Ocho falsas creencias sobre el 'trastorno obsesivo-compulsivo'

Ocho falsas creencias sobre el 'trastorno obsesivo-compulsivo'

Para una generación, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tiene la cara de Jack Nicholson en Mejor imposible, caminando por la calle sin pisar las juntas de los baldosines. Para la generación de los millennials, probablemente el TOC se parezca a Lena Dunham en Girls golpeando el hombro de un desconocido ocho veces tras un tropezón fortuito.

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Ilustración de Elvira Zamorano.

M. se dispone a ir al trabajo. Como cada día, revisa que ha cogido llaves, teléfono, cartera. Al salir, comprueba que ha cerrado la puerta correctamente. Para ello, la abre y la vuelve a cerrar. Coge el ascensor y duda si ha dejado alguna ventana abierta. Vuelve a subir, abre la puerta y comprueba todas las ventanas. Sale de casa y espera impaciente el ascensor. Durante el trayecto de bajada imagina que no ha cerrado la puerta correctamente. Lucha contra ese pensamiento. Se inquieta, se rinde y emprende el trayecto de vuelta a su apartamento. La puerta está cerrada. Abre de nuevo y echa doble llave. Baja en el ascensor e impaciente duda si habrá dejado la llave puesta. Sonríe al ver que tiene las llaves en la mano. Las guarda en el bolsillo. Sale a la calle, camina unos metros y se para. Le asalta una imagen de la puerta abierta de casa. Duda de nuevo si estará todo bien cerrado. Respira profundamente, mira el reloj, repasa mentalmente que ha cogido todo, comprueba los bolsillos y lucha contra el impulso de volver a subir a casa. No lo consigue. Vuelve a subir para hacer una última comprobación.

Para una generación de treintañeros y cuarentañeros (los cuarentones ya casi no existen), el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tiene cara de Jack Nicholson en Mejor imposible, caminando por la calle sin pisar las juntas de los baldosines. Para la siguiente generación, la de los millennials, probablemente el TOC se parezca a Lena Dunham en Girls, golpeando el hombro de un desconocido ocho veces tras un tropezón fortuito. Son retratos de trazo grueso que no llegan a reflejar la realidad de un trastorno mental que condiciona gravemente la vida de las personas que lo sufren. Sin embargo han puesto en el mapa al TOC que, a pesar de su prevalencia, es un gran desconocido para el gran público.

1. Yo es que tengo un poco de TOC, o sea, que soy super perfeccionista.

¿Eres una persona maniática, pudorosa y ordenada? Felicidades, pero no tienes un poco de TOC. El TOC se caracteriza por la presencia de pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad asociada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el trastorno como una de las 20 enfermedades mentales más incapacitantes. Se trata de una condición que si no es tratada tiene un gran impacto en la vida de quien lo padece y aquellos que le rodean.

2. En el TOC todo es limpieza y orden.

El pensamiento obsesivo presenta diferentes contenidos y los rituales o compulsiones también varían. Es cierto que los más conocidos son los referentes a la limpieza o el orden. En el primero, el pensamiento circula en torno a los gérmenes o la contaminación y los rituales se relacionan con la limpieza. En el segundo, existe una exacerbada querencia al orden y los objetos cotidianos son dispuestos con determinadas pautas rígidas, como una distribución simétrica, por colores o por orden alfabético.

También hay otro tipo de obsesiones y compulsiones, como aquellas ligadas a la comprobación, donde se anticipa que algo negativo va a ocurrir y se verifica el cerrado de puertas, ventanas, agua, gas, etc. O a la repetición, donde ante un pensamiento amenazante se realizan movimientos, gestos o acciones en un número específico de veces. Otro subtipo de TOC refiere la ritualización mental, cuando se evocan imágenes de manera reiterada; o los números, cuando se ejecutan operaciones con los números que nos rodean de manera compulsiva; o la acumulación, cuando se coleccionan objetos insignificantes de manera incontrolada.

