La racionalización de los horarios en España: ¿conviene regresar a la hora de Greenwich?

La racionalización de los horarios en España: ¿conviene regresar a la hora de Greenwich?

En los últimos años ha cobrado fuerza el debate sobre la racionalización de los horarios en España, incluyendo la reivindicación de volver a adaptar en todo el país la hora de Greenwich, que hoy en día dentro de España solo se aplica en las Islas Canarias. Implicaría retrasar el reloj en la península y en las Islas Baleares en una hora, de modo que frente a la hora oficial amanecería y anochecería una hora antes.

  5c8b7fca2300003000e85a56

Uno de los amaneceres más tempranos del año cerca de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), un 27 de junio, tomado sobre las 6:46 hora oficial ≈ 4:34 hora solar media local.

En los últimos años ha cobrado fuerza el debate sobre la racionalización de los horarios en España, incluyendo la reivindicación de volver a adaptar en todo el país la hora de Greenwich, que hoy en día dentro de España solo se aplica en las Islas Canarias. Implicaría retrasar el reloj en la península y en las Islas Baleares en una hora, de modo que frente a la hora oficial amanecería y anochecería una hora antes.

Los medios de comunicación suelen prestarle una especial atención en determinados momentos, como los cambios entre los horarios de verano e invierno, para luego olvidarse del tema, y en muchas ocasiones se entremezclan diferentes aspectos de la problemática, de una forma que resulta difícil formarse una opinión clara al respecto. Lo que ha añadido más confusión aún son las recientes peticiones de mantener en determinadas comunidades autónomas el horario de verano (adelantado en una hora frente al horario de invierno) durante todo el año. Por tanto se trata de reivindicaciones que van en la dirección opuesta al pretender, en vez de un retraso de la hora, un adelanto parcial, una diferencia de la que muchos medios no parecen haberse percatado, y cuyas implicaciones analizaremos más adelante.

Los horarios y costumbres españolas: desfase y reparto del tiempo

Pero en primer lugar hay que aclarar en qué consisten las anomalías de los horarios españoles que se pretenden erradicar, o al menos reducir, cuando se habla de la racionalización. Conviene distinguir dos aspectos. Por un lado está el desfase horario generalizado: en España se inicia el día, se come, se cena, se va a dormir, etc., más tarde que en los demás países, al menos de nuestro entorno. Pero por otro lado, este desfase no se da en la misma medida para todos los horarios, lo que supone también particularidades en el reparto del tiempo en España.

Por ejemplo, en comparación con otros países, la hora de acostarse tiende a estar más desfasada que la hora de levantarse, lo que implica que los españoles duermen poco, la mayoría (un 58%) menos de 7 horas diarias entre semana según el barómetro del CIS de noviembre de 2014, con cerca de la mitad de los encuestados (un 43%) indicando lo mismo para fines de semana y festivos. También se suele destacar la tendencia de extender la jornada laboral más allá de lo necesario. Según las encuestas de empleo del tiempo recogidas por Eurostat en el año 2000, de los ocho países de Europa occidental para los que se dispone del tiempo dedicado al trabajo por parte de los que trabajan a tiempo completo, solo en España y el Reino Unido se superan las 8 horas por jornada laboral de media. Eso, unido a la costumbre de extender también la pausa de la comida más que en otros países, supone frente a los demás países de Europa occidental un mayor retraso para la hora de salida que para la hora de entrada.

  5c8b7fcb22000031001b1097

Comparación de la distribución en España y en Alemania de las horas dedicadas a trabajo y estudios a lo largo del día, elaborada a partir de los mencionados datos de Eurostat. España muestra una incorporación más tardía, una bajada de la actividad a la hora de comer más pronunciada, prolongada e igualmente más tardía, así como un descenso mucho más lento por la tarde / noche.

