Este país necesita un plan

Este país necesita un plan

Un plan para reducir el desempleo y no para reducir el déficit. La exigencia de reducción del déficit que plantea Europa y que busca cumplir a rajatabla el Gobierno es un planteamiento equivocado, y más ahora que se pone en duda el estudio de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, en el que basan sus argumentos los que defienden la austeridad.

Este país necesita un plan para reducir el desempleo y no para reducir el déficit. La exigencia de reducción del déficit que plantea Europa y que busca cumplir a rajatabla el Gobierno es un planteamiento equivocado, y más ahora que se pone en duda el estudio de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, en el que basan sus argumentos los que defienden la austeridad como base para el crecimiento, por los errores que contienen las tablas de las hojas de cálculo utilizadas para llegar a sus conclusiones.

Reducir el déficit como lo está haciendo el Gobierno no tiene mérito. ¿Se imaginan una familia que deja de tener ingresos y para no incurrir en déficit deja de comer? Los miembros de esa familia correrán el riesgo de morir. Pues eso es lo que le está pasando a España: la obsesión por el déficit está matando a este país y está minando las esperanzas de mucha gente.

La Comisión Europea fija unas cifras de déficit y a partir de ahí los gobiernos deciden las medidas que van a tomar para conseguirlo. Con ese término fijo prevén cómo se van a comportar el resto de variables: el empleo, el crecimiento, los ingresos... Este planteamiento equivocado ha llevado a España a superar los seis millones de parados. El que indico a continuación seguramente sea calificado por supuestos expertos como locura, y los señores del PP lo tacharán de propuesta de despilfarro de un rojo peligroso.

¿Qué pasaría si en vez de fijar un objetivo de déficit fijáramos un objetivo de empleo? Podrían subir el consumo o la recaudación y con ello terminaría disminuyendo el déficit. Aunque en un principio aumentará debido a las medidas necesarias para llegar a las cifras marcadas de empleo, a la larga el resultado de deuda sería mejor que el que nos espera. Hacen falta medidas como las planteadas por el economista estadunidense Jeremy Rifkin que ya en el año 1995 en su libro El fin del trabajo, planteaba la necesidad de poner en marcha mecanismos para el reparto del trabajo ante la bajada de las necesidades de mano de obra.

Estamos en un país en el que durante años de bonanza, un espejismo provocado por el crecimiento irracional, una burbuja inmobiliaria acabó estallando con graves consecuencias que estamos sufriendo ahora. Esto propició que la gran mayoría mejorara su situación económica de forma considerable. Veíamos cómo chavales sin terminar su formación abandonaban los estudios para trabajar en la construcción. Ello les permitía tener todos los sueños inimaginables: grandes coches, una gran independencia y un tren de vida impensable en otros tiempos para su generación. Muchos pusieron en marcha una empresa relacionada con la construcción. En algunos casos, las administraciones se sobredimensionan gracias a unos ingresos extras pero poco estables en el tiempo. No se invertía en I+D+i las cantidades que hubieran sido deseables y necesarias para aumentar nuestra competitividad, propiciando un sistema basado mayoritariamente en el ladrillo, con unas balanzas comerciales donde importábamos mucho y exportábamos poco. Un modelo que claramente se mostraba poco sostenible en el tiempo.

Lo más sencillo es buscar culpables y señalar a otros. Nunca entenderé por qué en este país nunca nadie es culpable de nada, siempre la culpa es del otro. Y esto lo vemos todos los días en la política, pero no solo en la política. El Ejecutivo no se siente responsable de la situación actual y eso que ya lleva más de año y medio en el Gobierno y ha tomado muchas decisiones; el Gobierno anterior no se consideraba responsable de la burbuja inmobiliaria, algo que podía ser cierto en parte. Esta falta de autocritica propicia que en muchas ocasiones no se tomen las medidas adecuadas.

No es entendible que un Gobierno anuncie que el paro no va a bajar en la legislatura, cuando por cierto llegaron al Gobierno prometiendo empleo. ¿Se pueden permitir los más de seis millones de españoles estar en paro más de 4 años en esa situación, en el mejor de los casos? Lo preocupante es que tenemos un Gobierno resignado a esta situación. Seguramente el Gobierno tenga un plan: esperar a que se cuenten por miles o millones los parados que abandonan este país.

Como ciudadano, exijo al Gobierno un plan para evitar que se cumplan las previsiones de desempleo. No pueden ser una prioridad los bancos por encima de los ciudadanos, y más cuando el sistema financiero es uno de los principales responsables de esta crisis. El Gobierno debe diseñar un plan contra el desempleo y debe hacerlo contando con las aportaciones de todos: empresarios, sindicatos, partidos, ciudadanos... todo el que tenga algo que aportar. Un Plan que fije como objetivo la reducción del desempleo al 15% en esta legislatura y alcanzar el porcentaje que había antes de la crisis en la próxima legislatura. Y poner en marcha las medidas adecuadas para proteger a los que no encuentren un empleo.