2013, España desahuciada

Como un piso vacío sin sus ocupantes que un día soñaron con vivir en él, España se está quedando sin alma. Se han bajado las persianas y cerrado el gas. No corre el aire. Hay un espeso silencio donde antes hubo alegría. Hace frío. Hay comida podrida en la nevera. También hay miedo. Empieza un nuevo año y termina en el número 13, como una broma macabra.

Hace poco hablábamos del efecto llamada porque otros daban su vida por dar esperanza a sus hijos y venir a vivir con nosotros. Ahora tenemos el efecto huida. Demasiados jóvenes hacen la maleta. Nada malo en marchar, salvo que se haga por pura supervivencia digna. Es demasiado ruin pedirles que se queden para ver en primera fila el desfile de corruptos, impunes y mediocres, que se agarran a las sillas aún a costa de cargar el barco hundido con más plomo.

Cada vez que el PP repite lo de la herencia recibida se corta un gran pino en nuestro bosque democrático. Es desde luego época de tala. Clarea. Pero todavía no entra la luz. Su "herencia percibida" solo da risa, pero de pura indignación.

La herencia recibida no se llama Zapatero. Ojalá así fuera. Eso simplificaría las cosas y haría todo mas fácil. Solo habría que dar marcha atrás ocho años. Pero son demasiados fallos de demasiadas personas durante demasiado tiempo. ¿Desde cuándo llevamos construyendo casas, casi siempre feas y bastante caras? ¿Cuándo empezó la banquizacion de nuestra sociedad?

La desconexión entre los políticos y los ciudadanos da vértigo. Quizás su expresión más penosa es el acto irreparable por el que algunos han empezado a quitarse la vida para así llamar la atención. Solo entonces ha empezado a calar la sensación de urgencia por un siniestro fenómeno que antes era silencioso: desde 2007 se han desahuciado 400.000 casas, ahora unas 500 al día.

¿Por dónde entra la luz? La revolución empieza en casa, en el bar, en la escuela, en el hospital. Con frecuencia las conductas más indignantes de políticos y empresarios han sido reflejo de prácticas consentidas y extendidas en la sociedad. Por supuesto, los primeros tienen una exigencia ética superior, pero no saldremos adelante si, además de remar juntos, no cambiamos muchas cosas.

También tenemos que unirnos y movilizarnos con la misma fuerza por lo propio que lo ajeno. Lo público está bajo ataque. Pasemos de las mareas verdes, blancas y de otros colores a una sola multicolor.

Mi último mensaje para el Gobierno antes de finalizar el año: Si piensan que de verdad vamos a poder sobrevivir con dignidad democrática sin que antes una gran comisión investigue Bankia en el Congreso, están muy equivocados. No nos ofendamos fuera si dicen que no somos serios. Es el agujero más negro, financiero e indignante que ha sacudido jamás nuestro país.