Es importante distinguir los dos aspectos mencionados:

  • Favorecer una jornada laboral más compacta para salir antes de trabajar y facilitar así la conciliación entre la vida personal y la profesional, o promover la costumbre de acostarse más temprano para un mayor tiempo de descanso nocturno, son objetivos que atañen el reparto del tiempo.
  • En cambio, acabar con el desfase o reducirlo adelantando los horarios y costumbres en general, por sí solo no contribuye a estos objetivos, sino en cualquier caso puede suponer un mejor aprovechamiento de la luz del día. Pero además, este desfase no puede entenderse sin tener en cuenta otra anomalía, que es la de la propia hora oficial de España, muy desfasado frente a la hora solar.

De la hora solar a los husos horarios

Como indica su nombre, la hora solar se rige por la posición del sol, con el momento en el que alcanza su punto más alto definiendo el mediodía solar aparente, que debido a irregularidades del movimiento solar varía, adelantándose o retrasándose en unos minutos según las fechas del año. Por eso se recurrió a su media (a la que en adelante nos referiremos como mediodía solar) para definir las 12 del mediodía y con ello la hora solar media, que hasta el siglo XIX marcaba la hora oficial.

Se trata de una hora local, porque dado que la tierra rota en dirección este alrededor de un eje que atraviesa los polos norte y sur (lo cual percibimos como un movimiento del sol en dirección oeste), la hora solar se adelanta hacia el este y se retrasa hacia el oeste. En cambio, cada semicírculo sobre la superficie terrestre que conecta los dos polos tiene la misma hora solar. Estos semicírculos se denominan meridianos y se caracterizan por su longitud geográfica, que es el ángulo que forman (hacia el este o el oeste) con el meridiano de referencia que pasa por el Real Observatorio de Greenwich en Londres y que por tanto, por definición, tiene longitud cero.

Eso implica que la hora solar no depende de la otra coordenada geográfica, denominada latitud, que mide la distancia angular (hacia el norte o el sur) desde el ecuador (que por tanto tiene latitud 0, mientras los polos se caracterizan por una latitud de 90° norte y sur, respectivamente).

Sin embargo la latitud tiene otra influencia, a la que se suele prestar poca atención en este debate pero que, como veremos más adelante, tiene gran relevancia. Y es que las variaciones de la duración de día y noche a lo largo del año (con los días más largos en el tránsito entre primavera y verano y más cortos en el tránsito entre otoño e invierno) se hacen más extremos conforme aumenta la latitud. En el trópico apenas hay diferencias, teniendo día y noche una duración muy parecida todo el año, mientras en las zonas polares llegan hasta el extremo de fechas estivales en las que no se pone el sol e invernales en las que no sale.

Dado que la tierra completa una vuelta de 360° en 24 horas, cada 15° de diferencia de longitud geográfica se corresponden con un desfase horario de una hora y por tanto cada grado de diferencia con un desfase de 4 minutos. Eso no suponía mayor inconveniente mientras la vida diaria de las personas tenía un horizonte geográfico limitado. Pero con la proliferación del ferrocarril surgió la necesidad de una coordinación horaria, que por otro lado se pudo llevar a cabo gracias a la aparición del telégrafo eléctrico.

Así nacieron los husos horarios, generalmente desfasados entre ellos en un número entero de horas. Por aquel entonces España, acorde con su longitud geográfica, se unió al huso de la hora solar media del meridiano deGreenwich, al que también pertenecen Portugal (salvo el archipiélago de las Azores), el Reino Unido, Irlanda, Islandia, así como Marruecos y otros países de la franja más occidental del norte de África. La mayoría de los demás países europeos (todos salvo Grecia, Bulgaria, Rumanía, Finlandia y las antiguas repúblicas soviéticas) forman, conjuntamente con Argelia y Túnez y otros países africanos, el siguiente huso, el de la hora centroeuropea, adelantada en una hora frente a la hora de Greenwich. A él pertenece hoy en día también la España peninsular inclusive Baleares, desde que en la segunda guerra mundial Franco decidió adoptar la hora de sus aliados alemanes, adelantando los relojes en una hora, tratándose de una medida supuestamente provisional pero que sigue vigente hoy en día.

