Tres obras y cuatro mujeres que ver en el Teatro del Barrio

Tres obras y cuatro mujeres que ver en el Teatro del Barrio

Rosario Pardo en Los dias de la nieve de Alberto ConejeroJavier Mantrana

Hay en la rentrée de temporada del Teatro del Barrio tres obras por las que merece acercarse a él. Tres obras que emocionan. Tres historias de mujeres que interesan al público independientemente del género del espectador. Tres obras que esconden cuatro grandes actrices que se merecen aforos más amplios y el que no los tengan no habla muy bien de la situación del teatro. A la vez que habla bien del teatro que las acoge y las reestrena en este duro y competitivo comienzo de temporada teatral 2018-19 lleno de pesos pesados.

El primero de esos reestrenos es Los días de la nieve, obra de Alberto Conejero, uno de los dramaturgos más apreciados por el público y la crítica. Por eso, no hay teatro público o privado que no quiera tener una obra suya. Esta no destaca tanto por el texto, un monólogo en el que la viuda de Miguel Hernández le cuenta su vida a una clienta que va a recoger un vestido a su taller. Obra que mantiene el compromiso de su autor con la memoria histórica. Memoria, que en vez de reivindicarla, el trata de recuperar de una forma poética y literaria. Antes que por el sentido, por el sentimiento, un sentimiento que une a los humanos.

La historia que no acaba de suspender la credibilidad del espectador pero que mantiene el interés del mismo debido a la interpretación de Rosario Pardo, la actriz que la protagoniza, Una actriz muy querida por el público por su participación en la serie televisiva Cuéntame. En esta obra descubrirán que su ídolo no tiene los pies de barro, pues compone su personaje de tal manera que, a pesar de los pocos elementos que usa para caracterizarse, uno se pregunta si es ella o es su personaje. Verla sobrevolar sobre esta gran pequeña historia de amor que cuenta bien merece pagar la entrada y, de paso, saber algo más sobre el malogrado poeta después de la Guerra Civil, como tantos otros, y su no muy conocida esposa. Una mujer de pueblo, del pueblo en el que vivieron los dos.

La segunda obra en discordia es Gloria que pertenece al proyecto a largo plazo de Teatro del Barrio de llevar a la escena la obra, vida y milagros de mujeres que se atreven y atrevieron. Ciclo que comenzó con Emilia Pardo Bazán y ha continuado con Gloria Fuertes. La pieza, escrita por Noelia Adánez y Valeria Alonso y dirigida por esta última es mejor pieza teatral que la anterior. Por los elementos usados para conocer mejor a esta poeta que marcó la vida de tantos niños y niñas de los 80 y los 90, éxito que a una libertaria como ella también le marcó. Figura de nuevo controvertida por su religiosidad frente a la libertad que se dio para vivir la vida, en la que su amor por Phyllips Turnbull, la mujer de su vida, contó y mucho. La misma libertad que trasladaba a los versos para niños y a los de los adultos.

Poeta a la que encarna Ana Rayo con tal naturalidad que, incluso habiendo sido colista de Gloria Fuertes, por haber hecho varias veces la cola en la Feria del libro de Madrid para que le firmara un libro, uno duda de si está ante una representación o ante el original. Esta actriz se mueve por el casi vacío espacio escénico llenándolo, como Gloria lo llenaba con su coraje, su gracia y mala leche, que también la tenía. Gracias a la que las tablas se van llenando de humanidad en la que no faltan la risa, el nudo en la garganta y los momentos en que pasa la vida y se ve en esta actriz la fuerza de su personaje para atraparlos, para no dejarlos pasar.

  Una escena de Las princesas del Pacífico de José TroncosoIgnacio Ysasi

Tal vez, haya dejado para el final la mejor de las tres. Las princesas del Pacífico, con la que José Troncoso se ha ganando el reconocimiento del público y de los profesionales como director de teatro tanto o más como ya tenía como actor, sobre todo, de comedia. Un director que sabe manejar los difíciles códigos de la risa y lo consigue con la historia de una sobrina y su tía, con apenas ingresos y acuciadas por las deudas, a las que les toca unas vacaciones en un crucero. Obra de inspiración zarandeña, por su cierta negrura, que está trabajada como una comedia que lleva varios años girando desde que se estrenó en el Espacio Guindalera cuando era Teatro Guindalera. Que puede que algunas personas rechacen por tratarse de un teatro de costumbres, costumbrista.

Montaje como los anteriores que destaca por el gran trabajo actoral de Alicia Rodriguez y Belén Ponce de León. Dos actrices que dotan de presencia a sus personajes desde el ridículo, contra el que saben que tienen que lidiar, y la vulnerabilidad. El resultado es que con su saber estar en escena rompen las barreras del espectador al que saben mover a la risa, por un lado, y al cariño por esos seres humanos que dichas actrices han subido a escena. Pues quererlas a ellas es quererse a uno mismo, reconocer(se) en esa ridícula vulnerabilidad humana, de la que nadie está libre.

Tres obras en las que mujeres particulares, reales o de ficción, se muestran y demuestran que ellas también tienen algo que contar, que siempre lo tuvieron. Y que su cuento merece la pena ser contado a sus pares, a sus iguales, para que se reconozcan en lo que son y en lo que hacen. Se reconozcan en la vida que les muestra el teatro cuando se hace y se llena de vida.

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