'Operación Volkswagen': Una receta para reflotar al PP en tiempo récord

'Operación Volkswagen': Una receta para reflotar al PP en tiempo récord

EFE

Volkswagen nunca fue una marca fashion, ni sus modelos destacaban por tener el diseño más cuidado ni su motor por ser el más potente. Volkswagen era otra cosa, fabricaban coches con buena relación calidad-precio, bajo consumo y con un equipamiento de serie tremendamente completo. Hacían automóviles sólidos y fiables, un volkswagen nunca te iba a dejar tirado en medio de la carretera por muy mal que lo tratases.

Con estas credenciales de solidez y fiabilidad, la marca alemana se planteó a comienzos de este recién iniciado siglo asaltar los cielos y convertirse en el mayor fabricante mundial de coches en el año 2018, y seguramente lo habrían conseguido de no ser por el escándalo que en 2015 envolvió a la marca, el ya famoso "Dieselgate", un fraude gigantesco en la medición de gases contaminantes que obligó a la firma alemana, además de a pagar unas multas astronómicas, y entendiendo que estaba en juego ya no ese liderazgo en ventas sino la propia supervivencia de la marca, a realizar una serie de acciones rápidas, duras y complejas, tanto a nivel corporativo como en su comunicación.

La crisis por la que está pasando el PP es tan aguda - o más- que la de Volkswagen

En Volkswagen fueron quirúrgicos: cesaron al equipo directivo implicado en el fraude, comenzaron a colaborar con la justicia e iniciaron un bombardeo de saturación informativa por tierra, mar y aire en el que pedían perdón -como lo oyen- a sus clientes.

En una masterclass de comunicación, detectaron la crisis, identificaron que afectaba a la marca en su conjunto y podía herirla de muerte si no reaccionaban de forma inmediata, reconocieron el error y se pusieron manos a la obra para reparar los desperfectos.

El Partido Popular se parece en cierto sentido a VolksWagen: excepto en un breve periodo a finales de la década de los 90 del pasado siglo nunca ha sido una marca fashion, pese a lo cual es el segundo partido político con más años de Gobierno en nuestro país.

Un partido con una imagen seria y sólida del que podría decirse que sus mayores virtudes para alcanzar el Gobierno en los dos periodos en los que lo ha logrado han sido, en primer lugar, no ser el PSOE y en segundo haber sabido colocar en el imaginario colectivo un supuesto buen manejo de la economía.

La inesperada caída de Mariano Rajoy ha vuelto a dar a los populares una nueva oportunidad para enmendar su error

La crisis por la que está pasando el PP es tan aguda - o más- que la de Volkswagen, pero al contrario que la marca alemana, ni se han deshecho por si mismos de los culpables de la misma, ni han identificado correctamente que era letal de necesidad para su marca. Y por supuesto, de pedir disculpas por los errores cometidos a la sociedad española, ni hablemos.

Pero contra todo pronóstico, la inesperada caída de Mariano Rajoy ha vuelto a dar a los populares una nueva oportunidad para enmendar su error, y las primarias en las que van a competir siete candidatos a la presidencia del PP, el mejor escenario para proyectar el relato de un partido diferente y con un proyecto nuevo y diferenciado del pasado.

Hoy Volkswagen sigue siendo igual de aburrida y sólida, pero hace escasas semanas rompió por segundo año consecutivo su récord de ventas a nivel mundial y se prepara para un nuevo asalto a convertirse en la marca que más coches vende en el mundo.

Hoy el PP vuelve a depender de sí mismo para construir un relato creíble y llegar a las próximas elecciones en disposición de competir, pero para ello antes tendrá que mirarse al espejo con honestidad, lograr concluir el proceso de relevo de Rajoy sin excesiva sangre, jubilar a toda una generación y presentar un proyecto político e ideológico a la sociedad española más allá de ser "el partido que no es el PSOE".

Porque si algo van dejando claro las nuevas encuestas es que en un contexto político de concentración, en el que el voto del centro-izquierda está volviendo a un PSOE en el gobierno, los votantes de centro-derecha van tender de forma natural a hacer lo mismo en el partido que mejores posibilidades tenga de plantarle batalla, y sólo puede quedar uno.

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