  5c8b7fcb2500000d04cad31a

Husos horarios en Europa.

Se trata de la hora solar media del meridiano de 15° de longitud este, que pasa muy cerca del punto más oriental de Alemania. Ahí el mediodía solar se da justo a las 12 horas, mientras que en todas las ubicaciones más orientales llega antes, por ejemplo a las 11:36 en Varsovia, y en todas las ubicaciones más occidentales pasadas las 12, por ejemplo a las 12:05 en Berlín. (De momento estamos obviando el horario de verano, introducido en el siglo XX.)

Desplazándonos más hacia el oeste, en el Benelux, en casi todo el territorio francés y por supuesto en España, el mediodía solar se produce ya pasadas las 12:30. Por tanto, desde el punto de vista astronómico, el huso horario de Greenwich, con una hora menos, se ajustaría más a la hora solar de estos países, ya que entonces habría menos discrepancia entre el mediodía solar y las 12 de hora oficial. Ello se debe a que estos países se encuentran más cercanos a la longitud cero del meridiano de Greenwich que a los 15° este del meridiano de referencia de la hora centroeuropea. De hecho, el meridiano de Greenwich cruza Francia y España (y ahí donde lo hace, el mediodía solar medio se produce a las 13 horas), pero mientras en Francia solo una franja relativamente estrecha queda a su oeste (donde por tanto el mediodía solar se da pasadas las 13 horas), en España es la mayor parte de su territorio.

El desfase de la hora oficial española: casi un récord mundial

Así, en el municipio menorquín de Mahón, donde se encuentra el punto más oriental de España, el mediodía solar se da a las 12:43, en Barcelona a las 12:51, en Madrid a las 13:15, y en la comarca de Finisterre, el extremo más occidental de la España peninsular en la costa oeste de Galicia, no se produce hasta las 13:37. Poco después el sol alcanza también su punto más alto en Canarias, pero dado que ahí aplican la hora de Greenwich, es entre las 12:53 y las 13:13 de hora oficial, situándose así dentro del rango de la España peninsular.

Por tanto, desde el punto de vista puramente astronómico, también para las Islas Canarias sería más correcto un retraso de los relojes en una hora más, pasándose al huso horario de las Azores (cosa que aplica incluso para Portugal y Galicia).

Y hasta ahora aún no hemos tenido en cuenta que en España -como en el resto de la UE y en numerosos otros países- desde la madrugada del último domingo de marzo hasta la del último domingo de octubre, se aplica el horario de verano, durante el cual los relojes se adelantan además una hora, de modo que el mediodía solar se ve retrasado una hora más frente a la hora oficial. Por tanto la mayor parte del año la hora oficial española va por delante de la hora solar media en entre 1 hora y 43 minutos (en Menorca) y 2 horas y 37 minutos (en la costa oeste de Galicia).

Este último desfase, el de Galicia en verano, solo se ve superado en todo el mundo en el extremo oeste de China, país que (a diferencia de otros que cubren un rango tan amplio de longitud geográfica) usa un solo huso horario para todo su territorio, que además se corresponde aproximadamente con la hora solar media de su costa oriental, si bien no emplea el horario de verano.

Teniendo en cuenta además la diferencia entre la hora solar aparente y la hora solar media, el momento en el que el sol efectivamente alcanza su punto más alto se retrasa a finales de julio en otros 6 minutos más sobre la hora de verano. En estas fechas se produce el desfase récord con la hora solar aparente en España, con el sol alcanzando su punto más alto en Finisterre 2 horas y 43 minutos después de las 12 horas. En cambio, en noviembre, poco después de la vuelta al horario de invierno, el desfase se minimiza, con el mediodía solar aparente adelantándose en 14 minutos frente a la hora de invierno.

