El estigma de hacer cosas solo

El estigma de hacer cosas solo

¿Por qué el tiempo para uno mismo debe limitarse a los domingos en casa viendo Netflix o comiendo pizza en pijama? ¿Por qué eso es aceptable y en cambio no lo es salir solo al cine o comer fuera? Aparentemente, las normas sociales dictan que éstos son momentos para socializar y disfrutar con otras personas.

Woman texting and drinking cappuccino in cafeHero Images via Getty Images

El otro día estaba hablando con un grupo de amigos sobre planes de viaje cuando una de ellas, al expresar sus ganas de visitar Lyon, añadió: "Pero primero tengo que encontrar a alguien con quien ir; no voy a viajar por mi cuenta. A nadie le gusta hacerlo".

Esa misma tarde, pasé por una cafetería con un amigo para coger algo de comida. Cuando vimos a un conocido que estaba allí comiendo solo, mi amigo comentó: "Ay, está solo. Le podemos decir algo. Nadie debería tener que comer solo. Es muy triste".

Estos comentarios me hicieron reflexionar sobre algo en lo que ya había pensado muchas veces:

¿Por qué sigue siendo socialmente inaceptable hacer cosas solo? ¿Y por qué siempre se presupone que a la gente no le gusta hacer cosas sola?

Entiendo de dónde vienen esas opiniones. Como seres humanos, también somos seres sociales. De forma inherente tendemos a rodearnos de otras personas y a ser felices en comunidad. Es natural que queramos compartir nuestras experiencias con otras personas. Para forjar una amistad hay que socializar y conversar, lo cual al final te hace crecer.

Sin embargo, me sorprende que la idea de que alguien quiera hacer algo solo sea tan raro. Está claro que las normas sociales dictan que actividades como comer fuera o ver una película son momentos para socializar y disfrutar con otras personas. Pero ver a alguien haciendo algo solo no significa que sea solitario o que no tenga amigos. (Vale, es verdad que a veces cuando hago algo por mi cuenta me siento un poco sola, o es porque no había nadie disponible en ese momento... pero eso no significa que me tengan que compadecer).

Lo que es más importante: creo que tenemos todo el derecho a que no nos apetezca estar con alguien o socializar.

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¿Tan absurdo es que alguien decida dar una vuelta o disfrutar de una comida solo? En la actualidad, residir en un país del primer mundo conlleva una inmersión considerable en entornos de distracción; nos pasamos el día mirando pantallas de toda forma y tamaño, bombardeados por los estímulos que nos lanzan. Además, debemos interactuar con montones de personas a diario. Y esto resulta agotador, seamos introvertidos o extrovertidos. Todos necesitamos algo de tiempo para nosotros mismos.

"El tiempo que paso conmigo misma es tiempo que paso con mis pensamientos, y lo disfruto mucho en este mundo de distracción".

¿Y quién dice que el tiempo para uno mismo está limitado a la casa propia, en forma de domingo en pijama viendo Netflix o pidiendo pizza? ¿Por qué eso es aceptable y en cambio no lo es salir y hacer algo en la ciudad? El tiempo que paso conmigo misma es tiempo que paso con mis pensamientos, y lo disfruto mucho en este mundo de distracción. Cuando estoy sola, tengo la oportunidad de sopesar temas a los que he querido dedicar atención mental. O, simplemente, tengo la oportunidad de no pensar en nada, de apreciar el momento presente.

Supongo que esta es otra explicación a por qué hacer cosas solo tiene un estigma social. Tendemos a proyectar nuestras propias inclinaciones en otros, sobre todo en situaciones que vemos de forma negativa; y creo que las personas con más aversión a hacer las cosas solas -gente que se siente muy incómoda y casi indignada con la idea- son quienes no pueden verse solas con su mente. No sabría decir por qué motivos, pero parece que se mueven por la vida pasando de una distracción a la siguiente, de una pantalla a otra.

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Sin embargo, estar solo con tu mente es una de las mejores cosas para tu alma.

Este es uno de los mayores placeres que encuentro en hacer cosas sola. Por supuesto, otro es la libertad de actuar con tus propios horarios. Puedes pasar una hora entera probándote ropa (que, por cierto, a mí me ocurre muchas veces...) sin la presión de que hay alguien esperándote, o pasar de largo por las obras de un museo de historia porque no te parecen tan interesantes. Si tengo que darme la vuelta para hacerme una foto o quedarme ahí un rato para que salga bien, tengo todo el tiempo del mundo.

¿Pero viajar solo... no es un poco solitario?

Vale, sí. Sería falso si dijera lo contrario. Una de las mayores alegrías de viajar es disfrutar de las maravillas de la historia o del arte con alguien, y me encantaría tener a un amigo cerca a veces; ver lo que veo, comer lo que como, hablar sobre nuestras anécdotas. Está bien tener compañía cuando descubres un momento efímero que no se puede recrear.

Y esto me lleva al siguiente punto. Pese a todo, estoy decidida a no dejar que estos factores me impidan hacer lo que quiero y lo que me apetece. Y todo el mundo debería pensar así. Si de verdad te apetece algo, ¿por qué la idea de hacer algo solo tiene que ser un obstáculo para tu deseo? Al final, la conexión que tengas con ese objeto o esa meta es lo más importante.

"Si de verdad te apetece algo, ¿por qué la idea de hacer algo solo tiene que ser un obstáculo para tu deseo?"

Mi objetivo no es denigrar a las personas a las que no les gusta estar solas, ni afirmar que esa gente no tiene fondo. Cada cual a lo suyo.

Al final, la satisfacción reside en la sustancia de una actividad y, si es eso lo que buscas, entonces persíguelo.

Haz ese viaje a Lyon. Ve a ese concierto underground que no interesa a ninguno de tus amigos. Disfruta de una buena cena. Y todas esas personas que crees que te juzgan... bueno, quizá lo hagan por el estigma de hacer las cosas solo, pero ¿qué importa eso en una perspectiva más amplia?

Al hacer cosas solo, al final se disipa el sentimiento de vergüenza en lugares públicos y crece la conciencia de uno mismo. Hacer cosas solo requiere un nivel de confianza e iniciativa, de lo cual deberías estar orgulloso. Y si me miran raro por comerme el postre sola, pues vale.

Una primera versión de este post fue publicada originalmente en Medium. Puedes echar un vistazo a la página de Christina aquí.

Este post apareció con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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