Viernes Santo en Bruselas, en Idomeni y más

Viernes Santo en Bruselas, en Idomeni y más

Con los atentados de Bruselas el martes pasado, se anticipó el Viernes Santo. Día de cruz, dolor, muerte y llanto. Los evangelios ponen en labios de Jesús crucificado "siete palabras", que nos pueden ayudar a rumiar la barbarie terrorista y también la barbaridad de la crisis de refugiados.

Con los atentados de Bruselas el martes pasado, se anticipó el Viernes Santo. Día de cruz, dolor, muerte y llanto. Los evangelios ponen en labios de Jesús crucificado "siete palabras", que nos pueden ayudar a rumiar la barbarie terrorista y también la barbaridad de la crisis de refugiados.

1) "PERDÓNALES PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN" (Lucas 23, 34)

La brutalidad del terrorismo yihadista resulta demoledora. Su fanatismo es tan ciego que, en verdad, parece que "no saben lo que hacen". Sí saben planificarlo, claro. Pero intentan justificar la barbarie con un andamiaje religioso que no hace justicia a Dios ni al mismo Islam. Pero, ¿podemos perdonarles? Sin duda, la invitación al perdón es llamativa y dura. Aclaremos: perdonar no significa olvidar, justificar, disculpar o excusar. Perdonar significa romper la dinámica de la violencia. Quien perdona evita caer en la venganza, en la victimización y en la impotencia. Quien perdona sí sabe lo que hace, pues reconoce que hay un Dios justo y compasivo que busca un cambio radical en nuestra historia, y que con el perdón nos da un nuevo impulso y una nueva oportunidad para realizarlo.

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2) "HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO" (Lucas 23, 43)

¿Cómo hablar de "paraíso" desde el "infierno" de Lesbos o de Idomeni? ¿Cómo hacerlo sin que resulte hiriente? ¿Cómo afirmarlo para un "hoy" empapado en sangre y no para un futuro idílico? La respuesta solo puede encontrarse acompañando a quien sufre: "Estarás conmigo" es tanto como decir "estaré contigo". Si, como decía Sartre, el infierno son los otros, la situación actual nos lleva a estar con los otros para que la vida sea un poco más llevadera. Lo hemos visto tras los atentados y también en los campos de refugiados: la cercanía nos hace estar un poco más cerca del paraíso o, al menos, un poco más lejos del infierno. Ese infierno de la violencia, por mucho que los yihadistas crean que así entran en su paraíso.

3) "MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO. HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE" (Juan 19, 26-27)

Esta palabra nos ayuda a reconocer el papel de la mujer en las realidades dolientes: tanto la feminización de la pobreza como la feminización de la lucha contra la exclusión. Posiblemente, una de las escenas más brutales que hemos visto en estos meses ha sido el asesinato, a sangre fría y en la plaza pública de Raqqa (Siria), de una mujer a manos de su propio hijo. Nada bueno puede esperarse de un grupo que llega a estos niveles de deshumanización. A la vez, hemos visto muchas mujeres dando acogida a los refugiados y a las víctimas del terror.

4) "DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?" (Marcos 15, 34)

Elie Wiesel se planteaba una pregunta demoledora: ¿dónde está Dios en el campo de concentración? Desde entonces, muchos pensadores se han preguntado cómo hacer filosofía después de Auschwitz. El teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez, en medio del terrorismo de Sendero Luminoso, preguntaba, ¿cómo hacer teología en Ayacucho, la ciudad de los muertos? Y hoy, en Bruselas o en Yemen, en Bamako o en Ankara, en la Cañada Real o en Nigeria, seguimos gritando: "¿Por qué me abandonas? ¿Por qué me toca vivir este dolor tan atroz e impotente? ¿Por qué se resquebrajan los apoyos que me sostenían? ¿Hasta dónde tengo que caer? ¿Qué sentido tiene tanto sufrimiento? ¿Cuál es el horizonte que se me abre (o se me cierra) a mi paso? ¿Cuánto durará esto?"

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5) "TENGO SED" (Juan 19, 28)

Este grito, tan sencillo como contundente, simplemente dice "tengo sed". Y pide una respuesta tan básica como el agua. Hemos celebrado esta semana el Día Mundial del Agua, que nos recuerda, entre otras cosas, la necesidad de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6: "Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos" en un mundo en el que la escasez de agua afecta a más del 40% de la población del mundo. ¡Qué difícil pensar en esto cuando seguimos viendo personas que mueren en las aguas de Europa, sea en Grecia, en Italia, Malta o España! ¿Cómo olvidar la cantidad de conflictos en torno al control del agua?

6) "TODO ESTÁ CUMPLIDO" (Juan 19, 30)

Estas semanas hemos visto también cómo la Unión Europea y Turquía firmaban un acuerdo que resulta inaceptable desde diversos puntos de vista: ético, político, jurídico y práctico. Tampoco la respuesta al terrorismo yihadista, tras los atentados de París, ha estado bien enfocada. Así las cosas, nos puede venir la desesperación, la resignación y las ganas de tirar la toalla. Hemos hecho muchos esfuerzos, pero parecen infructuosos. ¿Todo está cumplido, todo está acabado? Pero hay otra parte de nosotros mismos que se mantiene firme, que se niega a admitir que esto sea el final y que nos anima a la resistencia. El aliento vital sigue resoplando y aleteando. Nos dice que no todo está acabado, que esto no es el final, que tenemos un horizonte por delante.

7) "PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU" (Lucas 23, 46)

Si pusiésemos nuestra confianza última en el mercado o en los Estados, hace tiempo que habríamos perdido el horizonte. Si confiásemos en nuestras propias iniciativas o esfuerzos, quizá el cansancio o la impotencia los habrían barrido hace meses. Si encomendásemos nuestro espíritu a la bondad y la solidaridad humanas, sabríamos ya de muchas decepciones y claroscuros.

Los creyentes confiamos en Dios. Su paternidad inclusiva, su compasión ilimitada, su creatividad desbordante, la fuerza revolucionaria de su amor... Todo ello permite decir, con verdad y con confianza: "en tus manos (y no en otras) encomiendo mi espíritu". Al menos así lo vivimos los cristianos. Y así lo deseamos para todos, especialmente para las personas más pisoteadas, en esta Semana Santa.