Por tanto, volviendo a los horarios de las costumbres españolas, comer a las 14:30 en la capital gallega de Santiago de Compostela es hacerlo poco antes del mediodía solar (mientras rige el horario de verano, o cerca de una hora después el resto del año), igual que comer a las 12:30 en Varsovia. Estaríamos ante un desfase de dos horas frente a la hora oficial (que es la misma en ambas ciudades), un desfase que sin embargo no existe en relación con el sol, ya que la diferencia de la hora solar entre ambas ciudades también es de unas dos horas.

Dicho de otro modo, más que de unos horarios retrasados en España tendríamos que hablar de una hora oficial adelantada, que se corresponde con unas longitudes geográficas más orientales que las de España. Claro está que no todo el desfase horario se explica así, sino que también hay diferencias culturales - los horarios de Barcelona tienden a estar retrasados frente a los de París a pesar de que ambas ciudades tienen casi la misma longitud geográfica y por tanto hora solar - pero al menos en parte el retraso horario de las costumbres españolas puede entenderse como una reacción compensatoria al adelanto de su hora oficial. Por ello los partidarios de la vuelta al huso de Greenwich confían que mediante esta normalización de la hora oficial frente al sol se normalicen también los horarios.

¿Cuál es la hora oficial más conveniente?

Es cierto que la hora de Greenwich sería astronómicamente más correcta para España, pero empeñarse en revindicar un mediodía real a las 12 horas es una batalla perdida de todos formas, y no solo en España. Las 12 del mediodía hace mucho que han dejado de ser la "mitad" del día, con la gran mayoría de la población pasando mucho más tiempo despierta después de las 12 que antes, siendo además las últimas horas del día generalmente las de ocio, en las que más se aprecia la luz. De hecho, a pesar de que ya de por sí la mayoría de los europeos vive con una hora oficial adelantada frente a su hora solar, la mayor parte del año la hora oficial se adelanta una hora más en toda la UE.

Este horario de verano se introdujo con el fin de ahorrar energía mediante un mejor aprovechamiento de la luz natural, y aunque no hay consenso hasta qué punto realmente se produce un ahorro destacable, parece claro que disponer de una hora más de luz tras la jornada laboral aumenta la calidad de vida al favorecer las actividades de ocio, particularmente la muy beneficiosa práctica deportiva, además de los efectos antidepresivos de la luz solar. La duración del horario de verano además se ha ido incrementando, de modo que la hora original se mantiene ya solo en las fechas en las que - sobre todo en las zonas más septentrionales - los días son tan cortos que un adelanto causaría unas mañanas demasiado oscuras.

En línea con estas consideraciones parece que la hora oficial más idónea hoy en día no es la que más se asemeja a la hora solar definida previamente sino aquella que proporciona unas largas tardes de luz, tanto como sea posible, sin llegar a unos extremos perjudiciales.

Obviamente no parece razonable adelantar la hora tanto que el anochecer de los largos días a principios de verano se retrasa hasta el punto de fomentar la costumbre de acostarse excesivamente tarde, particularmente entre los niños, con los correspondientes perjuicios para su rendimiento escolar en las últimas semanas antes de las vacaciones de verano. Y sobre todo no es deseable que el amanecer de los cortos días a principios del invierno se retrase tanto que la mayor parte de la población inicie su jornada laboral o escolar de noche cerrada.

Si aceptamos este enfoque, la cuestión de fondo para determinar si España debería de retrasar sus relojes es si ya estamos llegando a estos extremos perjudiciales, es decir, si la hora oficial está tan adelantada que se llegan a producir amaneceres o anocheceres excesivamente tardíos en determinadas fechas. No existe un criterio objetivo para fijar unos umbrales críticos, por lo que lo más indicado parece comparar con la situación en otros países europeos. Lo que aquí beneficia a España es que al situarse más al sur que la mayoría de ellos, sus días no son tan largos a principios del verano (lo que adelanta el anochecer) ni tan cortos a principios del invierno (lo que adelanta el amanecer). La pregunta es si es suficiente para compensar el retraso que implica la posición tan occidental de España. La respuesta no es la misma para toda la geografía española.

