Copi, ese autor salvaje e indomable que hay que montar a pelo

Copi, ese autor salvaje e indomable que hay que montar a pelo

El homosexual o la dificultad de expresarse - CopiTeatro Español

Ha pasado Copi, mejor dicho, dos de sus obras, por el madrileño Teatro Español como una exhalación. Apenas 3 días para ver en programa doble la obra 'El homosexual o la dificultad de expresarse' y una de sus más conocidas, 'Eva Perón'. Sí, Copi era argentino y homosexual. De lo primero no ejerció de forma voluntaria, pues para él, el artista es de donde pace, no de donde nace, y el pacía en Francia y en el mundo. De lo segundo sí ejerció, y lo hizo sin ambages, sin dudas.

De tal manera que su teatro se caracteriza porque los papeles de muchas de las mujeres de sus obras, sobre todo los protagónicos, los deben interpretar hombres. Homosexuales o no, como no lo es Benjamín Vicuña, el famoso actor latinoamericano que interpreta a Eva Perón.

Todo es extremo pero todo se actúa en escena con una pasmosa naturalidad, como sin esfuerzo.

Primera extrañeza pues, encontrarse hombres haciendo de mujer. Mujeres que como la Sra. Garbo (¡magnífico Hernán Franco!) y la Sra. Simpson de 'El homosexual...' enamoran a otros hombres. Y ellas se enamoran de otros hombres como lo pueden hacer de otras mujeres. Aunque en ese lío de géneros, perfectamente calculado por el autor, uno ya no sabe si eran hombres que se operaron de mujeres o mujeres que se operaron para ser hombres que luego se operaron para ser mujeres. Que igual se agrandan tetas que se colocan o se quitan pijas. El caso es que, o se quieren o se admiran, y, o las quieren o las admiran, curiosamente, tal y como son, como fueron y como puedan llegar a ser.

Por tanto, una vez más, se trata de una reivindicación loca del amor, ese pájaro rebelde al que se canta en Carmen de Bizet, habanera que Gustavo Lizarecrea en versión asiática. Amor y pájaro que superan imponderables. Incluidos los cotidianos, las costumbres del otro, del ser amado. Sus malos olores. Sus malos humos. Sus cambios de humor. Esa realidad tozuda que es el otro o la otra que se incluye sin invitarla a cualquier sueño o futuro de happy ending que se tenga soñado para con la persona amada, idealizada. Un amor extremo que ya solo es posible en lugares ridículamente extremos. Como esta historia de madre e hija, un poco lela, un poco rebelde, a la que le gusta coger (es decir, follar), que viven en Siberia. Allí la nena, se dejará querer por la glamurosa Sra. Garbo, su profesora de piano, que sueña con llevársela a China para vivir juntas, y su esperada descendencia, hasta el final de sus días.

Todo es extremo pero todo se actúa en escena con una pasmosa naturalidad, como sin esfuerzo. Porque hay una dirección exquisita de Marcial Di Fonzo Bo, actual director artístico de La Comedie de Caen, el CDN de Normandie, y un texto que lo permite y que, a la vez, lo pide. Ha sido bueno que encontrase el director y los actores que se lo han podido proporcionar. Lo que se necesita para poder contar la dificultad que hay (todavía) para hablar de una operación de sexo como se habla de haberse roto una pierna. Ambas cosas igual de accidentales, igual de dolorosas y necesitadas de que se fijen. La dificultad para hablar de ir al médico para una cosa como para hablar de la otra. Escrita en los setenta y tan actual.

  Benjamín Vicuña como Eva Perón de CopiComédie de Caen - CDN de Normandie

Un grado de locura que no acaba aquí. Pues sigue en 'Eva Perón', obra que cuenta los últimos días u horas de este icono del siglo XX que agrandó Andrew Lloyd Weber con su Evita, virgen de los descamisados y de las villas miserias argentinas. Obra en la que se muestra como el oropel del lujo, el cortinón con flor de Lis y los vestidos de haute couture resultan insuficientes para arropar un cuerpo que sabe que se muere y que nada de eso, ni el lujo ni el amor del pueblo, podrá llevarse a la tumba.

En el entreacto se recuerdan las palabras de Copi acerca de su Eva. Él fue claro en que esta obra no era un trasunto político, aunque ahora y más cuando se estrenó resulte difícil no verla y leerla en esos términos. El caso es que la reina se muere. El (deterioro) físico le obliga a despedirse de su mundo. Un mundo caprichoso en el que poder permite querer una cosa para inmediatamente querer su contraria. Un mundo en el que es difícil saber quién te quiere. Quien te ama. Un mundo en el que los poderosos se convierten en dependientes de la gente que está a su servicio. Un mundo que impide escapar si no es muriéndose. O se mata o se muere en este juego. No hay otra forma de salir indemne, aunque se haga por la puerta de atrás como este personaje. De incognito y con las cuentas en Suiza, u otros paraísos fiscales, llenas de pesos.

Un cuerpo que es el musculado y sano de Benjamín Vicuña, mientras que su personaje no para de decir que se muere de cáncer, entre capricho y capricho. Contradicción que se hace con sutileza a pesar de estar este actor casi siempre en escena. El caso es que la reina se muere sin remedio y es el momento de que sus asesores y familiares, que se dan cuenta que se les acaba el momio, estén a la que salta para asegurarse o crearse un futuro, por corto que pueda ser como el de la anciana madre de Eva Perón, también interpretada por un hombre del que resulta imposible despegar el la vista y el oído. Mecanismos de un poder político paradigmático que se hace popular para ser poder y poder hacer (y deshacer) a su antojo.

Copi es, pues, un grito susurrado al ojo del espectador. Una corriente que en su mundo de locura permite y admite tanto los cultismos como la comedia, incluida la musical. Por todo ello, es y sigue siendo aire fresco, a pesar de su consagración y del intento de meterlo en las academias y clasificarlo, por su militancia, como literatura solo LGTB cuando este escritor dice tanto sin importar el género. Un autor que es un animal salvaje al que resulta difícil, sino imposible, domesticar. Por eso han hecho bien el director y el equipo de esta propuesta tirándose al monte con él antes que intentar doblegarlo. Ir a su corriente en vez de convertirlo en un autor contracorriente.

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