Por qué le conviene a Podemos abstenerse

Por qué le conviene a Podemos abstenerse

Podemos tiene enfrente dos opciones: votar en contra de Pedro Sánchez y forzar nuevas elecciones, como el PP, o abstenerse y facilitar que haya un gobierno en base al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Las ventajas de la abstención son mayores que las del voto en contra. Y también, conviene decirlo, que las de votar a favor.

EFE

Podemos se abstendrá y facilitará que haya un nuevo gobierno en España, tal y como ha sugerido Manuela Carmena, aunque después haya matizado sus palabras. Si no lo hace hoy, lo hará en una nueva votación antes de que expire el plazo de dos meses para convocar nuevas elecciones. Tiene todavía tiempo para pensarlo. Mi pronóstico es que lo hará cuando, en medio de toda esta tensión mediática, encuentre algo de sosiego y reflexione sobre lo que más le conviene al partido a largo plazo.

Tras obtener un excelente resultado para ser la primera vez que se presentaba a unas elecciones generales, un tercer puesto con 69 escaños entre Podemos y sus franquicias, Pablo Iglesias ha apostado todas sus cartas a entrar en el gobierno con el PSOE y ser su vicepresidente. Tal ha sido su empeño en ser número dos en un ejecutivo presidido por Pedro Sánchez que, en el documento de trabajo de Podemos con propuestas para una negociación, los únicos nombres propios que aparecen en el mismo eran los de Sánchez e Iglesias.

Al margen de las consideraciones sobre la ambición personal de Iglesias y de si ha hipotecado un acuerdo con los socialistas por su empeño en alcanzar la vicepresidencia con una asertividad propia de Frank Underwood -"caza o serás cazado"-, lo cierto es que su vicepresidencia hubiera simbolizado como pocas cosas el nuevo tiempo político de España. Pero para "asaltar los cielos", Podemos necesitará más de un asalto.

La vicepresidencia de Iglesias hubiera simbolizado como pocas cosas el nuevo tiempo político de España. Pero para "asaltar los cielos", Podemos necesitará más de un asalto.

Este plan a de Podemos no ha podido ser y, como casi siempre en la política, sobre todo en este sistema de partidos fragmentado en el que somos noveles, se impone el plan b. Y Podemos tiene enfrente dos opciones muy diferentes. Votar en contra de Pedro Sánchez, en la misma línea que el PP de Mariano Rajoy -que, mientras pasa el tiempo, sigue en el gobierno-, y forzar nuevas elecciones, o abstenerse y facilitar que haya un gobierno sobre las bases del acuerdo que han alcanzado el PSOE y Ciudadanos. Las ventajas de la abstención son mayores que las del voto en contra. Y también, conviene decirlo, que las de votar a favor.

Naturalmente, hay cláusulas de este acuerdo que no gustan a Podemos, sobre todo desde que sabemos que, terminada la campaña electoral del 20D, Ciudadanos ha pasado de ser potencial socio morado, aliado de la nueva política frente a la vieja, a rival conservador con el que, moralmente, un partido de izquierdas como el suyo (ahora sí) no puede entenderse.

Pero la gran pregunta a la que debe responder Podemos, pasadas las horas amargas tras haber fracasado su plan a de situar a Coleta Morada en el Palacio de la Moncloa, es: ¿no es este acuerdo de Sánchez y Rivera mejor para España que lo que hay ahora? Si la respuesta es positiva, la segunda pregunta es: ¿qué le obsesiona más a los dirigentes de Podemos, sacar de la Moncloa a Mariano Rajoy o superar en votos al PSOE?

Podemos está de acuerdo, aunque no lo reconozca públicamente, con muchas de las propuestas que contiene el acuerdo.

Podemos está de acuerdo, aunque no lo reconozca públicamente, con muchas de las propuestas que contiene el acuerdo -sobre todo las referentes a la regeneración democrática, la independencia de la justicia, la lucha contra la corrupción, las medidas contra la pobreza...-, pero le disgustan otras, sobre todo las referentes a la fiscalidad y al mercado laboral. Este sentimiento agridulce es propio de la concertación. Pero la ventaja para los de Pablo Iglesias es que no tienen que votar a favor del acuerdo, sólo abstenerse, y después apoyar en la cámara las medidas concretas con las que esté de acuerdo. Este escenario le permitiría situarse en un papel de oposición de izquierdas con un gobierno de centro muy debilitado, sin mayoría en el Congreso. Sus 69 diputados, mareas incluidas, le permitirán una gran influencia sobre la agenda política.