Una hora menos en Canarias... ¿y en Galicia?

En Galicia, la región más occidental de la España peninsular, nos encontramos con horas tan extremas como anocheceres a principios de julio sobre las 22:15 y sobre todo amaneceres a principios del año pasadas las 9 horas. Para encontrar horas parecidas nos tenemos que ir a latitudes mucho más elevadas, como Escandinavia, donde obviamente llegan a extremos más pronunciados aún. Pero mientras que ahí es inevitable debido a la enorme variación de la duración de día y noche a lo largo del año, en Galicia sí sería evitable mediante un retraso del reloj. De hecho, en Portugal, que prácticamente comparte la longitud geográfica de Galicia, los intentos de introducir la hora centroeuropea para adaptarse al horario de la mayoría de sus socios europeos, el último de 1992 a 1996, terminaron con una vuelta a la hora de Greenwich, a pesar de que Portugal se sitúa al sur de Galicia.

Por eso parece razonable abrir también en Galicia un debate sobre las ventajas e inconvenientes de ambos husos horarios y decidir - tal vez en un referéndum - cuál le conviene más, aunque el resto de España (del que hablaremos a continuación) se mantenga en su actual horario.

La medida debería consensuarse con el Gobierno central, pero no tendría por qué suponer una complicación para España, ya que se trataría de una hora oficial que de todas formas ya se aplica en otras zonas del país. Cuando se indica la hora en la radio solo habría que añadir "y Galicia" a la famosa coletilla "una hora menos en Canarias". Y geográficamente tendría mucho sentido, ya que Galicia pasaría a formar, conjuntamente con Portugal, una zona horaria común para la franja más occidental y con la hora solar más atrasada de la península ibérica. El inconveniente de un cambio de hora en la frontera oriental de Galicia que lo separa del resto de España se vería compensado por la desaparición del cambio en la frontera meridional con Portugal.

Así, la hora de Galicia dejaría de ser una de las más adelantadas frente al sol en todo el mundo y se convertiría en la menos adelantada en España (siempre suponiendo que en el resto del país la hora no se cambia). El mediodía solar se daría con respecto a la hora oficial, dependiendo de la longitud, alrededor de unos 10 minutos antes que en Mahón. Con todo, seguiría teniendo una hora oficial más adelantada frente al sol que la mayor parte de Europa, en más de media hora en la mayoría de su territorio, que con el horario de verano se convertirían en más de una hora y media durante la mayor parte del año, de modo que seguiría gozando de unas largas tardes de luz.

Referente al resto de la geografía española, los amaneceres y anocheceres más tardíos no van más allá de lo que también nos podemos encontrar en zonas centroeuropeas. En Madrid, por ejemplo, anochece a principios de julio sobre las 21:49 y amanece a principios del año sobre las 8:37, valores muy parecidos a la ciudad alemana de Hamburgo (si bien hay que añadir que en Madrid el amanecer puede darse más tarde aún, justo antes del retraso de la hora a finales de octubre, según la fecha exacta en la que se produce, pero se trata solo de unos minutos). Y en Ámsterdam por ejemplo ambos valores son más extremos. Por lo tanto, al menos quitando Galicia, nuestra hora oficial actual no debería de ser un impedimento para racionalizar los horarios.

Adelantar los horarios para ganar luz, no como un fin en si mismo

Lo más importante en el contexto de la racionalización en lo que a la calidad de vida se refiere es poner remedio a ciertas anomalías en el reparto del tiempo, como la tendencia de prolongar en exceso la jornada laboral: promover la productividad, combatir la creencia de que el compromiso con la empresa se muestra pasando largas horas en la oficina, no imponer en los horarios una pausa al mediodía excesivamente larga, reducir a un mínimo imprescindible las convocatorias de reuniones bien entrada la tarde, permitir cierta libertad en la elección de los horarios ahí donde es posible, etc. De la misma forma habría que estudiar medidas para favorecer un mayor tiempo de descanso, como límites horarios para la finalización de las emisiones televisivas iniciadas en prime time.

