El discurso del "Tío holandés"

El discurso del "Tío holandés"

El discurso de la Corona del nuevo rey de los Países Bajos está causando furor. Muchos lo han visto como una diatriba del "Tío holandés", término que sus vecinos británicos utilizan para calificar a una persona que piensa tener siempre razón, testaruda y sin pelos en la lengua.

El discurso de la Corona del nuevo rey de los Países Bajos está causando furor. Muchos lo han visto como una diatriba del "Tío holandés", término que sus vecinos británicos utilizan para calificar a una persona que piensa tener siempre razón, testaruda y sin pelos en la lengua.

No obstante, no es su opinión sino el discurso de la coalición liberal-socialdemócrata cuyo ministro de Hacienda, Dijsselbloem, es el Presidente del Eurogrupo, por lo que las cosas que dice para su casa no son muy diferentes a las que predica para la nuestra. Esta costumbre, propia de una monarquía constitucional, no nos debería extrañar ya que la aplicamos en casa. Más aún en el país donde nació el Parlamento moderno, el único que honra al Rey de España en su himno y que nació en el Escorial, como me recordó en su momento el primer ministro Lubbers.

Hay tres puntos clave en el discurso que merecen ser leídos con atención:

  • "Debido a los desarrollos sociales tales como la globalización y el envejecimiento de la población, nuestro mercado de trabajo y nuestros servicios públicos no corresponden a las demandas de los tiempos".
  • "El clásico Estado del bienestar está evolucionando, lenta pero seguramente, hacia una "sociedad participativa", en la que se espera que sean los ciudadanos se cuiden a si mismos o creen soluciones de sociedad civil tales como el bienestar en la jubilación".
  • "El Gobierno holandés se enfrenta con una dura lucha política para aprobar la última de las sucesivas rondas de medidas de austeridad exigidas por las normas presupuestarias europeas, incluyendo recortes en sanidad, pensiones y paro".

Como se ve, el debate en la rigurosa Holanda no es muy diferente al español. Y en el fondo al alemán, con la implantación del salario mínimo interprofesional como tema clave en la campaña para hacer frente al empobrecimiento de millones de trabajadores.

La razón fundamental es la globalización. Si es una realidad en el terreno financiero (sin controles) y en el comercial (con algo más de disciplina), eso no puede dejar de tener consecuencias sobre el modelo social europeo. Tres cifras lo resumen sin apelación: la población de la Unión Europea es el 7% de la mundial, el 20% del comercio mundial y el 50% del gasto social.

En esta situación, o recortamos nosotros o se acercan los emergentes.

La respuesta la están dando los indignados brasileños cuando piden educación, sanidad y servicios públicos en vez de sólo fútbol, el urgente debate sobre la reforma fiscal en México o los más de 500 millones de chinos apuntados a la red social Weibo, con oleadas de conflictos industriales y medio ambientales.

En cuanto a la demografía, es la realidad básica para una sociedad.

Cuando negociamos los Pactos de la Moncloa, un punto clave fue crear 700.000 puestos en enseñanza básica y media. Ahora las pensiones dominan el panorama. Para que sean sostenibles, tenemos que ocuparnos de la base de la pirámide, porque la base del sistema de reparto es la solidaridad intergeneracional. Para que sea real, hace falta una política familiar -una gran carencia desde la transición- y de inmigración activa, que es la que nos permitió pasar de los menos de 40 millones de habitantes en España en 2000 a los 46 millones actuales. Sin jóvenes trabajando no hay pensiones que duren.

En cuanto a las exigencias presupuestarias de la Unión Europea, estamos en el mismo debate que los holandeses. Por eso, no hay que dejar todo al fatalismo. Las elecciones europeas de 2014 en puertas son una oportunidad única para plantear respuestas políticas activas a estos desafíos.

Conviene, pues, leer atentamente el discurso del rey de un país con el que tenemos tantos lazos históricos, que comienza una nueva etapa tras la jubilación de su Reina, y con una oriunda argentina en el trono, que parece más holandesa que su marido. Merece ser considerado con atención. Sobre todo, porque los Países Bajos son fruto del esfuerzo y tesón de un "Tío holandés" colectivo en un medio adverso por estar bajo el nivel del mar.