El peligroso juego de la gallina ciega

El peligroso juego de la gallina ciega

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No sé si, por el nombre, este juego sea el mismo en España y México, así que lo explicaré. La versión con la que crecí era más o menos así: se elegía a uno de la pandilla y se le tapaban los ojos, el objetivo era que atrapara a los demás en ese estado en el que no podía valerse de un conocimiento real de lo que estaba ocurriendo a su alrededor por quedar temporalmente ciego.

Nunca creí que vería una versión de lo mismo en mi vida de adulto, aplicado a una de las instituciones fundamentales del sistema político de mi país.

El contexto es el siguiente: en poco menos de un mes se realizará el relevo de tres posiciones en el Consejo General del INE, que es algo así como los que organizan todas las elecciones nacionales en México para que las cosas no se salgan demasiado de control.

Por simple que esto pueda sonar, para un país con la situación de un México -sumido en una crisis de credibilidad en las instituciones, en medio de una guerra civil no oficial, con una violencia machista asesina nunca antes vista, con mediocres resultados económicos y sin liderazgos propositivos viables- elegir a los miembros del INE se torna en algo poco menos que vital.

Los tres nuevos consejeros tendrán sobre sus hombros la organización de la grande, la elección presidencial de 2018, que promete ser la más complicada y combatida desde 1988.

La gente ya se cansó de jugar a la gallina ciega en México y si la clase política no hace algo por quitar la venda de los ojos de todos solo nos espera el colapso lento de nuestra democracia electoral.

¿Qué tiene que ver la gallinita ciega con esto?

Mucho. De acuerdo con comentarios de aspirantes a la consejería, como parte del proceso de elección tendrán que pasar muchas etapas: entrega de documentos, escribir un ensayo, hacer un examen y pasar una entrevista. Todo parece muy correcto hasta que les piden que firmen un documento en el que se comprometen a aceptar las condiciones con las que se les evaluará en cada etapa así como los lineamientos del proceso.

Sin embargo, nadie sabe cuáles son esas condiciones o lineamientos. Como en el juego infantil, los aspirantes entraron a una selección con los ojos completamente tapados. Son las gallinas ciegas.

La cámara de diputados, algo así como la cámara baja de México, fue la encargada de la convocatoria para las inscripciones de los aspirantes, que terminaron con 152 aspirantes al puesto.

Es decir que tenemos a 152 funcionarios, consejeros y exconsejeros, académicos y asesores que aspiran a ser los meros electoreros nacionales y que no saben cómo se les evaluará, si habrá una cuota mínima de dos mujeres entre los tres puestos, ni ninguna otra cosa de este proceso. Por cierto, no olvidemos que en ese Consejo General hay 8 hombres y sólo 3 mujeres, una de las cuales termina sus funciones en abril.

Tampoco sabemos, ni los que concursan ni el resto de los mexicanos, cómo se evaluará cada etapa, los criterios para declarar a alguien como candidato óptimo, o para determinar que es tan vigente como un cassete de 8 tracks, ni cuándo ocurrirá cada etapa de la selección.

Sin embargo, la peor gallina ciega es la que se está jugando con la sociedad mexicana. El desprestigio y enojo social acumulado contra el sistema electoral -sea el INE, los políticos o los partidos- hacen este tipo de juegos, o descuidos si quieren, sean apuestas muy peligrosas si se busca mantener la estabilidad del país.

La gente ya se cansó de jugar a la gallina ciega en México y si la clase política no hace algo por quitar la venda de los ojos de todos, concursantes y ciudadanos, transparentando este tipo de procesos para que se recupere algo de credibilidad, solo nos espera el colapso lento de nuestra democracia electoral.

@HigueraB