Javier Reverte resuelve la financiación de la I+D en 15 segundos

Javier Reverte resuelve la financiación de la I+D en 15 segundos

Apostar por la I+D supone, globalmente, el coste de unas decenas de kilómetros de AVE, pero no nos lleva a una ciudad vecina, sino a un futuro de prosperidad. "¿Por qué no le quitamos un par de kilometrillos al próximo AVE en beneficio de la ciencia española?"

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La ampliación de la red de AVE es uno de los pocos escasos programas de infraestructura que han sobrevivido a la crisis. Aunque el desarrollo del AVE ha sido utilizado como indicar del progreso en España en los últimos 20 años, recientemente han surgido voces críticas, con las que coincido, que cuestionan que la ampliación de la red de AVE siga siendo prioritaria frente a objetivos de cohesión social en la situación actual.

Leyendo esos debates recordé una reflexión de Javier Reverte en la que ponía en perspectiva el esfuerzo de inversión de la I+D utilizando el coste del AVE como referencia.

Javier Reverte embarcó como blogger a bordo del buque oceanográfico Hespérides en la última etapa de la Expedición Malaspina 2010, proyecto de investigación que dirijo.

La Expedición de circunnavegación Malaspina 2010 es un proyecto interdisciplinar financiado por el Plan Nacional de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación, ahora del Ministerio de Economía y Competitividad, en el que una gran parte de la comunidad científica en ciencias marinas en España e internacional colabora con los objetivos de (1) generar un inventario coherente y de alta resolución del impacto del cambio global en el ecosistema del océano y explorar su biodiversidad, particularmente en el océano profundo; (2) crear, a partir de la participación de una amplia representación de la comunidad científica oceanográfica española, liderazgo y plataformas de cooperación en su seno, combatiendo así la fragmentación y la pérdida de relevancia que afecta a esta comunidad actualmente; (3) formar una nueva generación de jóvenes investigadores con una perspectiva global en el funcionamiento de los ecosistemas marinos; (4) celebrar el Año Internacional de la Biodiversidad (2010) y el 200 aniversario de la muerte de Alessandro Malaspina (1810), quien dirigió la primera expedición científica española de circunnavegación, y aumentar el conocimiento de la sociedad sobre el papel que España jugó en la exploración de los recursos del planeta; e (6) informar a la sociedad de los aspectos precedentes, aumentando su conocimiento sobre los impactos del cambio global sobre el océano y sobre las oportunidades de descubrimientos importantes con la exploración de la biodiversidad del océano profundo.

Con estos objetivos, la Expedición de circunnavegación Malaspina 2010 circunnavegó el océano, a bordo de los buques Hespérides, de la Armada Española, y Sarmiento de Gamboa del CSIC entre diciembre de 2010 y julio de 2011.

A pocos días de completar la circunnavegación a bordo del buque Hespérides, Javier Reverte escribía reflexiones sobre la navegación, la vida a bordo y sus impresiones sobre la investigación que estábamos haciendo. En su último post de su blog en la página web de la Expedición, Javier Reverte ofreció una reflexión sobre el coste de la financiación de la I+D que creo relevante reproducir:

Adios

(...) Este grupo de cuatrocientos científicos repartidos entre las siete etapas que ha durado todo el viaje, más la tripulación marinera de algo más de medio centenar de hombres y mujeres de la Armada española, han protagonizado, sin que los demás lo sepamos bien ni ellos lo intuyan en exacta dimensión, una suerte de hazaña cuyos resultados irán viéndose al paso de las décadas próximas y quién sabe si de siglos. Para que imaginemos lo que significa la empresa del Hespérides, baste decir que, en Inglaterra se sigue trabajando científicamente con las muestras que se lograron en el viaje que realizó el buque británico Challeger hace algo más de un siglo, con medios técnicos mucho más primitivos que los que ahora se utilizan.

La mayoría de los científicos que han participado en el proyecto son estudiantes que realizan su master o su doctorado, muchos de ellos becados por el CSIC y por diversas universidades. He convivido con una veintena de ellos casi un mes a bordo del Hespérides y la mayor parte me han parecido chicos y chicas entusiasmados con su trabajo, apasionados de la ciencia, cuyo futuro laboral no asoma nada claro en el horizonte de sus vidas. Si uno piensa que todo el proyecto ha costado 17 millones de euros [Carlos Duarte: aclaro en este punto que esta cantidad incluye el coste de operación de los buques, que es fijo, y que la financiación directa del proyecto, es decir la que se hubiese ahorrado el herario público de no haberse realizado en menos de 5 millones de euros], esto es: medio millón menos de lo que cuesta un kilómetro de línea de AVE; y si uno piensa también que, con el empleo de un dinero semejante en el futuro de la ciencia, el futuro laboral de muchos de estos jóvenes quedaría asegurado durante un puñado de años, podemos decirnos: ¿Por qué no le quitamos un par de kilometrillos al próximo AVE en beneficio de la ciencia española? (...)

A mí me toca bajar en Málaga, antes de que el Hespérides atraque en la base de Cartagena. Así que cierro este cuaderno de bitácora y me subiré pasado mañana a un AVE camino de Madrid. Y me da por hacer cálculos locos: si mis cuentas no salen mal, este tren, lanzado a 240 kilómetros por hora, tarda un minuto en recorrer cuatro kilómetros, lo que significa que un kilómetro es recorrido en 15 segundos. Y si con lo que cuesta un kilómetro de AVE se hace un Malaspina, ¿no regalaríamos con gusto cada uno de nosotros 15 segundos de toda nuestra vida por darle a la ciencia un empujón de muchos años? Por mi parte, acabo de firmar el donativo, aunque mi cálculo no sea otra cosa, en buena medida, que una aporía.

¡Ah!, y he descubierto dos cosas importantes. A una de ellas ya me referí, explicándola, hace unos días: que Dios bien podría ser un virus. La otra, que los científicos, con la salvedad de la ciencia, no se toman casi ninguna cosa en serio. Quizás porque la solemnidad carece de interés científico.

A bordo en la mar, 11 de Julio de 2011.

JAVIER REVERTE

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Javier Reverte lee su post Adios a los investigadores a bordo del buque Hespérides a punto de entrar en el Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar.

Javier deja claro que apostar por la I+D supone, globalmente, el coste de unas decenas de kilómetros de AVE, pero no nos lleva a una ciudad vecina, sino a un futuro de prosperidad.

Quiero hacer notar al cerrar este post que me cuesta escribir sobre ciencia e I+D en medio del despropósito absoluto en el que se hunde nuestra sociedad ante el hedor que despide la podredumbre de nuestras instituciones. Por eso os dejo con otra reflexión:

Aristóteles consideraba la indignación como una virtud, en el justo medio entre la indiferencia y la ira (Ética a Nicómaco, IV, 5).

Hemos vivido 15 años de indiferencia, que dio paso a una creciente indignación que comenzó a aflorar hace ya unos meses.

Nuestros responsables electos, del partido que sean, deben actuar con celeridad para evitar que la indignación de paso a la ira. No se trata ya de convocar elecciones anticipadas para acabar con el mismo circo y los mismos payasos.

Ha llegado la hora de cambiar el circo y los payasos. Se abre un nuevo período constituyente que resuelva las chapuzas y las disfunciones de la Transición y del que ha de emerger una nueva sociedad con nuevos partidos, de derecha y de izquierda, de políticos honrados y de ciudadanos responsables que nunca más vuelvan a instalarse en la indiferencia. Que alguien me explique cómo, en esta situación, no necesitamos una asignatura de Educación para la ciudadanía.