Lamentos empresariales

Lamentos empresariales

Tanto la natalidad como el desarrollo de las empresas siguen encontrando serios problemas de financiación. Tanto por el excesivo nivel de endeudamiento privado con el que se entró en la crisis, como por la ausencia de mecanismos de financiación fuera del sistema bancario.

Solo un ejercicio de ingenuo voluntarismo permitiría ser complacientes con el horizonte de recuperación de la economía española. A medida que avanza el año los problemas fundamentales siguen ahí, y las contingencias no desaparecen. La inequívoca buena señal de abandono de la recesión no permite afirmar que el crecimiento en curso será suficiente para reducir de forma significativa los desequilibrios más importantes: el elevado desempleo y endeudamiento de las familias y empresas. Estas últimas, especialmente las de pequeña y mediana dimensión, siguen encontrando obstáculos importantes en la financiación de sus proyectos de inversión, o en la mera refinanciación de sus pasivos. Son comprensibles, por tanto, esos frecuentes lamentos que empresarios pequeños y medianos entonan, de forma particularmente intensa cuando se subrayan señales de recuperación: "En la vida interna de nuestras empresas, esas señales no han llegado todavía", sería el denominador común de esos lamentos.

Y es que tanto la natalidad como el desarrollo de las empresas siguen encontrando serios problemas de financiación. No es un problema único de España, pero sí es aquí donde se percibe de forma más intensa. Tanto por el excesivo nivel de endeudamiento privado con el que se entró en la crisis, como por la ausencia de mecanismos de financiación fuera del sistema bancario.

Deuda/PIB empresas no financieras

(no consolidado si no aparece indicación específica en contrario; porcentajes; ranking en función de los valores no consolidados del 2T2013)

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Una primera instancia de verificación de esos problemas es la dificultad para garantizar una tasa de natalidad empresarial suficientemente intensa. Nuevas empresas transformadoras, no aquellas que nacen de la necesidad de los desempleados por resolver su mera subsistencia, sino de aquellas con potencial innovador. Dificultad también para financiar procesos de crecimiento que, entre otros efectos, tengan la virtud de propiciar tamaños empresariales mayores, susceptibles de abordar decisiones de expansión internacional o de inversión en conocimiento.

Y es que casi siete años después de iniciada la crisis, el crédito bancario sigue su senda descendente como acabamos de conocer y se refleja en el cuadro adjunto. Desde el inicio, las pequeñas y medianas empresas españolas han sufrido la sequía crediticia en mayor medida que la mayoría de las empresas europeas, como se refleja en la revisión Access to Finance realizada por la Comisión Europea y el BCE. Esta última institución tiene razones para estar preocupada y, en última instancia, para proponer decisiones en un próximo Consejo de Gobierno, que eliminen los obstáculos a la transmisión de su política monetaria. Más de una tercera parte de las pymes analizadas no consigue acceder a la financiación que necesitaba en 2013. Todas ellas verifican además el endurecimiento durante ese año de las condiciones de acceso en términos de tipos de interés o colateral y garantías exigidas.

La supervivencia está en no pocos casos en peligro. Y esa amenaza es tanto más relevante cuanto mayor es la importancia de las pymes en algunas economías. La española sin ir más lejos. Aunque venga referido a 2008, el gráfico adjunto es suficientemente ilustrativo del peso en el empleo que tienen los distintos segmentos de pymes. Las microempresas, dominantes el nuestra economía, no son precisamente las que más amparo crediticio tienen.

El empleo de las PYME como porcentaje del empleo total, 2010

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El necesario desapalancamiento está siendo ciertamente costoso, dada la moderada generación de ingresos, especialmente de aquellas empresas más volcadas al mercado nacional, que son precisamente la mayoría de las más pequeñas. Si la historia es una guía, nos advierten en el BCE, hay que esperar ajustes adicionales, especialmente en aquéllos países como el nuestro que experimentaron un boom de endeudamiento en los años anteriores a la crisis.

Frente a todo ello, tanto las autoridades españolas -proponiendo fórmulas como las que puedan estar estudiándose de capitalización de deuda- como el BCE -con alternativas que incentiven la adquisición de papel de pymes en sus operaciones con la comunidad bancaria- pueden tratar de actuar, desde el convencimiento de que sin una normalización de las condiciones de financiación del universo de pymes la recuperación económica seguirá presidida por la precariedad.

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Este artículo se publicó originalmente en la revista 'Empresa Global.'