Hacer frente a la ciberadicción

Hacer frente a la ciberadicción

Getty Images/Passage

"Un ancla que no me deja despegar". De esta manera tan gráfica definía un joven de 19 años lo que suponía en su vida la adicción a los videojuegos. Es tal la magnitud del problema que algunos países ya catalogan la ciberadicción como trastorno mental. Como es obvio, la penetración de la tecnología en la vida cotidiana tenderá a expandirse y, por tanto, la prevención se antoja como el mecanismo más idóneo para combatir este problema.

En este contexto adquiere aún mayor relevancia el reciente estudio elaborado por la Universitat de Valencia y la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio) sobre las pautas de conducta de los escolares con las nuevas tecnologías. Conocer antes de actuar es imprescindible. Más aun cuando las consecuencias de estas prácticas son graves.

Algunos países ya catalogan la ciberadicción como trastorno mental

Lo son por su impacto clínico en los servicios sanitarios que requieren intervención profesional en casos de ansiedad, síntomas depresivos, trastornos del comportamiento, disociativos o del sueño. Y lo son también, y resulta mucho más preocupante, por la deriva que pueden tomar estas adicciones como es el caso de autolesiones en la red, conductas suicidas o prácticas que fomentan la anorexia, la bulimia o el ciberacoso.

Ver a menores embebidos ante las pantallas de sus teléfonos móviles forma hoy parte del paisaje social. Racionalizar ese uso, aprovechar los aspectos positivos de la tecnología y combatir sus perjuicios es una tarea compleja que nos implica a todos y a todas. A los padres y a las madres, al entorno familiar en general, al afectivo y también, por supuesto, a la Administración Pública.

Es por tanto obligatorio abordar desde las instituciones un fenómeno que afecta a población vulnerable como son los menores a quienes, si cabe, hay una mayor responsabilidad de proteger. La Conselleria de Sanitat i Salut Universal ya ha pasado de las palabras a los hechos con iniciativas que, de nuevo, no tienen precedente en España. Y es de este modo porque, en el ámbito estatal, aún está por publicar la Estrategia Nacional sobre Drogas 2017-2025 que reforzará como objeto de prevención las adicciones sin sustancias.

Es obligado abordar desde las instituciones un fenómeno que afecta a población vulnerable como son los menores

Mientras tanto, en la Comunitat Valenciana ya se ha llevado a cabo la primera sesión de formación en prevención escolar de adicciones tecnológicas en la Facultad de Psicología de la Universitat de València. Por primera vez, el Servicio de Gestión de Drogodependencias y Otros Trastornos Adictivos ha ofertado a los centros escolares participar en un programa de prevención de la adicción a internet, móvil y videojuegos dirigido a alumnos y alumnas de 12 a 16 años. Los 'Talleres Ludens', centrados en la prevención del juego patológico, tradicional y online, se dirigen a jóvenes de entre 15 y 19 años.

El estudio sobre población escolar al que aludía permitirá a los municipios contar con una evaluación de necesidades e incidencia de patrones adictivos en la población escolar del municipio de referencia. Como datos significativos que se desprenden de él mencionar que la edad media de uso del móvil se sitúa en los 9,8 años o que, por ejemplo, el 56,7% de los escolares valencianos manifiesta haber jugado alguna vez.

Más llamativo es que el porcentaje en menores de edad, pese a ser una actividad prohibida por Ley, es más de la mitad. En concreto el 56,2% que se eleva al 66,8% en el caso de jóvenes de entre 18 y 19 año. Este análisis se realizó entre unos 5.000 estudiantes repartidos a partes iguales entre hombres y mujeres.

Síguenos también en el Facebook de HuffPost Blogs