Pero nada de eso tiene que ver con el huso horario de España, que solo influye en el otro aspecto, el desfase generalizado de los horarios. Si como vimos, el retraso horario español es en buena parte una reacción compensatoria a una hora oficial muy adelantada frente al sol, es razonable suponer que un retraso de la hora oficial volviendo al uso de Greenwich ayudaría a un adelanto de las costumbres frente a la hora oficial.

¿Pero de qué nos serviría? Si realmente conseguimos un adelanto de los horarios y costumbres frente a la hora oficial en la misma medida (una hora), frente al sol nada cambiaría. La comida de nuestro ejemplo anterior se seguiría haciendo en el mismo momento del ciclo diurno, solo que ahora a ese momento nos referiríamos como las 13:30 y ya no como las 14:30, es decir que sería un cambio más nominal que real. Y si al final los horarios solo se consiguen adelantar en menos de una hora, a efectos reales, frente al sol, hasta se habrían retrasado, con la correspondiente pérdida de horas de luz por las tardes, justo lo contrario de lo que sería deseable.

¿No sería por tanto más indicado intentar llevar a cabo este adelanto paulatinamente manteniendo (tal vez con la excepción de Galicia) la hora actual, con las largas tardes que nos brinda? Aunque no sea muy grande el adelanto que se consiga, si va acompañado por jornadas laborales más compactas, que supondrían un adelanto de la hora de salida más allá del adelanto generalizado de los horarios, los españoles podrían ser los europeos que mejor aprovechan la luz. En comparación con los demás países europeos seguiríamos teniendo un retraso frente a la hora oficial, pero estaríamos más adelantados frente al sol, que al fin y al cabo es lo que importa.

Resulta curioso que en el propio Reino Unido, que se sitúa en unas longitudes geográficas parecidas a las de España, ha resurgido en los últimos años un debate en el sentido inverso, es decir sobre un adelanto del reloj para pasarse de la hora de Greenwich a la hora centroeuropea, para obtener unas tardes más luminosas. El principal argumento en contra, no aplicable a España, son las oscuras mañanas invernales particularmente en Escocia - en el extremo norte del país donde los días son particularmente cortos en esas fechas - con la correspondiente preocupación por un aumento de los accidentes de tráfico al adelantar la hora. De hecho, ese fue también el principal motivo por el que se volvió a la hora de Greenwich tras introducir de 1968 a 1971 la hora centroeuropea a modo de prueba. En resumen, en el Reino Unido les gustaría tener las largas tardes de España, y si no adoptan la misma hora es por los problemas que plantea su elevada latitud geográfica, un problema que España no tiene.

¿Una hora más en Baleares?

Por último, no debemos olvidarnos de las zonas españolas más orientales y por tanto menos adelantadas frente a la hora solar, en las que presumiblemente no estarían muy por la labor de retrasar el reloj. Ante una propuesta de cambio de huso horario cabría esperar al menos en Cataluña y Baleares, situados al este del meridiano de Greenwich, la reivindicación de permanecer en el huso centroeuropeo, para no quedarse durante el horario de invierno con una hora oficial por detrás de su hora solar, es decir con un mediodía solar antes de las 12 horas, y con unos anocheceres a principios de diciembre a las 16:22 en Barcelona e incluso unos minutos antes en Girona o Menorca.

