Prueben a saludar en castellano (en el IV Centenario de Cervantes)

Prueben a saludar en castellano (en el IV Centenario de Cervantes)

Debe ser por el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes que estos días me preocupa especialmente oír o leer a representantes de la política, la economía, la cultura o la sociedad españolas utilizar sin mayor problema expresiones en inglés o directamente importadas de ese idioma cuando en nuestra lengua materna, el castellano, las tenemos iguales o mejores.

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Debe ser por el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes que estos días me preocupa especialmente oír o leer a representantes de la política, la economía, la cultura o la sociedad españolas utilizar sin mayor problema expresiones en inglés o directamente importadas de ese idioma cuando en nuestra lengua materna, el castellano, las tenemos iguales o mejores.

No lo digo por casticismo, sino por lógica, pues cada vez que olvidamos la riqueza de nuestro idioma, debilitamos la fuerza de nuestro razonamiento. Conviene recordar que la lengua no es solo el más importante medio de expresión; también, en sí misma, encierra y define una forma de pensar decantada durante siglos, conformando comunidades que se identifican por los sonidos y los contenidos de las palabras, y no para considerarse mejores que otras, todo lo contrario: más bien para asegurar la riqueza de la pluralidad de visiones del mundo.

La UE es el mejor ejemplo de ello: sus cientos de millones de ciudadanos comparten tantos valores, derechos y objetivos que han creado la primera democracia supranacional, pero aportando cada uno su historia, sus tradiciones, su particular forma de entender la vida. Por eso la Unión tiene tantas lenguas oficiales como las que lo son en sus estados miembros. De forma que mantener esa complejidad no es un defecto, sino una virtud. Algo que resulta especialmente importante en el Parlamento de Estrasburgo, donde cada vez que un diputado español (o portugués, o italiano, o griego, u holandés, da igual) admite un recorte en las cabinas de traducción a favor del inglés, el francés o el alemán como lenguas de uso está haciendo un flaco favor a la pluralidad...europea.

A lo largo de décadas, parecía que el pensamiento solo se expresaba en inglés, la lengua para la que Shakespeare (que comparte con Cervantes el IV Centenario) creó tantas y tantas expresiones. Pero hoy, ni en la ciencia, ni en la cultura esa idea es sostenible. Tampoco en el campo de los Centros de Pensamiento, que los anglosajones llaman Think Tanks.

Basta ver la extraordinaria producción, en calidad y amplitud, de los centros españoles e iberoamericanos para comprobarlo. Es lógico que muchos de ellos hagan el esfuerzo (meritorio por la ausencia de recursos) de publicar también en otras lenguas sus investigaciones, empezando por el inglés. Pero sabiendo que, de cualquier forma, su audiencia en castellano (y portugués) será de por sí enorme. Ya no hay solo un punto de vista en inglés sobre un conflicto o un país, también lo hay en español, y eso tiene mucha relevancia.

El castellano es hoy la lengua más homogénea y gobernada del Planeta, lo que le ha dotado de una identidad entre sus hablantes y un grado de perfección tan elevados que las ideas que en ella se expresan admiten extraordinarios matices y, al tiempo, una actualidad rabiosa.

Hoy, el español es la segunda lengua materna del mundo y la de mayor crecimiento, ocupando el mismo lugar en la comunicación digital. Así, cualquier análisis publicado en el idioma de Cervantes por un centro de pensamiento puede ser leído en tiempo real en cualquier país y continente. Y ello por no hablar del interés que mueve a millones de personas de otras lenguas maternas a estudiar el castellano desde Nueva York a Beirut, desde Bruselas a Pekín.

Además, el castellano es hoy la lengua más homogénea y gobernada del Planeta, lo que le ha dotado de una identidad entre sus hablantes y un grado de perfección tan elevados que las ideas que en ella se expresan admiten extraordinarios matices y, al tiempo, una actualidad rabiosa.

Expresarse en español, repito, no está opuesto a tener la capacidad de hacerlo en otras lenguas. Precisamente, eso se convertirá con el tiempo en una ventaja comparativa de los hispanohablantes respecto a los angloparlantes, encerrados -a veces por decisiones incomprensibles, como la supresión de la enseñanza en otras lenguas en la educación pública- en una burbuja idiomática. Lo que me lleva a sugerir, por cierto, que tal ventaja comparativa se acreciente también con el aprendizaje de lenguas como el francés, más fáciles para los primeros que para los segundos.

Estoy seguro de que cuando el 23 de abril el rey entregue el Premio Cervantes a Fernando del Paso en la Universidad de Alcalá de Henares, en presencia de los académicos, el Gobierno, el alcalde de la ciudad, entre otros asistentes, no tendremos que escuchar expresiones como "hoja de ruta" o "líneas rojas". O eso espero.

En resumen, una sugerencia: cuando le presenten a alguien, pruebe a ver si habla en la lengua de La Mancha antes de tratar de saludarle en inglés. Lo mismo se lleva una grata sorpresa.