El repartidor de pizzas

El repartidor de pizzas

La Inteligencia del Éxito

Con quince años decidí irme a Estados Unidos solo. El Peldaño 5 de Los 88 Peldaños del Éxito explicaba el porqué de una decisión así: LOS TESOROS SE ENCUENTRAN FUERA DE CASA. Agradezco a mis padres por haberme apoyado con una elección de tanta envergadura, pero también por haberme permitido trabajar para pagarme los estudios, ya que al principio les costó mucho entender la importancia que esto tenía para mí.

Yo deseaba tener autonomía, valerme por mi propio pie, tener independencia económica y no vivir a costa de su apoyo. No porque no los respetara, sino justo por lo contrario. Y dado que mi principal responsabilidad eran los estudios, tenía que conseguir un empleo que, sin ninguna cualificación especial, me reportase los mayores beneficios con el menor tiempo. Ese empleo era el de repartidor de pizzas. El salario equivalía al mínimo establecido por la ley, pero las propinas podían incluso triplicar esa cantidad por hora. El trabajo fue odioso, pero mi capacidad de resistencia era grande. ¿Cómo? Por este principio, cuyo entendimiento la vida me regaló años más tarde:

No caminamos porque vemos que el camino será fácil, sino porque sabemos que la llegada será dulce.

El placer de ser autónomo no tenía precio. Me valía por mi propio pie, y verme conseguirlo superaba cualquier deseo de abandono.

Dado que durante la semana tenía clases, los fines de semana me veía obligado a realizar turnos de doce horas. Entraba a las cinco de la tarde los viernes y sábados y llegaba a casa pasadas las cinco de la madrugada. La velocidad en el reparto, no tanto en el vehículo como en la rapidez para gestionar y entregar los pedidos, incidía de forma directa en el salario, por lo que yo me partía la espalda para aparecer el primero cada semana en los rankings de agilidad. Llegaba a casa con los pies hinchados, pero lo conseguía. Me imagino que dolían, pero yo no recuerdo el dolor de los pies, sino el placer de llegar a fin de mes por mi cuenta siendo aún un adolescente. Esa sensación era demasiado bonita.

#LaInteligenciadelÉxito

Un objetivo que te hayan regalado nunca podrá hacer sombra

a cualquier otro por el que has sufrido.

@Anxo

La dureza del trabajo la podía soportar. Ser humillado, no. Tenía tres jefes. Uno de ellos, realmente tirano. Para mi desgracia, la mayoría de mis turnos coincidían con los de él. Llegó a insultarme, a mofarse del hecho de que yo no era estadounidense y él sí y hasta confeccionaba con astucia planes que buscaban ridiculizarme en público ante mis compañeros. Mi jefe tuvo mala suerte, ya que hay muchas cosas en las que yo podría ceder, pero mi amor propio no estaba entre ellas.

El día que menos se lo esperó fue el mismo día en que perdió a su mejor empleado. Le expliqué que si él había sido humillado de pequeño, yo me apenaba por ese niño dolido, pero que incluso algo así nunca sería justificación para que él buscase humillar a otros. «Si tienes una tendencia hacia la destrucción, la solución no está en alimentarla, sino en combatirla», le dije. Añadí una última frase y me fui. La frase era: «Hay muchas cosas que son negociables, pero mi dignidad no es una de ellas».

Tener tolerancia es pensar como un sabio.

Vender tu alma es convertirse en un necio.

Toda esta historia desemboca en un precioso mensaje final que es el que da sentido al Peldaño. Si la inteligencia del éxito es convertir los reveses de la vida en oportunidades de crecimiento, aquí tienes una ocasión de oro:

Cuando te ridiculicen, te insulten, te humillen, te rompan el alma y te traten con un gramo menos de la dignidad que te mereces... no te están echando tierra, sino semillas.

No te lo tomes como que te están pisoteando, sino como que te están dando las semillas que se convertirán en toda la motivación que necesitabas para mejorar tu situación. Estudia el doble, trabaja el doble, fórmate el doble, arriésgate el doble, no para eliminar el pasado que detestas, sino para luchar por el futuro que amas.

Luchar por grandes ideales requiere de un gran porqué.

El mismo que te acaban de regalar.

Síguenos también en el Facebook de HuffPost Blogs