Teatros abiertos por vacaciones

Teatros abiertos por vacaciones

Antes llegaba el verano y el teatro desaparecía de las carteleras madrileñas hasta la temporada siguiente. Pues bien, los madrileños que no huyen de la ciudad por el calor o los que visitan la ciudad se llevarán la grata sorpresa de que tendrán bastantes opciones todos los días, sobre todo en julio. Estas son tres de las propuestas más interesantes para casi todos los días de la semana..

Antes llegaba el verano y el teatro desaparecía de las carteleras madrileñas hasta la temporada siguiente. Pues bien, los madrileños que no huyen de la ciudad por el calor o los que visitan la ciudad se llevarán la grata sorpresa de que tendrán bastantes opciones todos los días, sobre todo en julio. Estas son tres de las propuestas más interesantes para casi todos los días de la semana..

Los martes, Satisfaction en el off del Lara

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Foto de Satisfaction cedida por el Teatro Lara - Walter G. Richards

Esta es una obra que disfrutarán tanto los amantes del humor, como del vodevil y de la ciencia ficción. Sí, ha leído bien, de la ciencia ficción. Pues el argumento parte del presupuesto de los viajes en el tiempo, de la paradoja del gato de Schrödinger y la teoría de las supercuerdas.

Aunque no se equivoquen, la historia pasa en una cocina corriente y moliente. Y lo que cuenta es el sueño de tal vez muchos de los adultos de volver a la infancia para cambiarla. Mejorarla. En esa idea psicoanalítica tan asentada en nuestras sociedades occidentales de que todos nuestros problemas se generaron en aquella época por la relación que se construyó con el padre y con la madre.

Claro que el pasado individual, el de cada uno, nunca fue como nos lo han contado o como nos lo cuentan o como nos lo contamos. Es esa extrañeza entre lo que se piensa que fue y lo que era de verdad lo que permite a su autora, Blanca Bardagil, y a los actores ofrecer una comedia que se va acelerando a medida que se desarrolla ante nuestros ojos para acabar en punta. Dejando al espectador la sensación de que la historia continuará y de que habrá que volver al teatro para ver dicha continuación.

Los miércoles No soy Dean Moriarty, en la Sala Tú

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Foto de No soy Dean Moriarty cedida por la Sala Tú

Varias obras superaron el horizonte temporal del Festival Surge de Madrid 2016 en el que se estrenaron en mayo. Viendo No soy Dean Moriarty se entiende por qué esta obra es una de ellas. Pues tras el desconcierto inicial de dos pobres tipos sentados en un bar comiendo pizza y hablando, se va sucediendo la historia de una amistad. Una historia que siempre es misteriosa. Cada una, como esta, con sus propias e inescrutables razones y con sus sospechas.

Es ese misterio el que sus dos actores protagonistas hacen presente en el escenario de esta pequeña sala del popular y, en la actualidad, hipsterianobarrio de Malasaña. Lo hacen gracias a sus cualidades interpretativas, que convocan a sus personajes fijando la mirada del espectador en escena. Mientras suena una banda sonora plagada de canciones estadounidenses de carretera, de motel, de historias que se pierden en el camino, en un ir de un lado a otro, pensando que eso es la vida. Una carretera que recorrer, no más.

Pero no se confundan. No es otra historia de amigos que esconde una tragedia. Es una obra que celebra la amistad y la alegría que ella representa. Para la que Gerard Iravedra, su director, ha creado una sutil coreografía de movimientos en escena, que, ey man, Fernando Tielve pero, sobre todo, Ferrán Vilajosana, regalan junto con las palabras de Joan Yago a un público que al final del espectáculo simplemente se les entrega y al que le cuesta abandonar la sala.

Y el finde, Aquí va a pasar algo en la Cuarta Pared

Tráiler de Aquí va a pasar cedido por Zanguango Teatro, realizado por Taupada Multimedia

La compañía Zanguango Teatro del Condado de Treviño, Burgos, llega a Madrid con este premiado espectáculo. Una reflexión sobre la memoria. Más bien sobre su ausencia y las consecuencias de perderla, de no saber ni cómo te llamas, ni reconocerte. Sí, una tragedia, que el cariño y el respeto de estos dos payasos convierte en una comedia.

Un espectáculo que da la impresión de haberse construido sobre el escenario. Reflexiones concretas que, partiendo de la improvisación, han permitido crear una obra de números y escenas humorísticos. Humor absurdo y reiterativo que a más de uno le recordará a un espectáculo de Faemino y Cansado. Aunque perfumado por los vientos valencianos de El Pont Flotant y sin perder la comicidad siempre seria de los castellanos.

Aunque lo mejor es la libertad que se dan para hacer lo que creen que tienen que hacer. Una libertad amenazada de cansancio por cierta repetición y reiteración que no llega a concretarse. Así dejan números memorables como el de la foto de familia. O ese sencillo, fácil y valiente intercambio de cuerpos. O el del escáner. Por nombrar tres de los muchos que ofrecen.

Y también es buena, muy buena, la naturalidad con la que afrontan la solución de cada uno de los retos que la (des)memoria, y cómo opera, les pone y les marca. Actores, mejor dicho, payasos valientes que en escena no representan, sino que son el cuerpo y alma de sus personajes. Un espectáculo en el que el trabajo físico y la palabra son más importantes de lo que parecen. Y que en su aparente sencillez muestran la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano que no recuerda, que ya no puede recordar que aquí ha pasado y va a pasar algo.