'El test' y 'Perfectos desconocidos', tragicomedias del primer mundo

'El test' y 'Perfectos desconocidos', tragicomedias del primer mundo

Carteles de El Test y Perfectos desconocidosLas productoras de las obras

El llamado teatro de bulevar es una corriente teatral a la que la información y la crítica cultural, sobre todo si se califica de seria, no suele hacer mucho caso. No así el público, que parece agradecer estas comedias de situación (suelen ser comedias o tragicomedias, pues el humor siempre está presente), burguesas a más no poder (y conservadoras, aunque no lo parezcan), obras comerciales sin complejos, que plantean problemas del primer mundo. A este tipo de teatro pertenecen dos obras que se pueden ver ahora mismo. El test, que comienza su tercera temporada en el Teatro Cofidis Alcázar, y Perfectos desconocidos, versión teatral de la película del mismo título, en el Teatro Reina Victoria. En ambas la situación la desata un aparentemente simple experimento psicológico que proponen dos psicólogas en una reunión de amigos.

En la primera, El test, de Jordi Vallejo, el experimento consiste en plantear la pregunta "¿prefieres cien mil euros ahora o un millón dentro de diez años?" en una cena de amigos. Un entorno aparentemente relajado, en el lujoso ático de uno de ellos. Todo acompaña para pasarlo bien. Se conocen, disfrutan juntos, la comida es excelente, la bebida es mejor y la noche, su temperatura, su luz, son las óptimas.

Perfectos desconocidos, de Paolo Genovese, en versión de Daniel Guzmán y el prolífico David Serrano, también sucede en una cena. Más multitudinaria. Menos lujosa. En este caso el experimento es permitir al resto leer o conocer el contenido de las llamadas, whatsapps, mensajes, correos y demás que se reciban durante la cena. Dejar los móviles abiertos, habida cuenta de que todos confiesan al inicio de la cena que no tienen secretos ni para sus parejas ni para sus amigos.

  Escena de El test de Jordi VallejoSMedia

En ambos casos hay confianza y, como dice el dicho popular, donde hay confianza da asco. Pues las respuestas que se dan en la primera obra o los secretos que salen a luz en la segunda generan en esa clase media, que se considera culta y civilizada, y a la que todos queremos pertenecer, unas reacciones algo primitivas, instintivas y, por tanto, egoístas, ya que van de preservar la vida. Unas reacciones que se ven desde la butaca como naturales, como totalmente razonables, como deben ser.

Reacciones que mueven a la risa, pues sus autores, al estilo de Mary Poppins, saben que la medicina entra mejor con una cucharada bien llena de azúcar. Un azúcar que aquí es el humor bien trabajado, que coloca las carcajadas del público en los momentos precisos y que no deja que decaiga. Un humor de vaudeville, el que se produce por las entradas y salidas. En ambos casos figuradas, pues son entradas y salidas de informaciones que el espectador desconocía y al que se sorprende, como suele sorprender el cierre de un chiste, de una gracia hecha al vuelo.

  Elenco de Perfectos desconocidos de Paolo GenoveseSergio Parra

Dos obras con actores eficaces que conocen el oficio y saben estar presentes en escena. Lo que significa saber lo que son sus personajes, sin parecer saberlo, y estar siempre atentos a lo que sucede a su alrededor para actuar como si no lo tuvieran ensayado, probado. En este caso El test, tal vez por el tiempo que se lleva representando, lo peta frente al numeroso elenco de Perfectos desconocidos. No es que estos últimos lo hagan mal, sino que el montaje necesita ese rodaje que hará fluidos y orgánicos los diálogos, el quitarse los unos a otros las palabras de una forma mucho más natural que el día del estreno. Decirlo como en la vida misma, coletilla esta que el espectador de estas obras suele decir mucho cuando sale de ver este tipo de obras.

La vida, la de ahora, la brillante vida occidental y lo que esconde. Nada grave de verdad, nada en lo que nos vaya la verdadera vida, pero en la que nos jugamos la vida que queremos vivir, esos problemas del primer mundo, esa vanidad. Esa sociedad del riesgo que entre todos hemos creado. Y ahí están los psicólogos y sus preguntas, para desvelarnos eso, que oculto, duele, hace daño. Y ahí están los dramaturgos, los directores de teatro y sus actores para hacernos reír de ese dolor. Aliviarlo. Hacernos sentir bien. Reconfortar esta vida nuestra con poco sentido y por la que día a día luchamos. He ahí el drama de tanta comedia humana.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.