Albert Rivera, el líder a medida

Albert Rivera, el líder a medida

Los políticos han caído en desgracia. Al contrario, ser ciudadano está bien. Albert Rivera también sufre en carne propia lo insufrible de los políticos profesionales. Ciutadans es el Partido de la Ciudadanía, el único en el que los ciudadanos pueden confiar. Un ciudadano como usted y como yo, es su líder.

Los políticos han caído en desgracia. La gente traduce su hartazgo en frases hechas consigna: "Son todos iguales", "Pesoe, pepé, la misma..." etcétera. Desafección, lo llaman.

Al contrario, ser ciudadano está bien. Ciudadano es el que paga sus impuestos, el que camina entre basuras acumuladas apoyando sin rechistar a los barrenderos, también ciudadanos a los que un enorme pie encharolado aprieta el gaznate.

En el ideario colectivo actual, ciudadano es el que sufre, en silencio -como le gusta al Gobierno- o con gritos -por poco tiempo-. Y político es el que jode.

Albert Rivera también sufre en carne propia lo insufrible de los políticos profesionales. Ciutadans es el Partido de la Ciudadanía, el único en el que los ciudadanos pueden confiar. Albert Rivera, un ciudadano como usted y como yo, es su líder.

El mensaje y la voz

La voz de Albert Rivera es pobre, no tiene cuerpo, no tiene empaque. Su tono agudo -176 Hz de media [audio]- le hace parecer aún más joven de lo que es, y su timbre tirando a afónico le podría mostrar casi tímido. Sin embargo, el líder de Ciutadans es un orador fuerte y seguro. Kurt Weill dijo de Lotte Lenya "no sabe leer música, pero cuando canta la gente la escucha como si fuera Caruso" (en Alex Ross, The rest is noise).

La clave está en que refleja con su voz las emociones que le provocan sus palabras. Un ejemplo: a lo largo del discurso -Teatro Goya de Madrid, 26 de octubre- repite la pregunta "¿Alguien me lo puede explicar?" [audio]. Para expresar la subjetividad, usa un tipo de fonación suave y crepitante, con escape de aire y poca intensidad -62 dB-. Se diría que piensa en voz alta.

Al contrario, cuando su discurso refleja la realidad, las verdades objetivas e indiscutibles de la política española actual, su voz es fuerte, firme: no hay escape de aire y la intensidad alcanza los 79 dB.

El líder poliédrico que demanda la sociedad actual: reflexivo y enérgico. Bien.

Otro de sus recursos vocales es que pronuncia la idea fuerza de un razonamiento con menos intensidad y tono más grave -132 Hz, frente a los 200 Hz del resto- [audio]. En una arenga el tono va in crescendo; en el punto culminante el orador se desgañita y hasta su flequillo le jalea. Rivera no arenga. El ciudadano Rivera expresa desde su humilde inteligencia algo que todos sabemos, no es necesario que grite para explicar nada, considera a los oyentes tan inteligentes como él. No es un guía, es solo la cabeza visible de las ideas de todos.

El líder que no mira por encima del hombro a los ciudadanos, ¡lo que necesitamos!

Nada que ocultar

La foto con que se dio a conocer el partido Ciutadans es un símbolo -facilón- de transparencia. Imagino aquella intensa sesión de brainstorming... nada que ocultar, as en la manga, doble fondo, ¡lo tengo!: ¡en cueros!

Un candidato dispuesto a que la imagen de su cuerpo desnudo se vea en vallas, tirado en el suelo del metro, en un periódico gratuito, en Twitter, y vaya usted a saber dónde más, una de dos, o le gusta que le miren o es muy valiente.

Su forma de hablar refleja las dos cosas.

Todas sus frases tienen finales claros y enérgicos que se entienden muy bien. Es verdad que en ocasiones se acelera y sus palabras se hacen incomprensibles, pero el final del enunciado es importante, en español -y en catalán- los finales contienen información gramatical que resulta crucial para interpretar correctamente un enunciado, así que el presidente de C's reduce la velocidad para pronunciar las últimas palabras claramente, con tono e intensidad suficientes para el auditorio.

Esto refleja su intención comunicativa: no esconde sus ideas, desea que las entiendan todos, aun a riesgo de que le critiquen. Es valiente.

También refleja que es muy consciente de dónde se encuentra. Si los gestos y la voz de un orador fueran igual de tenues sobre un escenario que en una conversación, el oyente que está en la última fila se dormiría, o se pondría a guasapear, y Albert Rivera no quiere eso. El ciudadano Albert se pone a disposición de los que le escuchan y, sí, usted también, ¡escuche! Por eso enfatiza con recursos inesperados [audio], hace pausas significativas [audio], juega con la dinámica de su voz [audio].

El líder que se atreve a cambiar las reglas del juego, ¡perfecto!

Brillante

Hablar lleva más tiempo que pensar. Se tarda más en mandar el chorro de aire a los pliegues vocales para que produzcan el sonido y mover los músculos para pronunciar las vocales y las consonantes que en disparar impulsos eléctricos entre neuronas. Quien habla rápido parece más inteligente porque se le adivina una mayor capacidad para planificar y coordinar los movimientos del habla. Con una salvedad: es necesario que la articulación sea clara y precisa. Si la forma fonética tiene menos sonidos que la forma léxica -fenómeno conocido como "se come letras"-, que es lo que hace Albert Rivera [audio], el hablante parece más bien impaciente y poco cuidadoso con el oyente. Lo que importa es llegar, y rápido.

Escucho a Rivera y veo a ese corredor de acera, auriculares blancos y mirada en el horizonte, solo pendiente de sus cuatro minutos y medio por kilómetro, que salta la correa del perro, aparece por delante del jubilado que va a la farmacia y golpea el colín que ese bebé se va a llevar a la boca. Ha sido sin querer, pero el colín ya no está y el corredor sigue adelante.

El líder brillante y tenaz que persigue sus objetivos sin que nada le detenga, ¡que ni pintado!