Nueva política

Nueva política

Son muchas las cosas en las que nos podemos poner de acuerdo las fuerzas de izquierdas, incluso los nuevos partidos que se definen de centro. Ante esto me surge una pregunta que seguramente también se estén haciendo muchos ciudadanos: ¿nos podemos permitir renunciar a que sean una realidad por tacticismo partidista?

EFE

Nadie duda a día de hoy que la política ha cambiado radicalmente en nuestro país, o mejor dicho, que los ciudadanos demandan transformaciones en las actitudes de los políticos. Por ello, los representantes públicos tenemos que adaptarnos a estas nuevas exigencias. La mayoría de los ciudadanos consideran viejas prácticas en política no aceptar lo que viene de otro partido, por simple tacticismo partidista, aunque con esa posición estén perjudicando o llevando la contraría a lo que piensan la mayoría de sus electores.

Próximamente podremos comprobar si los partidos de nuevo cuño tienen nuevas actitudes o de nuevo solo tienen el nombre, y los viejos, a su vez, podrán demostrar si han sido capaces de adaptarse a la nueva realidad.

He sido diputado regional en Extremadura durante dos legislaturas, la última de ellas en un parlamento sin mayorías absolutas. Fue una máxima entonces llegar a acuerdos con el otro partido de izquierdas con representación en la cámara: IU. Hoy podemos decir, orgullosos, que conseguimos impulsar muchas iniciativas progresistas: la ley de gobierno abierto de Extremadura, apoyo al software libre, impulso de los FabLab... Aunque nuestra frustración llegaba una y otra vez cuando comprobamos que esas iniciativas aprobadas en el parlamento no se ponían en práctica por parte del Gobierno del PP. Dos partidos viejos que a través de nuevas formas conseguimos lanzar muchas iniciativas.

La izquierda en nuestro país tiene una oportunidad histórica, siguiendo la senda de lo que ha pasado en el país vecino de Portugal, donde el segundo partido en votos gobierna gracias a un acuerdo con partidos de izquierda, o como después de las elecciones de mayo ocurre en muchas regiones y poblaciones de nuestro país. Los ciudadanos han mandatado claramente a través de su voto un cambio.

Podemos puede cometer la equivocación de no saber interpretar las demandas de sus electores y quedarse solo con las apetencias de sus dirigentes.

Son muchas las cosas en las que nos podemos poner de acuerdo las fuerzas de izquierdas, incluso los nuevos partidos que se definen de centro: un gran pacto por la educación, un nuevo modelo energético que potencie las energías renovables y el autoconsumo, una estrategia de gobierno abierto que aplique la máxima de bolsillos de cristal para los gobernantes y paredes de cristal para los gobierno, una apuesta decidida por el software libre, un nuevo modelo económico que busque que seamos competitivos por invertir en I+D+i y no por bajos salarios... Son tantas y tantas cosas que podría continuar y no parar. Ante esto me surge una pregunta que seguramente también se estén haciendo muchos ciudadanos: ¿nos podemos permitir renunciar a que sean una realidad por tacticismo partidista?

¿Se imaginan que, ante una nueva convocatoria de elecciones, el PP pudiera gobernar de forma fácil por la nueva aritmética? Muchos españoles se tirarían de los pelos al comprobar que las viejas actitudes política instaladas en los nuevos partidos nos han llevado a ello.

El sistema de nuestro país está basado en la democracia representativa, y ello supone que los que somos elegido tenemos que saber interpretar los deseos de nuestros votantes y ponerlos en práctica, sin tener que acudir cada dos por tres a ellos para que ellos decidan por nosotros, porque eso significaría nuestra incapacidad para representar adecuadamente. Si acudimos nuevamente a elecciones, lo que les estaremos diciendo es que no somos capaces de representaros adecuadamente, por lo que os devolvemos la representación que nos habéis cedido.

Podemos puede cometer la equivocación de no saber interpretar las demandas de sus electores y quedarse solo con las apetencias de sus dirigentes, perdiendo con ello la virginidad y provocando su paso inmediato de nuevo partido a partido envejecido en tiempo récord.

Ahora más que nunca debemos escuchar más que hablar y detectar cuales son las demandas de los ciudadanos ante la nueva realidad que nos ha dejado el paso por las urnas. Pero para ello, es importante eliminar todo el ruido interesado que hay y que no permite ni escuchar ni pensar adecuadamente.