El amor está en el aire, o todos los días pueden ser San Valentín

El amor está en el aire, o todos los días pueden ser San Valentín

Sí, El amor está en el aire, en el Teatro Infanta Isabel, es teatro comercial. Calificativo que no debería impedir que se colase por derecho propio en la critica teatral. Porque su director, Félix Sabroso, conoce los materiales con los que trabaja y sabe sacar lo mejor de ellos para contar bien y darle cuerpo a una simple, sencilla y corriente historia de amor.

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Foto cedida por Sgmedia - © Jau Fornés

Sí, El amor está en el aire, en el Teatro Infanta Isabel, es teatro comercial. Calificativo que no debería impedir que se colase por derecho propio en la critica teatral. Porque su director, Félix Sabroso (el de Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí), conoce los materiales con los que trabaja y sabe sacar lo mejor de ellos para contar bien y darle cuerpo a una simple, sencilla y corriente historia de amor. Chico conoce a chica, mejor, talludito conoce a talludita. Se enamoran y cantan y bailan.

Bibiana Fernández y Manuel Bandera forman la pareja que nos contará su historia en escena. Personajes que mantienen los nombres propios de los actores que los interpretan. No hacen de ellos mismos. No es su historia personal. Pero sí son los intérpretes que uno espera.

Bibi, así se la conoce popularmente, con su presencia y personal manera de decir y cantar. Manuel, con sus capacidades de actor de musical. Haciendo un tándem bien conjuntado, una pareja escénica, para cantar las canciones que la movida creó en los ochenta (y más allá) y los éxitos románticos de otras épocas que esa misma movida recuperó para el común de los mortales.

Canciones que forman parte de la historia sentimental de todos aquellos que fueron jóvenes en aquella época y, gracias a las radiofórmulas, de los que vinieron después. Canciones románticas que unen, y siguen uniendo, a parejas, tribus urbanas y generaciones en una plaza de pueblo, en un bar, un chiringito de playa por la noche o en una lista de Spotify o i-Tunes.

Diversidad generacional que también se encontraba en el patio de butacas el día del estreno. Donde se podía ver desde a Lomana a David Delfín. Desde a Almodóvar, Loles León y Rossy de Palma a las Nancy Rubias y Topacio Fresh. Y entre todos ellos, como bisagras, Alaska y su fiel escudero Mario Vaquerizo haciéndose fotos con sus fans, que son muchos.

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Foto cedida por Sgmedia - © Jau Fornés

Famosos que hacen que de este tipo de teatro se hable más en la crónica de sociedad, en la prensa del colorín y del corazón que en las páginas de cultura. Un tipo de teatro en el que parece que es más importante el quién (el quién lo hace y quién acude a verlo) que el qué se hace y cómo.

Sin embargo, en esta obra hay conocimiento del medio y la forma teatrales. Que se ve, por ejemplo, en la escenografía. En la que se pone todo el glamour que permite una producción modesta mediante la revisión vintage del art-decó de las clásicas películas musicales en blanco y negro, aquí en color. Escenografía en la que caben todos los escenarios contemporáneos del amor: un bar, un comedor, una sala de estar..., convirtiendo la obra en una comedia musical romántica como las de siempre.

Lugares donde decirse desde un te quiero a escuchar boleros. Donde montarse una bronca, por pequeña que sea, y donde achucharse. Donde la atracción sexual corre en oleadas y se va transformando en otra cosa. Esa cosa que la costumbre llama y convierte en amor. Que incluso ahoga y cansa. Y que también hace reír, pues no son pocos los chistes que hay en la obra al respecto. Un amor que tanto se echa de menos en nuestra sociedad cuando falta.

Sin embargo, allí, en el teatro, sobre las tablas, están esa pareja y la música que cantan para recordarnos y hacernos disfrutar de la experiencia de amar. Una música que suena bien al oído, sin estridencias y (¡por fin en un teatro madrileño!) a un volumen que permite apreciarla. Gracias al pianista que toca en directo. Y a la capacidad de los dos actores de hacer suyas las canciones y teatralmente interesantes para que podamos entender que, digan lo que digan, el amor está en el aire. En este caso, el amor a lo que hacen y cómo lo hacen. El amor a un público masivo que, aunque no lo confiese, es un público que siempre agradece una sencilla comedia musical romántica.