Un punto de inflexión para la acción humanitaria

Un punto de inflexión para la acción humanitaria

Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes. En todo el mundo, 130 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Más de 60 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza. A pesar de las condiciones precarias en que viven, existe una grave escasez de fondos para ayudar a esas personas, lo que plantea cuestiones básicas sobre la solidaridad mundial en un mundo de gran riqueza.

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Foto: ONU/Eskinder Debebe

En la reciente Cumbre Humanitaria Mundial de Estambul, más de 9.000 participantes asumimos un triple compromiso respecto de las personas en situación de crisis en todo el mundo. Nos comprometimos a mejorar nuestra respuesta a las personas atrapadas en los desastres naturales y los conflictos; a empoderar a esas personas como agentes de su propia recuperación; y a reunir una mayor voluntad política para prevenir y poner fin a las guerras que tanto sufrimiento están causando.

Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes. En todo el mundo, 130 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Más de 60 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza. A pesar de las condiciones precarias en que viven, existe una grave escasez de fondos para ayudar a esas personas, lo que plantea cuestiones básicas sobre la solidaridad mundial en un mundo de gran riqueza.

La enorme magnitud de este desafío obligó a que aquella tuviera que ser un tipo diferente de cumbre. Por primera vez, las personas afectadas por las crisis trabajaron junto a los dirigentes mundiales, los jefes de organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado para encontrar soluciones. Esta diversidad de voces representó un logro por sí misma.

Conocí a muchas personas afectadas por crisis, y hablé con valientes trabajadores humanitarios. Quienes se encuentran en primera línea, con frecuencia en los países más pobres del mundo, demuestran un enorme empeño por ayudar a las familias y las comunidades en crisis. Es la comunidad internacional en su conjunto la que debe hacer más.

En mi Agenda para la Humanidad, elaborada como preparativo de la Cumbre, se esbozaban cinco esferas para la actuación colectiva: prevenir los conflictos y ponerles fin; respetar las normas de la guerra; no dejar a nadie atrás; trabajar de manera diferente para poner fin a la necesidad; e invertir en humanidad. La Cumbre registró casi 3.000 compromisos individuales y colectivos en apoyo de esas cinco esferas básicas, muchos de los cuales fueron asumidos por países afectados por crisis.

Mediante un gran pacto entre 30 de los principales donantes y los organismos de ayuda se reducirán los gastos de gestión, se logrará una financiación más flexible y se dará a las personas afectadas una mayor voz en las decisiones que determinarán su vida.

Alrededor del 80% de la financiación humanitaria se destina a crisis causadas por conflictos provocados por el ser humano.

En virtud de la nueva Charter4Change, 27 organizaciones no gubernamentales internacionales se comprometen a canalizar una quinta parte de su financiación hacia organizaciones nacionales, en respuesta a los llamamientos generalizados para que la adopción de decisiones y la financiación tengan un carácter más local.

Los ministros de Finanzas del Grupo de los Veinte Vulnerables pusieron en marcha una Alianza Mundial de Preparación que ayudará a los países con mayor riesgo de crisis a prepararse para futuras conmociones.

Los donantes se comprometieron a aportar nuevos fondos a las iniciativas para proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por razón de género y asegurar que millones de niños en situación de crisis puedan continuar con su educación, atendiendo a una de las prioridades más urgentes de los refugiados y los desplazados en todo el mundo.

La Cumbre logró compromisos importantes para salvar la brecha entre la labor humanitaria y la labor de desarrollo y crear una nueva manera de trabajar juntos para reducir las necesidades, gestionar los riesgos y apuntar a objetivos comunes durante plazos más prolongados.

Alrededor del 80% de la financiación humanitaria se destina a crisis causadas por conflictos provocados por el ser humano. Por ese motivo fue especialmente importante que los 173 gobiernos asistentes se comprometieran a invertir más en la prevención de conflictos y la consolidación de la paz, encontrar mejores soluciones para los refugiados y los desplazados internos e impulsar medidas prácticas para hacer cumplir las legislación de guerra.

Ahora debemos poner estos compromisos en acción.

A fines de este año, informaré a la Asamblea General de las Naciones Unidas y propondré maneras de hacer avanzar nuestros compromisos. La Reunión de Alto Nivel sobre los Desplazamientos Masivos de Refugiados y Migrantes, que se celebrará en Nueva York el 19 de septiembre, será una excelente oportunidad para mantener el impulso y consolidar los logros de la Cumbre.

Insto a las organizaciones de la sociedad civil, que tuvieron una dinámica presencia en Estambul, a que se ocupen activamente de vigilar que los Estados cumplan sus compromisos.

La Cumbre Humanitaria Mundial no fue un punto final, sino un punto de inflexión. Las Naciones Unidas se han comprometido a aprovechar el impulso generado para trabajar en asociación con los dirigentes mundiales, incluidos los que no pudieron estar presentes, y con todos los interesados para apoyar a las personas más vulnerables de nuestro mundo.