Ese escenario tiene también la ventaja para Podemos de obtener rodaje. Seamos honestos: ¿estaba Podemos preparado para gobernar y vicepresidir a la primera de cambio? Los dirigentes de Podemos no tienen experiencia política, más allá de su año express como diputados en el Parlamento Europeo y la etapa de algunos de ellos asesorando a gobiernos latinoamericanos en el pasado. Lo que han hecho en Caracas, La Paz, Quito o Bruselas se parece bastante poco a gobernar España. Una etapa, ahora, como líderes de la oposición de izquierdas de un gobierno débil, en una legislatura que podría ser tan corta como de un año o un año y medio, les daría un rodaje parlamentario que les vendrá muy bien en su próximo intento de asaltar los cielos.

¿Es mejor para Podemos una nueva convocatoria electoral? Si su obsesión primera es superar a los socialistas y no sacar a Rajoy de la Moncloa, desde luego que es el camino más directo para intentarlo. Recién celebradas las elecciones, era una tesis ampliamente compartida que a Podemos le beneficiaría un segundo asalto. Pero ahora no está nada claro. Sus cálculos incluyen superar al PSOE si se presentan en una misma candidatura con IU y logran mantener dentro de su alianza a las mareas, pero, ¿cómo afectará a su electorado potencial su decisión de abstenerse y forzar nuevas elecciones?

Seamos honestos: ¿estaba Podemos preparado para gobernar y vicepresidir a la primera de cambio? Sus dirigentes no tienen experiencia política, más allá de su año express como eurodiputados.

Hay un electorado radical de Podemos que probablemente simpatice con la pureza ideológica que destila su estrategia reciente de negar cualquier acuerdo con Ciudadanos. Y que incluso compre su actual pulso (o todo, el gobierno, o nada). Pero esta estrategia no casa con el espacio de la nueva política que Podemos ha querido ocupar desde su creación. Una política pragmática que quiere solucionar con justicia los problemas de la gente, que se obsesiona por una nueva ética en el espacio público y no tanto por quién la apadrina en el Consejo de Ministros. Un espectro amplio de la población que simpatiza con Podemos, que encarna bien Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, a quien votaron muchos más de los que lo hicieron ese mismo día a Podemos en la Comunidad de Madrid, se refleja poco en el discurso rencoroso de Iglesias en su estreno parlamentario.

Hay un voto importante de Podemos que simpatiza con esta idea de regeneración y que, más que votar de nuevo y prolongar la parálisis del país, lo que desea es ver nuevas caras y un nuevo tiempo político. Sánchez y Rivera, frente al actual presidente Mariano Rajoy, representan sin duda un tiempo nuevo, en el que, además, Pablo Iglesias jugará también un papel estelar como líder de la oposición en la izquierda. Quizás se una también pronto una nueva cara en el liderazgo del PP.

Lo que está claro es que los votantes tradicionalmente socialistas que dieron su confianza a Podemos el pasado diciembre no simpatizan con el discurso del odio de Iglesias en el hemiciclo contra el PSOE, ni tampoco estarán satisfechos si Podemos fuerza nuevas elecciones. La expresión de Íñigo Errejón, captada por las cámaras en el momento en que su líder habla de la cal viva, es sintomático de que no todos en el partido morado apuestan por su agresividad ni por el bloqueo.

Hay un voto importante de Podemos que simpatiza con esta idea de regeneración y que, más que votar de nuevo y prolongar la parálisis del país, lo que desea es ver nuevas caras y un nuevo tiempo político.

Haría bien Pablo Iglesias en releer El Príncipe de Maquiavelo, obra que cita a menudo. Y detenerse en el pasaje dedicado a "los principados adquiridos por las armas y la destreza". Dice así: "Un hombre prudente debe siempre seguir los pasos de los grandes hombres e imitar a aquellos que han sobresalido. Si su propia destreza no alcanza la de los grandes hombres, al menos tendrá un aire de grandeza al intentarlo. Debe comportarse como los arqueros que, si son habilidosos, cuando su objetivo parece muy distante, se inclinan y apuntan más alto que su objetivo, no para disparar al cielo, sino para apuntando alto poder lograr su objetivo".

Se incline o no Pablo Iglesias con su arco, lo que está claro es que tiene al alcance de su flecha sacar de la Moncloa a Mariano Rajoy y, si es paciente, quizás un día llegar él mismo al gobierno.