El Sí británico que Europa necesita

El Sí británico que Europa necesita

Si sale el Sí, mucho tendrán que agradecer Cameron y el conjunto del país a la responsabilidad de un Partido Laborista que ha dejado claro que, independientemente de lo negociado por el primer ministro, va a defender activamente el voto afirmativo. Porque los laboristas y los sindicatos saben que un Sí significa para el Reino Unido mercado, crecimiento, inversión, empleo, seguridad y presencia internacional, mientras que uno negativo significaría todo lo contrario para el país y para el conjunto de la UE.

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Foto: EFE

De aquí al 23 de junio vamos a visitar muchas veces las ediciones digitales de la prensa británica, la seria y la que ni siquiera lo pretende. Será la forma más directa de saber si el 24 de junio Londres comenzará a negociar con Bruselas el Tratado de salida del Reino Unido de la UE (que sería el primero en la historia y tardaría tiempo en finalizarse) o si, por el contrario, es esta la que empezará a legislar para asimilar el acuerdo alcanzado con Cameron en el Consejo Europeo de febrero.

Como federalista europeo, espero que sea lo segundo lo que toque hacer el día después del referéndum sobre la permanencia británica en la UE. Sé que a los europeístas, a cada una que ha hecho el Reino Unido, dificultando nuevos pasos hacia adelante en la profundización política de la Unión -y las ha habido serias-, se nos ha pasado alguna vez por la cabeza aquello de "que se marchen de una vez y nos dejen en paz".

Pero también sé que al minuto hemos actuado racionalmente y buscado las vías para facilitar que los británicos siguieran dentro del barco comunitario, aunque fuera absteniéndose de remar en determinados temas. Excepción aquí y cheque allá, el Reino Unido ha seguido formando parte de la UE y aportando menos que los demás, pero estando donde su historia y sus intereses y la historia y los intereses de los demás europeos le situaban.

No pretendemos ser ingenuos: es el Partido Conservador quien se enfrentará a sus propios fantasmas en el referéndum del 23 de junio. Aunque derrotarlos va a ser cosa de todos: de la UE, que ha vuelto a hacer nuevas concesiones, algunas difíciles de aceptar y otras no tanto (a mí no me gustan, la verdad); y de la oposición británica: si sale el Sí, mucho tendrán que agradecer Cameron y el conjunto del país a la responsabilidad de un Partido Laborista que ha dejado claro que, independientemente de lo negociado por el primer ministro, va a defender activamente el voto afirmativo.

Porque los laboristas y los sindicatos saben que un Sí significa para el Reino Unido mercado, crecimiento, inversión, empleo, seguridad y presencia internacional, mientras que uno negativo significaría todo lo contrario para el país y para el conjunto de la UE. ¿Se imaginan cómo se les pondrían de largos los dientes a los especuladores internacionales de toda condición -la mayoría, contrarios a la UE- ante la posibilidad de desestabilizar los mercados y hacer no solo su agosto, sino también su junio y su julio?

Todavía habría más en el capítulo de agradecimientos del inquilino de Downing Street y del país si el No es derrotado: a Barack Obama, que ha visto claro, como alguno de sus antecesores, que a los Estados Unidos les conviene más y mejor UE, no lo opuesto; y a otros países de la Commonwealth, que igualmente han expresado con claridad su apoyo a la permanencia.

Sinceramente, creo tanto que el Sí será mayoritario como que la UE deberá entonces actuar en consecuencia y llegar cuanto más lejos pueda en su profundización política federal, sin el miedo de violentar a quien habrá ejercido su derecho a fijar sus propios límites aceptando no marcar los de los demás.