'El cubo de Rubbish' y 'Rumba' o buen rollo para el frío invierno

'El cubo de Rubbish' y 'Rumba' o buen rollo para el frío invierno

El cubo de Rubbish, de Toom-Pak y de Rumba, de Mayumana, con música de Estopa, son dos musicales recién estrenados en la cartelera madrileña que pertenecen a ese tipo de espectáculo con mucha energía y en cierto modo deportivo que se ven con frecuencia en los escenarios.

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Foto de El cubo de Rubbish de Toom-Pak - © Javier Naval.

Los recientes estrenos de El cubo de Rubbish de Toom-Pak y de Rumba de Mayumana con música de Estopa pertenecen a esos espectáculos enérgicos y en cierto modo deportivos que se ven con frecuencia en los escenarios. Espectáculos que se acompañan de música en directo interpretada por los propios actores o bailarines que están en escena. Un estilo que ofrece simplemente pura diversión y que desde el escenario emite hacia las butacas una corriente de energía positiva y de buen rollo. Y, esta vez, a un volumen que siendo alto permite apreciar la música.

Los simpáticos gamberretes de Toom-Pak lo consiguen en el Teatro Cofidis de Madrid con El cubo de Rubbish. Espectáculo eminentemente familiar, lo que seguramente hace que entre sus objetivos esté el animar a la chiquillada a aprender inglés (se anuncian como espectáculo bilingüe) y a reciclar. Son mensajes que están ahí como están en nuestra sociedad. No los esconden sino que los juegan de tal manera que son dos elementos más de diversión para provocar la risa con el equivoco o lo escatológico (aunque sin ensuciar).

Porque si algo hay que destacar es que es un espectáculo hecho por quien sabe que las familias están compuestas por personas sensibles e inteligentes, independientemente de la edad de cada uno. Seguramente por eso evitan ese lenguaje lento y calmoso lleno de diminutivos y los colores pastel de otros muchos espectáculos familiares que confunden a los niños con seres ñoños.

Su objetivo es pasarlo bien y hacerlo pasar bien. Mostrando que para hacer música solo hay que tener ganas de hacerla. Que igual vale dar palmas, que golpear un barril de latón, que botar una pelota de baloncesto. Que en la basura se puede encontrar todo lo necesario para hacerse un instrumento. Solo hay que ponerle ritmo, tempo y ganas y si te apuras al final tocas una sinfonía o haces un gran fin de fiesta.

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Foto de Rumba de Mayumana - © Javier Naval.

El objetivo de Rumba de Mayumana en el Teatro Rialto no es muy distinto de pasarlo bien, eso sí, con más medios. La excusa, como ya se ha dicho, es la música de Estopa. Esos rumberos catalanes de barrio que han actualizado, seguramente que a mucha honra, las maneras de, pongamos por caso, un Manolo Escobar. Y cantan al amor, a los colegas, a las verbenas y a las decepciones de hacerse mayor. De crecer en el barrio.

Música que les sirve a los de Mayumana para crear una mínima trama de chico conoce a chica en un barrio tan alejado que Leganés le parece el centro de Madrid. Un amor no exento de dificultades porque pertenecen a familias enfrentadas desde hace tiempo. Lo anterior da pie a distintos números musicales en los que la música de Estopa y Mayumana salen potenciados en lo que son y en lo que hacen.

Tal vez, solo habría que cambiar o trabajar esos ripios en forma de rap que se le hace recitar a Marcos Martínez/Grison entre número y número. Y ya puestos, cambiarle el look de beatle recién salido de la portada del disco Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band. Más que nada porque casa mal con la estética general del resto del espectáculo. Aunque, todo hay que decirlo, al espectador esto no parece importarle.

Video de Rumba de Mayumana.

Entremedias, se habrá disfrutado una vez más de esa percusión globalizada que tan bien manejan. De bailes callejeros a los que no les faltará la nota de diversidad y de color que tiene que tener todo espectáculo amable que se precie. De un buen elenco en el que destaca la actriz María Ordoñez, que canta con claridad y que se ha hecho con facilidad con el estilo de la compañía. Hasta acabar en una intensa batucada con el público en pie y bailando y acabar pidiendo más, como si se tratase de un concierto multitudinario veraniego y después se fueran a ir de cañas, aunque fuera del teatro hace frío, mucho frío.

Productos comerciales que no pretenden ser otra cosa. Cuyos creadores no buscan falsas coartadas culturales. Ni buscan una reflexión más allá de lo que se ve en escena. Lo suyo es simplemente hacerlo pasar bien y que se salga con el ánimo contento. Transmitir la alegría de seguir "vivitos" y coleando y de poder celebrarlo con la familia, con la pareja o con los amigos, incluso solos ¿por qué no? Ya están ellos para poner la diversión y la compañía.