3. No puede ser... ¡no le he visto nunca hacer nada!

Los patrones de pensamiento obsesivo no tienen por qué ser perceptibles y la ansiedad no siempre se compensa a través de un ritual visible para otros. En muchas ocasiones los rituales pueden ser practicamente desapercibidos por realizarse con mucha discreción. También pueden ser rituales puramente cognitivos. En este caso, la persona no se entrega a conductas sino a procesos mentales repetitivos.

4. El TOC es algo raro, muy raro.

No se trata de un trastorno con una prevalencia escasa. Se estima que el TOC afecta a cerca del 2% de la población y, de acuerdo a la OMS, es uno de los cinco trastornos psiquiátricos más frecuentes. No existen diferencias significativas en cuanto a género, el TOC afecta a tanto a hombres como a mujeres.

5. Cómo va a tener TOC... ¡si es una persona normal!

El TOC afecta a la vida social y afectiva, pero no es un trastorno que conlleve necesariamente una personalidad atípica. No es un trastorno de personas extrañas, solitarias o hurañas. Sí es cierto que en el TOC son frecuentes una serie de actitudes que favorecen el patrón de pensamiento obsesivo. Las personas tienden a ser perfeccionistas y tener una escasa tolerancia a la incertidumbre, lo cual causa preocupación ante situaciones ambiguas o inesperadas. También suelen otorgar una importancia excesiva a sus propios pensamientos, explorando sus significados y magnificando sus implicaciones. Así, se muestran frustradas o ansiosas cuando idean o anticipan cualquier tipo de acontecimiento negativo. En cierto sentido, tienden a lidiar con sus pensamientos como si fuesen hechos.

6. El TOC es propio de artistas y deportistas de élite.

Hace años la actriz Jessica Alba se cubrió de gloria cuando declaró que padecía TOC y que era algo muy común entre sus colegas artistas, porque la creatividad y la sensibilidad necesaria para la actuación o la creación está muy relacionada con el TOC. También alcanzó cotas muy altas la tenista Serena Williams, cuando a principio de año señaló que tenía TOC y que le venía de maravilla por la atención que prestaba al detalle en los entrenamientos.

El TOC no facilita el rendimiento profesional, sea cual sea el ámbito. El TOC no potencia la creatividad o la productividad de la persona que lo sufre. Al contrario, sin tratamiento condiciona gravemente el desarrollo de la actividad académica, profesional, afectiva o social de quien lo padece.

7. Se debe a experiencias traumáticas en la infancia.

El TOC no es el resultado directo de un trauma. Al igual que en otros trastornos mentales no se conoce su causa de manera específica. Sí existe consenso en que es producto de la interacción entre factores ambientales y biológicos. La herencia es un factor clave, la investigación con gemelos monocigóticos señala la importancia del factor genético en la etiología del trastorno.

Diversos estudios se han valido de neuroimagenes funcionales y estructurales para mostrar diferencias que podría estar implicadas en la génesis y el desarrollo del trastorno. La hipótesis con más peso en este momento se refiere a una falta de equilibrio funcional en el sistema cortico-limbico-basoganglionar-talamico. La respuesta positiva a algunos psicofármacos o el hecho de que en algunos casos de traumatismo craneoencefálico aparezcan síntomas similares apoyarían estas hipótesis. Por otra parte, una educación con un énfasis exacerbado en la responsabilidad, el perfeccionismo, o un contexto moral rígido o un proceso depresivo también pueden ser factores que modulen su desarrollo.

8. No responde al tratamiento.

Probablemente, esta falsa creencia surge de la ineficacia del psicoanálisis en el tratamiento del TOC. El TOC actual se corresponde con lo que Freud denominó neurosis obsesivo-compulsiva y conceptualizó como resultado de una serie de conflictos inconscientes. Hace tan sólo cuatro décadas se consideraba que el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) era una enfermedad rara que difícilmente remitía. Sin embargo, el tratamiento psicoterapéutico y farmacológico ha ganado en efectividad en los últimos años.

Siempre dependiendo del caso, la línea de intervención con mayor eficacia es la combinación de tratamiento farmacológico con terapia cognitivo-conductual, y la principal técnica es la exposición con prevención de respuesta.