El tradicionalismo defensivo de Tata

El tradicionalismo defensivo de Tata

No hay fórmulas mágicas en el fútbol y todo es debatible, pero la filosofía de los últimos años en el equipo catalán defendía la máxima de Guardiola de "para defender, ataca", en que reducía las posibilidades de recibir un gol según la propia posesión del balón. Con Martino, el estilo defensivo varía radicalmente.

El Barcelona tiende a regalar el balón en los últimos minutos y a acumular defensas para aguantar un resultado. Más que en ataque, la posesión del balón es útil para defenderse, pero Martino no acaba confiar en ello.

"Hice un cambio defensivo y lo volvería a hacer". Martino justificaba el cambio de Iniesta, uno de los mejores del encuentro ante el Madrid, para dar entrada a Song con 1-0 en el marcador. No es nueva la tendencia del Tata a amarrar un resultado en el tramo final de un partido, pero ante el Madrid se vio la máxima expresión de su filosofía al cambiar el talento de Iniesta por el músculo del camerunés.

Resulta algo singular la idea de defender que promulga el argentino, con tendencia a sumar hombres de perfil defensivo con el único objetivo de dificultar el avance enemigo. El lógico planteamiento de Martino: "Si quiero defender, introduzco defensas", es un concepto algo tradicional para ser aplicado en el fútbol actual y en un equipo como el Barcelona, que si de algo va falto es de efectivos contundentes en la zaga a pesar de parecer una contradicción.

No hay fórmulas mágicas en el fútbol y todo es debatible, pero la filosofía de los últimos años en el equipo catalán defendía la máxima de Guardiola de "para defender, ataca", en que reducía las posibilidades de recibir un gol según la propia posesión del balón. Es decir, si uno tiene el balón, impide que el contrario lo tenga; y si el contrario no tiene el balón, no te puede marcar. Así de simple y así de cierto.

El Barça de Pep llegó a un control de monopolio de la pelota tan alto que fue acusado de aburrido. Los azulgranas tenían el balón y las ocasiones se minimizaban: el Barça no buscaba la portería, y el oponente básicamente no la podía encontrar. Con Martino, el estilo defensivo varía radicalmente. El técnico entiende que el partido entra en una fase de contención, donde el equipo acaba reculando unos metros e incluso cede el esférico al rival. Con tal panorama, la lógica invita a introducir un jugador potente para entorpecer los ataques rivales. Hoy ha sido el turno de Song.

El peligro de este planteamiento es el propio mensaje que el equipo recibe. Si se va Iniesta y entra el ex del Arsenal, está claro: "Chicos, a achicar y a defenderse". Y si uno se defiende, claro está, el otro se va al ataque: "Un último esfuerzo". Es un arma de doble filo.

Si algo tiene el equipo catalán es la capacidad de mantener el balón sin perderlo. El centro del campo es probablemente uno de los más talentosos del planeta, y en la delantera la nómina no es inferior. No es cuestión de seguir buscando portería, sino de administrar esfuerzos, rebajar la adrenalina rival e impedir, ni que sea por accidente, que se creen ocasiones.

Defender es legítimo, pero Tata tiene en sus manos aprovechar un estilo ya construido para minimizar el ataque rival. Xavi, Iniesta o Messi nunca ganarán un balón dividido o despejaran un buen centro de Di Maria. Ahí sí es necesario Song. Ellos, simplemente, impedirán que el centro sea una realidad.