidad a la legislación española, que deberá redactar el letrado español del Cliente, y asimismo según la normativa rusa, en documento cuya confección corresponderá al asesor, incluyendo la firma del marido de aquella. Caso de negarse a la firma de dicho documento, el cliente seleccionara otra madre sin coste alguno. Igualmente la madre se comprometerá a elevar a publico dicho documento una vez nacido el bebe"

Si la madre es seleccionada por el cliente, éste tiene el poder de decidir dentro de un elenco de mujeres que le muestran. Esos clientes eligen conforme a unos parámetros, valorando la salud, la belleza y la juventud. Nada más parecido a elegir un animal en una feria o a un mercado de esclavos.

Alguien dirá que esas mujeres se someten al proceso de forma voluntaria, y, en ese contexto, debemos cuestionarnos el concepto de voluntariedad ligado al consentimiento y la libertad.

En prácticamente todos los países de este mundo está prohibida la compra de seres humanos y no se acepta esta práctica aunque la persona acepte "voluntariamente" ejercer como esclavo, no dando por tanto validez a un contrato de esas características, como tampoco se da validez a que podamos vender una parte de nuestro cuerpo aunque sea de forma voluntaria.

Se están ejercitando atributos del derecho de propiedad sobre el cuerpo de las mujeres y sobre sus hijos, y ello a mi entender va en contra de la Convención sobre la Esclavitud, que esta ratificada prácticamente por todos los países.

A estas mujeres se las obliga a renunciar a sus derechos como madre antes de serlo, no siendo negociable. Las personas no pueden ser objeto de contratación ni, por tanto, pueden comprometerse sus futuros derechos. Como dice la filósofa Alicia Miyares, esta es la cláusula esencial en un "contrato de subrogación" sin la cual la "práctica de la gestación subrogada" carecería de objeto.

En este contrato se garantiza a los compradores que se desarrollarán todos los trámites necesarios para que puedan acceder al niño en calidad de padres, asegurándoles que, en caso de ser necesaria la renuncia de la madre gestante, ésta se llevará a efecto. Se está contratando de forma anticipada la voluntad de las mujeres, con desprecio a sus derechos como personas; se las está desposeyendo de sus derechos humanos y de su condición de personas para convertirlas en esclavas. Quienes llevan a cabo estas prácticas son cómplices de una violación de los derechos humanos al considerar que las mujeres no son humanas y, por tanto, pueden ser esclavas.

Es cierto que en algunos países es legal, incluso en países del primer mundo como en algunos estados de EEUU, pero ello no significa que no estemos frente a una práctica en la que, por los intermediarios y por los futuros padres, se están ejercitando atributos del derecho de propiedad sobre el cuerpo de las mujeres y sobre sus hijos, y ello a mi entender va en contra de la Convención sobre la Esclavitud, que esta ratificada prácticamente por todos los países.

Al analizar cómo ha podido convertirse en legal esta práctica y como camina a considerársela moderna y a defenderse en el marco de la legalidad, basándose en que cada cual puede hacer lo que desee con su cuerpo, se olvida que el cuerpo con el que se negocia es el de una mujer, un ser humano, que un embarazo tiene consecuencias físicas y emocionales sobre el cuerpo y la mente de la mujer y que algunos derechos son irrenunciables. Es importante resaltar que, aunque en la mayoría de las legislaciones las madres pueden renunciar a sus hijos e hijas una vez nacidos y darlos en adopción, no puede anticiparse nunca esa situación, pues en ese caso se está ejercitando inequívocamente un derecho de propiedad sobre esas mujeres y esos futuros niños o niñas, por ello con la gestación subrogada el mundo civilizado abre una puerta hacia la esclavitud de las mujeres.