'Making-of' de 'El intercambio'

'Making-of' de 'El intercambio'

Editar novelas es una de las actividades más bonitas que conozco. Una labor que hace tiempo solo hago cuando me gusta un reto como el de trabajar en un subgénero narrativo que no conozco, cuando me apetece echar una mano a un narrador primerizo, cuando se trata de afinar el texto escrito por un amigo que me lo pide. En el caso de Fernando Aleu y el texto que originalmente se titulaba The Barcelona Incident, todo eso coincidió y no dudé en aceptar la petición que el autor me hizo. Un amigo común fue quien le puso en contacto conmigo, y la editora Blanca Rosa Roca le dijo que confiara en mí. Aleu me invitó a comer a una trattoria italiana de su barrio, ambos pedimos un plato cuyo nombre es un homenaje a Jaume Plensa, y mientras tomábamos el almuerzo, me contó. El primer manuscrito en inglés había sido leído por un par de informadores profesionales en editoriales españolas. Le habían sugerido revisar a fondo, y entonces supo que podía obtener ayuda. Y nos conocimos.

Cuando un narrador cuenta bien de palabra, tiene bastante ganado a la hora de contar por escrito. Todo lo que me contó en ese almuerzo Fernando Aleu, dechado de una amabilidad y una cortesía que salen de los genes, me encantó. Nacido en Barcelona, ha vivido en los Estados Unidos desde que a comienzos de los años 50 fue a Iowa City a terminar su doctorado en Medicina en la universidad de ese Estado. Siendo ya octogenario, y tras haber contado de palabra a una nieta y luego a una amiga una historia real de la que fue testigo con quince años en el puerto de su ciudad natal, tuvo el impulso que escribir una novela centrada en torno a aquel hecho histórico.

En 1943, el Muelle España de Barcelona fue el lugar donde, supervisado por la Cruz Roja Internacional, se celebró el primer intercambio de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial. Dos mil prisioneros de guerra alemanes y dos mil anglosajones fueron liberados en una operación compleja y rodeada de mucha seguridad, que fue además el primer paso que, gracias a la presión británica, dio el gobierno de Franco alejándose de su anterior compromiso con las fuerzas del Eje, y para congraciarse con las Aliadas, que acaban en el Norte de África de derrotar a Rommel.

El instinto de Aleu es portentoso. Toma esa escena, que él vio con prismáticos desde la colina de Montjuic junto con un par de amigos, y la convierte en el final de la historia. Para dotar esa escena de interés organiza una compleja trama con numerosos personajes cuyos destinos van a converger en ese intercambio, durante el cual su imaginación crea un incidente, algo que no ocurrió pero podría haber ocurrido. Para todo ello remonta el inicio de la novela al verano de 1939, a un mes del inicio de la invasión de Polonia por Hitler. Y no solo eso, sino que nos conduce hasta ese desenlace mediante una sabia combinación de historias individuales entrecruzadas, con amplias dosis de amor, algunas de sexo (de varios tipos), viajes en transatlánticos de lujo, bailes en el Hotel Ritz de Barcelona al son de una orquesta de judíos huidos de Francia, más unas gotas de persecución nazi, espionaje... Todo ello contado con sabios diálogos que me recordaban según leía aquel ingenio vivencial y dialéctico de los guionistas de un Hollywood ya perdido en el tiempo.

En 1943, el Muelle España de Barcelona fue el lugar donde, supervisado por la Cruz Roja Internacional, se celebró el primer intercambio de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial

Con tal complejidad no era de extrañar que, siendo para Aleu la primera novela que escribía, hubiera aquí y allá algunos fallos que subsanar. Los que atascaron en su lectura a aquellos lectores profesionales. Emprendí la tarea, sugerí modificaciones de diversos tipos, algunas supresiones, algunas adiciones, refuerzo de personajes, cambio del orden narrativo... Nada esencial, pero que requería minuciosidad. Y me encontré con un autor tan flexible en algunos momentos como firme en otros, siempre muy seguro de lo que quería que se corrigiese y de lo que no pensaba cambiar.

Tras aquel primer encuentro y otros más en Barcelona, y una vez él comprobó que en general mis sugerencias no andaban descaminadas del todo, él regresó a Oregón y mediante un documento abierto en Google Drive pudimos ir avanzando a lo largo de tres meses. Fue divertido y entretenido.

Cuando te gusta narrar, ver cómo trabaja otro narrador es un privilegio. Atados todos los cabos, Aleu me dijo un día: "Tengo miedo de lo que pueda ocurrir cuando se traduzca. Creo que no me gustará cómo suena en español lo que he escrito en inglés". Le ofrecí traducir un capítulo, para quitarle el miedo. Le gustó. Me pidió otra prueba, otro capítulo. Y enseguida me preguntó si no me importaba traducir toda la novela. Lo digo aproximadamente en los términos en los que él, todo un caballero, se ha expresado siempre en nuestra relación. No podía negarme, y la novela que ahora se publica con el título de El intercambio es el resultado de todo ese proceso. No hay modo de arreglar lo que no tiene gracia. Pero The Barcelona Incident ya lo tenía absolutamente todo. Había que peinarla un poco, nada más. Blanca Rosa Roca leyó la traducción y no dudó ni un instante, le gustó la novela, le gustó el autor. Ahora la publica en Roca Editorial. El autor no puede estar más feliz.

Con casi noventa años, Fernando Aleu, barcelonés, neurólogo, empresario importador de perfumes españoles a Estados Unidos e ideólogo del uso de marcas de alta costura como imagen para el mundo de la perfumería, celebra ahora la publicación de su primera novela.

Muchos prodigios juntos. Haber estado ahí, aunque solo sea en la fase final, ha sido literalmente un placer.

  Roca Editorial

El intercambio (Roca Editorial)

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