Rescate: Lo importante es negociar bien

Rescate: Lo importante es negociar bien

Que no se engañen ni Monti ni Rajoy: así lo único que van a conseguir es que a los países que gobiernan les pase lo mismo que al del cuento de "que viene el lobo" y, desde luego, que los especuladores vuelvan a la carga.

Lo ha dicho el director del Corriere Della Sera y lleva más razón que un santo: después de pasarse meses demandando al Banco Central Europeo la compra de deuda pública, ahora resulta que tanto España como Italia se hacen las remolonas a la hora de pedir la activación de la línea abierta a tal fin por Mario Draghi.

Que no se engañen ni Monti ni Rajoy: así lo único que van a conseguir es que a los países que gobiernan les pase lo mismo que al del cuento de "que viene el lobo" -perdiendo una credibilidad imprescindible ahora y cuando las cosas se pongan, si es el caso, todavía más feas- y, desde luego, que los especuladores vuelvan a la carga.

Draghi -con el beneplácito o el apoyo de Alemania y Francia, ahí es nada- ha dado un paso de una importancia sustantiva en la construcción de la unión económica europea, que podría poner fin de una vez por todas al infierno de la prima de riesgo que se viene sufriendo desde hace demasiado tiempo.

Le llamen bazooka o trabuco, esta vez el BCE ha definido un arma efectiva que puede poner en fuga a los especuladores y, en consecuencia, reforzar aún más un euro contra el que llevan lanzándose en manada desde el comienzo de la crisis económica originada en Estados Unidos hace ya un lustro.

Para argumentar el remoloneo, desde Roma y desde Madrid se utilizan -explícita o implícitamente- dos razones: que quizás con el mero anuncio baste y que hay que pensárselo muy bien porque la compra de deuda -sea por el Fondo o el Mecanismo Europeo de Estabilidad, sea por el BCE- conllevará nuevas condiciones.

Lo del "efecto anuncio" puede durar uno días o unas semanas. Pero no más: a los de la City o Wall Street les sobran argumentos para intoxicar a los inversores e instrumentos para desestabilizar las cosas en cuestión de horas.

¡Y hombre, si a uno le van a comprar deuda pública de forma ilimitada en el mercado secundario, ahorrándole, por ejemplo, en el caso de España, 12.000 millones de euros en intereses, se querrá saber con certeza que no se va generar más endeudamiento a cuenta de terceros!

El caso es que, incluso, el comisario Oli Rhen ha señalado que pocas condiciones adicionales de ajuste se le pueden demandar a España más allá de las existentes. A lo que cabría añadir que el gobierno respectivo -de Roma o Madrid- tiene en su mano negociar con la eurozona los términos de la intervención.

Lo importante es negociar bien, demostrando que a la economía le va mejor que el cumplimiento de los objetivos de déficit se consiga por la vía de actuar ante todo sobre el ingreso (profunda reforma fiscal progresiva mediante) y no sobre el gasto (para no seguir insistiendo únicamente en este capítulo, algo no solo injusto, sino contraproducente para el crecimiento y el empleo).

Quizás hay una tercera razón: no querer dar la imagen interna de sometimiento a dictados externos, de "pérdida de soberanía", pero la verdad es que no somos dueños de nuestro destino cuando desde un ordenador de un fondo de alto riesgo se nos vapulea y esquilma.

El tiempo vuela. Madrid, al menos, no debería perderlo. El Gobierno debe pedir la activación de la compra de deuda por el BCE rápidamente y establecer los mejores términos en la operación, acordando con las fuerzas políticas y sociales representativas su contenido, eso sí, con luz y taquígrafos.

Lo demás es no solo poner en riesgo nuestras finanzas, sino dar razones a terceros para poder decir que, al fin y al cabo, en la UE hay quien quiere una cosa y su contraria y que, cuando se crean herramientas imprescindibles, se está dispuesto a dejar que se achatarren.