¿Será un tecnócrata el próximo presidente de Gobierno?

¿Será un tecnócrata el próximo presidente de Gobierno?

Urge analizar los últimos acontecimientos de corrupción que afectan al corazón del Gobierno de España con las lecciones aprendidas de una crisis que ha cambiado demasiadas cosas. Nada es ni será como antes.

Confieso que no puedo quitarme de la cabeza una hipotética escena. En una reunión de urgencia del Consejo en Bruselas, Merkel, Van Rompuy, Barroso, se reúnen en una sala aparte con Rajoy y le transmiten lo siguiente. "Presidente Rajoy, no nos cabe duda de tu inocencia y sabemos que esto es muy injusto contigo. Pero sufrimos una grave crisis de confianza que tememos se pueda expandir al conjunto del euro, poniendo todo en riesgo y llevando a Europa al abismo... Te pedimos que des paso a otra persona que facilite devolver la confianza en tu país, y también en el euro..." ¿Realidad o ciencia ficción?

Urge analizar los últimos acontecimientos de corrupción que afectan al corazón del Gobierno de España con las lecciones aprendidas de una crisis que ha cambiado demasiadas cosas. Nada es ni será como antes. Podemos aprender de lo sucedido en los países vecinos para tratar de avanzar los futuros escenarios posibles. Creo que hay todavía gran ingenuidad entre los analistas que piensan que "en España nunca dimite nadie"... o "pase lo que pase Rajoy aguantará". Este pensamiento pertenece al pasado. He aquí algunas claves para entender lo que puede pasar en las próximas semanas o meses.

La política doméstica no es ya puramente nacional. Está condicionada por demasiadas variables que superan los despachos de la Moncloa y del Paseo de la Castellana. Nada depende de uno mismo, ni aunque seas el presidente del Gobierno. La crisis del euro ha subrayado el poderoso y nada transparente papel que juegan los mercados en la estabilidad de los gobiernos. Y en Europa hay un directorio de hecho en el que no está representada España y que se dirige con mano firme por la canciller de Alemania, supervisada por los mercados.

Tomemos nota de lo ocurrido con nuestros vecinos hace no demasiado tiempo, en noviembre de 2011. Dos primeros ministros fueron apartados de sus gobiernos tras una grave crisis de confianza, de los mercados y también de otros líderes europeos. El primer ministro griego Papandreu presentó su dimisión, tras haber amagado con convocar un referéndum sobre un nuevo plan de rescate. El mismo día que lo anunció puso un pie en la calle. Su idea provocó una reacción adversa de los mercados, pero sobre todo del clan Merkozy. A Papandreu le sustituyó Lukas Papademos, antiguo vicepresidente del Banco Central Europeo, quien se puso al frente de un gobierno de unidad nacional.

Berlusconi, por las mismas fechas, presentó su dimisión tras unas semanas en las que la prima de riesgo se disparó en Italia, entre otros motivos por los abundantes escándalos de corrupción y procesos judiciales que terminaron por arrinconar a Il Cavaliere. En Berlusconi dejaron de confiar los mercados y también los líderes europeos. Como es conocido, Mario Monti, antiguo comisario europeo, le sustituyó tras ser apoyado por el Parlamento italiano.

En España, por el momento, la prima de riesgo ha tenido ligeras subidas y la bolsa algunas pérdidas. En la cumbre hispano-alemana de la semana pasada, Merkel mostró su apoyó a un nervioso Rajoy que se defendió con una frase sorprendente: "todo es falso salvo alguna cosa". Es todavía demasiado pronto para pensar que esto se vaya a estabilizar así. Es muy difícil que la estrategia "todo es falso, salvo alguna cosa" se mantenga en pie con los crecientes detalles que se van conociendo por la prensa y por las investigaciones del juez Ruz y la fiscalía anticorrupción sobre la trama que arrincona al PP.

Es probable que la tensión social vaya en aumento y merme todavía más la confianza que tienen los ciudadanos en el Gobierno. Un presidente sin autoridad moral no puede timonear un país del sur en la tormenta del euro, sencillamente porque los sacrificios que debe pedir a los ciudadanos pueden terminar de hacer explotar una bomba social de inciertas consecuencias. Todo ello consolidaría la imagen de España como un país con un presidente del Gobierno débil en una situación económica demasiado complicada.

En suma: la capacidad de aguantar el chaparrón de nuestro presidente no depende en gran medida ni de él ni de su partido, sino del impacto que esto tenga en los mercados y en el exterior. Y también en la percepción que tengan de la situación otros líderes de la eurozona, en especial la canciller Merkel, quien por el momento apoya a Rajoy, pero lo dejará de hacer tan pronto como perciba que la corrupción en España puede contagiar inestabilidad en la eurozona.

Pregunta: Si Rajoy cae, ¿puede un tecnócrata a lo Mario Monti venir a rescatarnos? Sí, es posible, aunque por el momento parezca poco probable. La Constitución española, en contra de lo que se pudiera pensar en una reacción rápida, permite que cualquier ciudadano o ciudadana española pueda ser presidente del Gobierno, aunque no haya formado parte de una lista electoral al Congreso de los Diputados y no disponga, por tanto, de la correspondiente acta. El artículo 99.1 de la Constitución Española dice: "...el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno". Cualquier español puede ser presidente sin necesidad de ser diputado si es propuesto por el Rey y consigue superar la investidura. Y si no es un tecnócrata, seguro que hay algún salva patrias que esté al quite. De momento Esperanza Aguirre se ha ofrecido para liderar la regeneración democrática. ¡Casi nada! El tiempo lo dirá. Hagan sus apuestas.