Y tal como están las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat catalana, esa cuestión podría abrir otro conflicto más. Pero es más, en su último pleno antes de la vuelta al horario de invierno de 2016, el Parlament Balear no solo dejó claro que no quiere saber nada de un retraso del reloj, sino que aprobó por unanimidad una declaración institucional en la que pide al Gobierno central que en el archipiélago se mantenga el horario de verano durante todo el año, lo que implicaría ir durante el periodo invernal incluso una hora por delante de la actual hora de la España peninsular y de la centroeuropa, una propuesta a la que se unió posteriormente incluso la Comunidad Valenciana.

Desde Baleares alegan que su hora solar va 50 minutos por delante de la del punto más occidental de la España peninsular, es decir, la comarca gallega de Finisterre (para ser más exactos, entre 42 y 54 minutos según la longitud). Llama la atención que se toma como referencia la hora más desfasada de Europa, con la intención de superar su desfase durante el invierno: mientras en Finisterre el mediodía solar se produce a las 13:37 en invierno, en Baleares sería entre las 13:43 en Mahón y las 13:55 en la costa occidental de Ibiza durante todo el año.

Con unos argumentos parecidos a los empleados en este artículo se destacan las evidentes ventajas de unos anocheceres menos tempranos en invierno, ampliamente reproducidos por los medios. Sin embrago, lo que se obvia es cuándo amanecería con este nuevo horario, y por tanto se esquiva la cuestión de si las ventajas compensan los inconvenientes. A principios del año el amanecer se retrasaría hasta una franja que va desde las 9:05 en Mahón hasta las 9:15 en la costa occidental de Ibiza. En estas fechas los amaneceres menorquines se producirían a unas horas parecidas a las de la provincia coruñesa, los más tardíos de la península ibérica. Y para encontrar horas de amanecer como las de Mallorca o sobre todo las de Ibiza en estas fechas, habría que irse hasta Escandinavia (donde como comentamos son inevitables). Desde este punto de vista, la medida propuesta parece excesiva (y más aún para la Comunidad Valencia, en cuyo interior nos encontraríamos con amaneceres cerca de las 9:30).

Limitándonos a continuación al caso balear, de donde procedió la iniciativa, está claro que uno de los motivos que ha contribuido al apoyo unánime es la expectativa de favorecer el turismo en temporada baja (en la que ahora rige el horario de invierno), ya que los turistas de ocio no suelen tener necesidad de madrugar pero aprecian las tardes largas.

Pero la duda es el efecto que surtiría la media, dado que los turistas del huso centroeuropeo disfrutarían de esta hora más adelantada solo en base a un adelanto de sus propios relojes en una hora al llegar a las islas (otros como los británicos incluso en dos), un adelanto que además a muchos de ellos les podría parecer un tanto confuso y artificial. Porque lo que hay que tener en cuenta es que, si bien Baleares tiene una hora solar adelantada frente a casi toda la península ibérica, que es en lo que se basan para justificar su petición, frente a la mayor parte del resto del huso centroeuropeo su hora solar está atrasada, en comparación con algunas zonas en más de una hora. Y a un turista que percibe un notable retraso de la hora solar al llegar a su destino le podría resultar paradójico tener que adelantar su reloj.

Pensemos en un vuelo desde Italia o desde una de las antiguas repúblicas yugoslavas. A pesar de que se volaría rumbo oeste, con la hora solar retrasándose considerablemente, el reloj habría que adelantarlo, como si se tratara de un vuelo en la dirección opuesta, por ejemplo hacia Ucrania, donde curiosamente tendrían la misma hora que en Baleares, al igual que en otros países tan orientales como Grecia, Rumanía, las repúblicas bálticas, Finlandia o Egipto. Solo hay que volver a mirar el mapa de los husos horarios, para darse cuenta de la enorme singularidad que representaría así el archipiélago durante el periodo de invierno, fuera de toda coordinación horaria internacional. A ello se añade, que se convertiría en el único territorio de la UE sin cambio entre horario de invierno y de verano (salvo los departamentos de ultramar franceses, situados en latitudes tropicales en los que este cambio no tiene sentido).