'Los desiertos crecen de noche' o sin querer queriendo

'Los desiertos crecen de noche' o sin querer queriendo

El elenco de "Los desiertos crecen de noche"Los Pájaros/Teatro del Barrio

El Teatro del Barrio se adelanta y da el pistoletazo de salida a la temporada madrileña con el estreno absoluto de Los desiertos crecen de noche. Obra de José Sanchis Sinisterra, un autor clásico contemporáneo que sigue dando guerra con Nuevo Teatro Fronterizo, montada a partir de los textos que publicó en el libro Teatro Menor. Conjunto de escenas o pequeñas obras que permiten a la compañía Los Pájaros hacer un espectáculo que se mueve entre el humor, la poesía, la palabra y la música para llenar el desierto espacio vacío que es un escenario antes de que una compañía lo tome, lo asalte y lo llene, como ha hecho esta.

Lo cierto es que nunca había visto tan libre, tan liviana, tan divertida, tan disfrutando, a Clara Sanchis, una de las actrices del reparto y directora de la obra junto a Jesús Noguero, otro actor del reparto que también lo pasa bien y lo hace pasar mejor al respetable. Para los que al leerlo estén arqueando las cejas, hay que recordarles que Clara Sanchis ha sido ayudante de dirección de Juan Mayorga en la asombrosa Reikiavic, la que dio el espaldarazo como director a este reconocido autor teatral.

Tampoco desmerecen el resto de los actores. Será difícil de olvidar a Concha Delgado interpretando a esa mujer que anima al espectador a cerrar los ojos, un minuto, tan solo un minuto, y que más adelante será un hombre que escribe una carta a un autor. O la mujer sin zapato que siempre llega antes de tiempo, de Vanesa Rasero. Actriz deliciosa en su fragilidad, en su estar a punto de romperse y rompernos, sin dejarse ni dejarnos hacerlo.

Pero, sin duda, no se podrá olvidar a David Lorente, que si hubiese que ponerle un pero, sería el aspecto vocal al cantar. Actor que defiende con fuerza y energía todos sus personajes, pero, sobre todo, dos. El histriónico director de teatro y el histriónico profesor del tiro con arco. Papeles que hace como si estuviera poseído por un cómico y que no podría hacer si no pudiera contener esa posesión. Si no supiera cómo ser frío y caliente a la vez y que no se note, como pide su personaje de director a dos actores.

  El elenco de "Los desiertos crecen de noche"Los Pájaros/Teatro del Barrio

Como ya se ha dicho, entre todos llenan el desierto e iluminan la oscuridad del escenario (quizás durante demasiado tiempo para algunos.) Ocupando el vacío ostensible y ostentoso de las tablas, que nunca se sabrá quien lo puso allí, pero que allí está, para hablar de los seres humanos. Como lo son sus espectadores, a los que invitan a disfrutar de la extraña vida que sucede en escena. Extraña pero reconocible y verosímil como que los humanos simplemente sudamos. Donde lo fantástico se oye en un cuarto de baño que, como todo el mundo sabe, lo normal es que esté al fondo.

Cuerpos y voces de actores y actrices que llenan el espacio. Ya sea con un baile, con objetos (qué bonitas transiciones para pasar de un espacio vacío a un salón con su mesa), con la música que todos tocan como si fueran una banda y, claro está, concretando palabras.

Sí, palabras que, dichas como las dicen y sin mucho más que sus cuerpos y la luz, traen a escena a Demóstenes gritándole al mar, junto al sabor de los berberechos y la espuma de los días. Una espuma hecha de salitre, de pequeñas burbujas marinas. Y sin querer queriendo (que diría Chespirito), plantear el misterio de cómo esa espuma llegó a convertirse en los hombres y mujeres que somos hoy. En las palabras elusivas que somos hoy y que Sanchis Sinisterra ha sabido poner por escrito para que funcionen cuando se ponen en escena. Es decir, para hacer teatro, actuar y recibir las risas, el agradecimiento y los aplausos necesarios para que el espectáculo continúe en cartelera y gire, gire y gire.